Petrodolares y gas, that´s all folks…
La cuestión de Chipre ha dominado
los debates políticos y las intrigas en Moscú la semana pasada, convirtiéndose
en una especie de prueba para la capacidad de Rusia para responder a los graves
desafíos externos, pero el resultado provisional de la prueba diplomática es
claramente negativa para Rusia. El presidente Vladimir Putin y el primer ministro
Dmitry Medvedev expresaron su desagrado con la "poco profesional"
gestión de la calamidad por parte de la UE, así como todo tipo de ideas
(incluyendo el establecimiento de una base naval rusa en la población de
Limassol) estaban circulando en todos los pasillos del Kremlin cuando el
ministro de finanzas chipriota Michalis Sarris fue a suplicar a Moscú. Y al
final, Moscú optó por no hacer nada para proteger los intereses rusos muy
tangibles afectados por el “default” inminente. Además de revelar torpeza en la
toma de decisiones en Rusia debido a las
divisiones en la élite de ese país.
Y ¿cuál es la controversia
fundamental en esta situación que perturba las relaciones de Rusia con la Unión
Europea? Moscú, en muchas ocasiones, indicó que estaba dispuesto a ser parte de
la solución y se ofendió cuando Bruselas y Berlín deliberadamente cortaron las
negociaciones cuando el Presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso
estaba en Moscú la semana pasada con Putin y Medvedev y le resultó oportuno para expresar su profunda
convicción de que en la UE no había miedo de y respeto por Rusia eludiendo
cualquier acuerdo de decisiones sobre Chipre. Este rechazo de la contribución
ofrecida persistentemente podría parecer una desviación del sentido común
económico, pero en realidad se podría decir que es una consecuencia de la
creciente preocupación y disgusto, incluso en la Unión Europea con la
exportación de la corrupción rusa, pero nada más lejos de la realidad.
Entonces, ¿Qué hay detrás de la
bravuconería de la UE para con Rusia? En pocas palabras, 122 billones de pies
cúbicos de gas en la cuenca del Mediterráneo, descubierto por Israel (en una
asociación de Estados Unidos e Israel), y en el Líbano, Siria y Chipre. Si todo
va bien, los alrededor de 425 millones de metros cúbicos (16 billones de pies
cúbicos) de gas que se encuentran en el campo de Leviathan (Israel) finalmente
se bombeará a través de gasoducto submarino directo a Turquía y luego a Europa.
Otro campo de gas israelí, Tamar, cuenta con 250 millones de metros cúbicos (9
billones de pies cúbicos) y la producción debería comenzar en abril. Esta es la
respuesta de Europa al gas
ruso. Ya no tiene miedo de que Rusia cierre el grifo del gas.
Esta es una carrera a la línea de
meta para controlar el gas en el
Mediterráneo y es que este gas puede proporcionar un 40% de las necesidades
totales de gas de Europa. No es sólo el
colapso financiero de Chipre lo que está en juego aquí. También está en juego el
monopolio de Rusia en el mercado europeo del gas y el futuro de todo el gas en Europa.
Y aquí es donde entra en juego
Turquía porque parte de este territorio de exploración en alta mar es disputada
por Turquía, que controla parte de la isla desde 1974 y que lleva desde 2011
impidiendo lo más posible dichas exploraciones. Acción que resulta lógica
cuando se sabe que es la empresa Gazprom ( empresa rusa) es la que le suministra
el gas. También el gasoducto que va desde Israel a Europa tiene que pasar por
las costas turcas aunque el gobierno de Ankara no ha aceptado este acuerdo
todavía, pero ciertamente está considerando. Y la cosa se complica porque la
empresa Gazprom está en negociaciones con Israel que le daría el control del
gas de Tamar y el acceso al mercado asiático para su gas natural licuado (GNL).
De conformidad con este acuerdo, que Israel todavía tiene que aprobar, Gazprom
proporcionará apoyo financiero para el desarrollo del Proyecto Tamar Floating
LNG. A cambio, Gazprom obtendrá los derechos exclusivos para la compra y
exportación de GNL Tamar. También es significativo porque Tamar es una empresa
de modo conjunto estadounidense-israelí.
Queda más que evidente que las
visitas tanto de Barroso a Moscú, el nuevo presidente de China también a Moscú
y Obama a Israel no son nada casuales. Por lo que se ve la cosa va a seguir “calentita”
en esa zona del mediteraneo.
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