Érase una vez y lo fue por mucho tiempo: en la mayoría de los
lugares densamente poblados del mundo se vivía un sistema llamado feudalismo.
Era una forma de organizar la sociedad jerárquicamente. Por lo general, en la
parte superior de la jerarquía había un soberano (rey, príncipe, emperador,
faraón, junto con algunos sacerdotes de alta jerarquía). Por debajo del soberano
había varios rangos de nobles, con títulos hereditarios. Por debajo de los
nobles estaban los plebeyos, que igualmente heredaban su situación en la vida,
ya sea por estar atados a un pedazo de tierra en la que trabajaban, o se les
concedía el derecho a participar en un determinado tipo de producción o de
comercio, en el caso de los artesanos y comerciantes. Todo el mundo estaba
atado a su posición a través de relaciones permanentes de lealtad, tributos y
deberes habituales: los tributos y obligaciones habituales fluían hacia arriba
en la jerarquía, mientras los favores, privilegios y la protección lo hacían
hacia abajo.
Fue un sistema muy resistente, que se auto perpetúa, basado
principalmente en el uso de la tierra y otros recursos renovables, en última
instancia, todos potenciados por la luz solar. La riqueza se deriva
principalmente de la tierra y sus diversos usos. Aquí se muestra un
organigrama simplificado de la jerarquía de una sociedad medieval.
El feudalismo era esencialmente un sistema en estado
estacionario. Las presiones demográficas eran aliviadas principalmente por
medio de la emigración, la guerra, la peste y a falta de todas las anteriores,
la hambruna periódica. Las guerras de conquista a veces abrían el paso a nuevos
lugares temporales para el crecimiento económico, pero como la tierra y la luz
del sol son finitas, esto equivalía a un juego de suma cero.
Pero todo eso cambió cuando el feudalismo fue sustituido por
el capitalismo. Lo que hizo posible el cambio fue la explotación de recursos no
renovables, el más importante de los cuales fue la energía de la combustión de
hidrocarburos fósiles: primero turba y carbón, luego el petróleo y el gas
natural. De repente, la capacidad productiva se desacopla de la disponibilidad
de la tierra y la luz del sol y podría ser intensificada casi, pero no del
todo, hasta el infinito, simplemente con la quema de más hidrocarburos. Con el
uso de la energía, algunos factores como la producción industrial y la
población comenzaron a subir de manera exponencial. Apareció un nuevo sistema de relaciones
económicas, basado en el dinero que se podría generar a voluntad, en forma de
deuda, la que podría ser devuelta con intereses utilizando los productos de la siempre
creciente producción futura. En comparación con el sistema anterior, en estado
estacionario, el cambio produjo una nueva premisa: que el futuro siempre será
más grande y más rico- lo suficiente como para podernos dar el lujo de pagar
tanto el capital como los intereses.
Con este nuevo acuerdo capitalista, las viejas relaciones
feudales y sus costumbres cayeron en desuso, sustituidas por un nuevo sistema
en el que los propietarios cada vez más ricos del capital se enfrentaron contra
los trabajadores cada vez más desposeídos. El movimiento sindical y la
negociación colectiva ha permitido a los trabajadores mantener su riqueza durante
un tiempo, pero eventualmente una serie de factores, tales como la
automatización y la globalización han socavado el movimiento obrero, dejando a
los dueños del capital con toda la influencia que se pueda desear con un desmoralizado exceso de población de los ex
trabajadores de la industria. Mientras tanto, los dueños del capital formaron
su propio pseudo-aristocracia, pero sin los títulos o los deberes y privilegios
hereditarios. Su nueva ley del más fuerte se basa en una sola cosa: el valor monetario
neto. El signo de dólar que tenga la gente al lado de su nombre es todo
lo que es necesario para determinar su posición en la sociedad.
Pero eventualmente casi todas las buenas fuentes locales de
energía a base de hidrocarburos se agotaron y tuvieron que ser reemplazadas por
otras de menor calidad, más difíciles de producir, más remotas, más costosas.
Esto hizo una gran mella al crecimiento económico, ya que con cada año que pasa,
más y más de los hidrocarburos que tenían que ser usados de nuevo para producir energía se necesitan simplemente para sostener el sistema, sin que sea posible
que crezca. Al mismo tiempo, la
industria produce una gran cantidad de subproductos muy desagradables: la
contaminación ambiental y la degradación y desestabilización del clima entre otros.
