Un nuevo estudio publicado en la revista Archives
of Toxicology hace la afirmación audaz que el maíz MON810,
un cultivo genéticamente modificado (GM) propiedad de Monsanto, no exhibe
efectos toxicológicos en mamíferos. Sin embargo, el estudio tiene varias
fallas importantes que lo hacen nulo, incluyendo el hecho de que los datos
parecen haber sido eliminados intencionalmente para que el maíz pareciera más
seguro de lo que realmente es.
Según Testbiotech , el estudio se
llevó a cabo en el transcurso de sólo tres meses, lo que no es el tiempo
suficiente para realizar una evaluación adecuada de la seguridad de un
organismo sintético. Además, el estudio no logró siquiera tratar de
descubrir un umbral de dosis a la que el MON810 podría plantear problemas de
salud, un punto básico sobre los datos que cualquier estudio legítimo en el
asunto habría incluido.
Otra cuestión importante es la revista en la que se publicó
el estudio, que tiene grandes conflictos de intereses con la industria de la
biotecnología. El editor jefe de la revista, Jan Hengstler en 2011 a escribió
un artículo sobre el plástico químico bisfenol-A (BPA), que al igual que el
estudio MON810 parecía ser seguro. El único problema es que la revisión de
Hengstler fue co-escrita por un empleado de Bayer AG, un fabricante líder de
BPA.
Del mismo modo, los autores del estudio sobre el MON810
también tienen vínculos cuestionables con la industria de la biotecnología. Uno
de ellos trabaja para una firma de consultoría de biotecnología con un gran
interés en la promoción de las tecnologías de OGM, mientras que otro trabaja en
el departamento de genómica agrícola de una importante universidad.
"... El fracaso
en este estudio para
determinar una concentración de MON810 en el que no hubo efectos tóxicos
observables hace que todo el estudio no sea válido ", explica Testbiotech .
"Testbiotech también critica a los autores que publicaron hablando de los
resultados del estudio en una revista científica con cerca afiliación a la
industria”.
El propósito del estudio, por supuesto, era proporcionar más
"pruebas" de que los transgénicos son seguros con el fin de introducirlos
en Europa, donde la población en general es mucho más escéptica acerca de la
biotecnología. Pero fue financiado por la Comisión Europea con uso de
dinero público, es decir, en última instancia, los contribuyentes pagan la
factura de esta atroz ciencia basura pro-industria.
Pues resulta que, Hermann Bolt, el editor en jefe adjunto de
la revista Archives of Toxicology, también tiene vínculos con
la industri de la biotecnología. Y
el autor principal del estudio y donde se llevaron a cabo los ensayos de
alimentación del MON810, tiene colaboraciones con grupos financiados por la
industria, como el Instituto Internacional de Ciencias de la Vida (ILSI) [4].
"Estamos consternados por el resultado de nuestra
propia evaluación," dijo Christoph Then de Testbiotech sobre
lo que su grupo descubrió”. De acuerdo con la Comisión de la UE, el resultado
de estos estudios de alimentación será decisivo para las futuras normas
de evaluación
del riesgo para las plantas modificadas genéticamente en la UE”. "Ahora,
parece que el resultado fue manipulado para erradicar las dudas sobre la
seguridad de estos productos”.
Testbiotech pide la retirada inmediata del
estudio sobre el MON810, con una posible reedición sólo en el caso de que se
lleve a cabo una rigurosa revisión por pares.
"Si los estudios toxicológicos están financiados
públicamente debemos exigir los más altos estándares en calidad científica y en
la prevención de conflictos de interés", añade. "Este no es el
caso de este proyecto. Este caso demuestra que los mecanismos para
asegurar la calidad de los trabajos científicos no están funcionando".
Fuentes:
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