El término "caos" ha ido apareciendo mucho últimamente en el mundo actual en el que nos encontramos propenso al colapso. Pepe Escobar incluso publicó un libro sobre ello intitulado “Imperio del Caos”, que describe un escenario “donde una plutocracia de Estados Unidos proyecta progresivamente su propia desintegración interna sobre el mundo entero”. El caos que describe Escobar es hecho a la medida, su propósito es "prevenir una integración económica de Eurasia que dejaría a los EE.UU. como una potencia no hegemónica, o peor aún, como una potencia extraña”.
Escobar no es el único que piensa en este sentido; así habló Vladimir Putin en la Conferencia de Valdai en 2014:
“Un dictado unilateral que busque imponer nuestros propios modelos produce el resultado opuesto. En lugar de resolver los conflictos, conduce a su escalada, en lugar de estados soberanos y estables, vemos la creciente propagación del caos y en lugar de democracia hay un apoyo a personas muy poco confiables que pueden ser desde neofascistas declarados a radicales islámicos”.
¿Por qué apoyan a esta gente? Lo hacen porque quieren utilizarlos como instrumentos en el camino de la consecución de sus objetivos, pero luego se queman los dedos y tienen que retroceder. Cometen el mismo error una y otra vez.
En efecto, el caos que describe Escobar no parece estar funcionando muy bien. La integración euroasiática está muy presente ahora, con China y Rusia ahora actuando como una unidad económica, militar y política, así como con otros países de Eurasia deseosos de jugar un papel. La Unión Europea, por el momento, está excluida de Eurasia porque está bajo la ocupación estadounidense, pero es poco probable que dure esta situación debido a problemas presupuestarios. (Para ser precisos, tenemos que decir que está bajo ocupación de la OTAN, pero si ahondamos un poco, nos encontramos con que la OTAN es en realidad el ejército de Estados Unidos con una fachada europea sujeta a ésta con clavos y martillo como una villa al estilo de Potemkin).
Y por lo visto, el término "imperio" parece bastante fuera de lugar. Los imperios son empresas ambiciosas que buscan ejercer control sobre su dominio y, ¿qué clase de imperio es si su actividad principal está en cometer el mismo error una y otra vez? ¿Un imperio tonto? Entonces, ¿por qué no lo llaman "El Imperio tonto"? De hecho, hay muchas actividades imperiales que son tontas y parecen jocosas. Por ejemplo: armar y entrenar a una oposición moderada de un régimen al que se desea derrocar; darse cuenta que no es moderada en absoluto; tratar de bombardearlos y fallar en eso también.
Algunas personas plantean la crítica de que con lo que hace el imperio, alguien en algún lugar se está beneficiando de todo este caos. De hecho, eso es cierto, pero tomarlo como una señal del éxito imperial equivale a que ser asaltado en el camino hacia el supermercado es un signo de éxito económico. El éxito no tiene nada que ver con ello, pero la "desintegración interna" que describe Escobar parece una visión más apropiada: el caos interno del imperio que se desintegra se está filtrando y provocando el caos a la vez en todas partes. Aun así, los EE.UU. hacen todo lo posible para ejercer control, principalmente, ejerciendo presión sobre amigos y enemigos por igual y exigiendo obediencia incondicional. Algunos podrían llamar a esto "el caos controlado".
Pero, ¿qué es el "caos controlado"? ¿Cómo funciona un control del caos e incluso si esto es posible? Vamos a profundizar.
Teoría del Caos
Hay una rama de las matemáticas llamada teoría del caos. Trata de sistemas dinámicos que presentan un determinado conjunto de comportamientos:
• Para cualquier relación causal que se puede observar, pequeñas diferencias en las condiciones iniciales producen grandes diferencias en los resultados. El ejemplo más citado es el "efecto mariposa", donde el hipotético aleteo de las alas de una mariposa influyen en el curso de un huracán algunas semanas más tarde. O, por citar un ejemplo más significativo, si el mercado de valores fuera un sistema caótico, entonces la inversión de un millón de dólares en cierto fondo del tipo índice podría dar lugar a una cartera de aproximadamente lo mismo, un millón de dólares unos meses más tarde y en tanto que si se invierte un dólar más, podría dar lugar a una cartera de al menos un billón de dólares.
• La imprevisibilidad va más allá de un corto período de tiempo: dada la información inicial incompleta acerca de un sistema, su comportamiento más allá de un corto período de tiempo se vuelve imposible de predecir. Dado que la información acerca de un sistema en el mundo real es siempre incompleta, limitada por lo que puede ser observado y medido, los sistemas caóticos son, por su naturaleza impredecibles.
• Mezcla topológica: cualquier región del espacio de fase de un sistema caótico, finalmente, se solapará con todas las demás regiones. Los sistemas caóticos pueden tener varios estados distintos, pero eventualmente estos estados se pueden mezclar. Por ejemplo, si un determinado banco fuera un sistema caótico, con dos muy distintos estados: solvente y en bancarrota, entonces estos estados eventualmente se mezclarán.
A los matemáticos les gusta jugar con los modelos del caos, que son deterministas e invariantes en el tiempo: se puede ejecutar una simulación una y otra vez con ligeramente diferentes insumos, y observar el resultado. Pero los sistemas caóticos del mundo real no son deterministas y tampoco invariantes en el tiempo: no sólo que producen muy diferentes resultados en base a condiciones iniciales ligeramente diferentes, pero producen resultados diferentes todo el tiempo. Lo que es más, incluso si existieran sistemas caóticos deterministas en la naturaleza, serían indistinguibles de los llamados sistemas "estocásticos" – es decir los que muestran aleatoriedad.