Eventualmente estos factores empiezan a generar primas tan altas en los seguros
y costos de reconstrucción en caso de catástrofes naturales y de origen humano que
también ponen un nuevo obstáculo en el crecimiento económico.
El crecimiento demográfico también ha causado penalidades. Se
puede ver que las poblaciones se trasladan a centros urbanos más grandes y, a
la luz de las investigaciones mientras más grande sea una ciudad, mayor es su
consumo de energía per cápita. A diferencia de los organismos biológicos en
donde, cuanto mayor sea el animal, más lento es su metabolismo, la intensidad
de la actividad necesaria para sostener un centro de población aumenta junto
con su tamaño. Observamos que en las grandes ciudades la gente habla más
rápido, camina más rápido y por lo general tienen que vivir más intensamente y
operar en un horario más estricto solamente para mantenerse con vida. Toda esta
actividad frenética conduce a que el uso de la energía este lejos de la construcción
de un futuro promisorio y más rico. Sí, en el futuro puede haber más población
(por ahora), pero el tipo de asentamiento humano de más rápido crecimiento en
el planeta es la barriada urbana -carente de servicios sociales y sanitarios,
plagada de crímenes y generalmente insegura.
Lo que todo esto significa es que el crecimiento es auto limitante.
Observe que ya hemos llegado a los límites y en algunos casos se ha ido mucho
más allá de éstos. Las prácticas actuales en fracturación hidráulica de los
depósitos de esquisto (fracking) y la extracción humeante del petróleo de
arenas bituminosas son indicativas del avanzado estado de agotamiento de las
fuentes de combustibles fósiles. La desestabilización climática está
produciendo tormentas cada vez más violentas, sequías más severas que nunca. Igualmente,
la contaminación ha llegado a su límite en muchas áreas: el esmogurbano ha llegado a ser tan malo que las actividades industriales son
reducidas simplemente para que la gente
pueda respirar y esto puede ocurrir tanto en París, Pekín, Moscú como en Teherán. La radiactividad de los reactores
nucleares de Fukushima en Japón está apareciendo en los peces capturados en el
otro lado del Océano Pacífico.
Todos estos problemas están causando que suceda algo muy
extraño con el dinero. En la fase de crecimiento previo del capitalismo, el
dinero era generado con el fin de incentivar el consumo y al hacerlo, estimular
el crecimiento económico. Pero hace algunos años se llegó a un umbral en los
EE.UU., que en este momento sigue siendo el epicentro de la actividad económica
mundial (siendo ya eclipsado por China), donde una unidad de nueva deuda
produjo menos de una unidad de crecimiento económico. Esto hizo que los
préstamos con tasas de interés ya no sean posibles.
Mientras que antes el dinero era prestado para producir
crecimiento económico, ahora tiene que ser prestado, en cantidades cada vez más
grandes, simplemente para evitar el colapso financiero e industrial. En
consecuencia, las tasas de interés de las nuevas deudas se reducen hasta llegar
a cero, en algo que viene a ser conocido como ZIRP ( Zero Interest Rate Policy-Política de Tasa de Interés Cero). Para
hacerlo aún más dulce, los bancos centrales aceptan el dinero que prestaron a
0% de interés como depósitos, que gana un poco de interés, lo que permite a los
bancos obtener un beneficio por no hacer absolutamente nada.
Como era de esperar, no hacer absolutamente nada resulta ser
bastante ineficaz, y en todo el mundo las economías comienzan a encogerse.
Muchos países recurren a forjar sus propias estadísticas para pintar un
panorama más alentador, pero una estadística que no miente es el consumo de
energía. Es indicativo del nivel general de la actividad económica y ha bajado en
el mundo entero. Un exceso de petróleo y a un precio mucho más bajo, es lo que
estamos presenciando como resultado. Otro indicador que no miente es el Baltic Dry Index, que rastrea el nivel
de actividades de transporte y se ha desplomado también.