Teoría de Control
Es otra rama de la matemática que se ocupa de las formas de control de los procesos dinámicos. Un ejemplo típico es un termostato: se mantiene la temperatura constante generando una fuente de calor si la temperatura cae por debajo de un cierto umbral y apagándola, si se eleva por encima de otro umbral. (La diferencia entre los dos umbrales se llama "histéresis"). Otro ejemplo típico es el piloto automático: es un dispositivo que calcula la diferencia entre el curso programado y el curso real, llamada "señal de error" y se aplica a un mecanismo de control para mantener el barco o el avión en curso. Hay muchas variaciones sobre este tema, pero el esquema general es siempre el mismo: la medición de la salida del sistema se compara con una referencia la cual determina la señal de error y se aplica como una retroalimentación negativa al sistema.
Con el fin de aplicar la teoría de control a un sistema, el mismo debe obedecer ciertos principios. Uno de ellos es el principio de superposición: la salida debe ser proporcional a la entrada. Girar el timón a la izquierda hará siempre que el barco gire a la izquierda; mientras más se gira el timón a la izquierda el barco girará a la izquierda más rápido. Otro es la invariancia respecto al tiempo: el barco reaccionará a los cambios en el ángulo del timón de la misma manera todo el tiempo. Estos son necesarios; pero la mayoría de las aplicaciones de la teoría de control hacen el supuesto adicional de la linealidad: es decir que los cambios en el comportamiento del sistema son linealmente proporcionales a los cambios en el mecanismo de control. Dado que no todos los sistemas del mundo real son lineales, se hace por lo general un esfuerzo para dotarlos de un espacio plano relativamente lineal en la mitad de su rango de utilización. Girar el timón de un barco un poco, y que el barco gire como se esperaba; moverlo demasiado y que se hunda no es lo correcto.
La aplicación de la teoría de control de sistemas caóticos es complicada, debido a la cuestión de la "controlabilidad": ¿es posible poner un sistema en un estado en particular mediante la aplicación de señales de control particulares? En un sistema caótico, las señales de error muy pequeñas pueden producir diferencias muy grandes en la salida del sistema. Por lo tanto, un sistema caótico no se puede controlar. Sin embargo, un sistema incontrolable a veces se puede estabilizar y oscilar alrededor de una particular parte de su espacio de fase que sea útil o por lo menos no letal. Generalmente, para que se pueda estabilizar el sistema, debe ser permanentemente observable: debe ser posible medir la salida del sistema y utilizarla para hacer correcciones. Sin embargo, incluso un sistema no observable todo el tiempo, también se puede estabilizar, detectando su estado periódicamente y aplicando una señal de control para empujarlo de manera incremental en la dirección correcta.
Pongamos un ejemplo del mundo real. Supongamos que nos estamos precipitando a lo largo de una carretera cubierta de una mezcla de agua y nieve en un auto subcompacto con llantas de verano lisas. En algún momento una perturbación muy pequeña de algún tipo va a transformar este sistema controlable en un uno incontrolable: el coche va a comenzar a girar. Puesto que ya no se puede dirigir, se deslizará hacia la barrera de un lado a otro de la carretera. También será inobservable: con el movimiento del conductor junto con el coche, es imposible determinar la trayectoria del coche basándose en destellos instantáneos de la situación de la carretera en el pasado cercano. ¿Se puede estabilizar esta situación?
Sí, resulta que si se puede. Este es un truco que aprendí de un piloto de avión de combate, que puede ser aplicado a un escenario similar al que acabo de describir. Si el avión empieza a caer fuera de control, el trabajo del piloto será conseguir que deje de caer y llegar de nuevo al nivel de vuelo. Esto se hace girando la cabeza de un lado a otro al ritmo del movimiento, vislumbrando del horizonte, y moviendo la palanca, también al mismo ritmo de la oscilación, para reducir la velocidad y para hacer que el horizonte se mantenga aparentemente horizontal.
Esto es típicamente lo mejor que se puede hacer en el control de caos: el uso de pequeñas perturbaciones para mantener el sistema dentro de un cierto rango de estados seguros o útiles, manteniéndolo fuera de cualquier estado inútil o peligroso. Pero hay una advertencia más: este tipo de aplicaciones de la teoría de control a los sistemas caóticos requieren conocer previamente las propiedades del sistema caótico. Eso es bastante difícil de hacer si un sistema evoluciona continuamente en respuesta a estas pequeñas perturbaciones. En las situaciones que involucran la política o los asuntos militares, la aplicación de la misma medida de control dos veces es tan efectiva como repetir el mismo chiste ante el mismo público: usted mismo se convierte en un chiste.
La moraleja de esta historia debería ser obvia ahora: al igual que con el coche en una carretera cubierta de agua y nieve, cualquier tonto puede conseguir que gire hacia fuera, pero es poco probable que ese mismo tonto tenga la presencia de ánimo, la habilidad y los nervios de acero para evitar que se golpee a una de las barreras. Lo mismo se aplica a los aspirantes a constructores de un "imperio del caos controlado": seguro, pueden generar caos, pero controlarlo de una manera que les permita obtener algún beneficio es imposible, e incluso su habilidad para estabilizarlo, por lo que suponer que no sean perjudicados por esta situación, está en grave duda.