Y así el ZIRP preparó el escenario para el último acontecimiento
y de desarrollo más raro: las tasas de interés han comenzado a ser negativas,
tanto en préstamos y depósitos. Adiós, ZIRP, bienvenido, NIRP (Negative Interest Rate Police- Política
de Tasa de Interés Negativa). Los bancos centrales de todo el mundo están
empezando a hacer préstamos a pequeñas tasas de interés negativas. Así es,
algunos bancos centrales ahora pagan a ciertas instituciones financieras por
pedir dinero prestado. Mientras tanto, las tasas de interés de los depósitos
bancarios se han ido al lado negativo también: mantener su dinero en el banco
es ahora un privilegio, por el que se debe pagar.
Pero las tasas de interés no son ciertamente negativas para
todos. El acceso a dinero gratis es un privilegio y los que lo tienen son los
banqueros e industriales que los financian. Los que tienen que pedir prestado
para financiar viviendas son menos privilegiados; aquellos que pidan prestado
para pagar la educación, aún menos. Los que no son privilegiados en absoluto
son los que se ven obligados a comprar alimentos con tarjetas de crédito, o pedir
préstamos para pagar el alquiler de viviendas.
Las funciones que alguna vez jugaban los créditos en las economías
capitalistas casi han sido abandonadas. Érase una vez un mundo en el cual el
acceso al capital podía obtenerse sobre la base de un buen plan de negocios y esto
permitió que la iniciativa empresarial florezca y que muchas nuevas empresas se
formen. Cualquiera y no sólo los privilegiados podían sacar un préstamo y
empezar un negocio, esto significaba que el éxito económico dependía, al menos
en cierta medida, en el mérito. Pero ahora, la creación de empresas se ha ido a
la inversa, con muchas más empresas saliendo de los negocios que las se están
formando, y la movilidad social se ha convertido en gran parte en una cosa del
pasado. Lo que queda es una sociedad rígidamente estratificada, con privilegios
basados en la riqueza hereditaria: a los de arriba se les paga para pedir
prestado y llegan a surfear en una ola de dinero gratis mientras que los de
abajo son impulsados cada vez más en la servidumbre por deudas e indigencia.
¿Puede el NIRP apuntalar un nuevo feudalismo? Ciertamente, no
puede revertir la tendencia a la baja, debido a que los factores que están
poniendo límites en el crecimiento no son susceptibles a la manipulación
financiera, al ser de naturaleza física. Se puede evidenciar que ninguna
cantidad de dinero gratis puede hacer aparecer una nueva primavera de los
recursos naturales. Lo que puede hacer, sin embargo, es congelar la jerarquía
social entre los propietarios del capital por un tiempo, pero no para siempre.
Por donde se mire, la reducción del tamaño de las economías puede
eventualmente resultar en revueltas populares, guerras y bancarrotas nacionales
y éstas pueden causar que el dinero deje de funcionar de muchas maneras. Las
consecuencias usuales serán la devaluación, las quiebras bancarias, la
incapacidad para financiar las importaciones y la desaparición de las pensiones
y del sector público. El deseo de sobrevivir causará que las personas se enfoquen
en conseguir el acceso directo a los recursos físicos para, distribuirlos entre
amigos y familiares.
A su vez, esto hace que los mecanismos de mercado se vuelvan
extremadamente opacos y distorsionados y a menudo dejen de funcionar por
completo. Bajo estas circunstancias, cuantos más signos de dólar alguien tenga
al lado de su nombre se convierte más bien en un punto discutible, y debemos
esperar que la jerarquía social entre los propietarios del capital se vuelva
inestable y zozobre. Algunos de ellos tendrán el talento para convertirse en
señores de la guerra y estos pocos florecerán el resto de su existencia. Pero,
en general, en una situación donde las instituciones financieras han fracasado,
donde las fábricas y otras empresas ya no funcionan y donde las propiedades
inmobiliarias han sido invadidas por turbas u ocupantes ilegales, el patrimonio
neto de una persona se convierte en algo difícil de calcular. Y así debemos
esperar que el organigrama de la sociedad post-capitalista, en términos de
hojas de cálculo se pareciera a esto: "# Ref!" (es lo que Excel muestra cuando no se
encuentra con una referencia de celda válida en una fórmula.)
Un término preciso y adecuado para este estado es
" anarquía". Una vez que se alcanza un nuevo mínimo nivel de
subsistencia en estado estacionario el proceso de formación aristocrática puede
comenzar de nuevo. Pero a menos que una nueva fuente de combustibles fósiles
baratos se descubra de alguna manera mágica, este proceso tendría que proceder
a lo largo de las líneas tradicionales, es decir, el feudalismo.