Publicado en: ago 27 2014 - 10:45am por Joséluis Vázquez
Doménech
James Foley |
La decapitación de la información
Muchas veces resulta complicado escribir, sobre todo cuando
la muerte o el terror están detrás de la actualidad, y un torrente de
información se desliza únicamente por una de las laderas. Muchas veces hay que
tener la templanza suficiente para recopilar datos, analizarlos, y como es el
caso, visionarlos.
En un primer momento no quise acercarme para ver cómo sucedieron los hechos, pero me obligué a ello
sabiendo las innumerables herramientas que utilizan para distanciarnos cada vez
más de la búsqueda de la verdad. Así, también creo necesario dejar los enlaces
que ayudan a comprender mejor cómo transcurren los acontecimientos y, lo que es
más importante, cómo desean que respondamos.
Provocar la mayor conmoción y el pavor necesario para
exprimir todas las posibilidades, es el objetivo de la difusión del vídeo donde
el periodista James Foley es presuntamente asesinado. Muchas son las razones
que hacen pensar que, nuevamente, estamos ante una estafa mediática de compleja
lectura, pero que respeta muy bien los movimientos realizados desde la Casa
Blanca y la CIA.
Y decimos nuevamente porque debemos recordar una historia
muy similar acaecida en mayo de 2004. El ciudadano estadounidense Nicholas Berg
cae en manos de un grupo islámico, y se difunde un vídeo con la aparente
decapitación del mismo. Dicha difusión recibe el beneplácito instantáneo de las
cadenas Fox News, CNN y BBC, llegando en pocos momentos a millones de personas.
El siguiente paso acontece en la jornada posterior a la aparición del vídeo,
con la confirmación por parte de la CIA de su autentificación, y mostrando con
titulares contundentes que los terroristas árabes actúan en venganza contra
Bush y los Estados Unidos. Casualmente, días después, esas imágenes desaparecen
del sitio donde estaban alojadas.
Diferentes análisis completos del vídeo (las cadenas sólo
emitían imágenes parciales) llevaron a muchos estudiosos a confirmar su
falsedad, y demostrar muchasde las lagunas que supuestamente lo respaldaban. Quiero recordar que
en aquella ocasión tardaron también bien poco en señalar al presunto autor de
la muerte; el jordano Abu Moussab Zarkaui.
El proceso, a todas luces, responde a una metodología
similar, y siempre tragi-cómica. EEUU y sus aliados ayudan a grupos terroristas
a financiarse e integrarse en “grupos de presión” para quitar del poder a
gobiernos vigentes o sembrar el terror. Luego se escenifica algún daño, bien al
propio país o a alguien de sus ciudadanos por parte de los mismos terroristas.
Y finalmente, ya tienen excusa para quitar a éstos de en medio, o a todo aquél
que presuntamente les apoya o no permite el avance de los intereses
planificados.
Resulta probable que Siria esté en el blanco. Y lo peor de
todo, que nuevas incursiones y matanzas de civiles en la franja que va hasta
Irak van a ser noticia.
Vamos a mostrar cómo recabaron la trágica noticia del
asesinato de Nicholas Berg.
- Un
grupo islámico identificado de Al Qaeda procede a cometer un asesinato.
- En
el mismo, se cita el Corán o la Guerra Santa, y además se amenaza
directamente al presidente de los Estados Unidos.
- Los
medios de información inmediatamente amplifican la noticia.
- Casi
sin tiempo de contrarrestar nada, la CIA no duda en confirmar que Al Qaeda
está detrás, y hasta da los nombres de los máximos responsables.
- Bush
emite un comunicado condenando enérgicamente todo, y haciendo constar que
atacar cualquier interés estadounidense o a cualquier ciudadano, tendrá la
respuesta oportuna, a la que denominará “guerra contraterrorista”.
No hay mucho más que añadir. Sustituimos Al Qaeda por EI, y
a Bush por Obama, y la narración sigue el mismo patrón. El primer suceso tiene
lugar justo depués de que salieran a la luz las torturas de Abu Ghraib, y éste
que tenemos ahora en un desesperado intento de eliminar a Rusia del panorama
internacional, abriendo la lata en Ucrania y en Oriente Medio.
Los movimientos que se están dando son extremadamente
graves, tanto por las terribles consecuencias que van a tener, como por la
enorme dificultad para poder parchear todos los frentes abiertos.
Todo parece indicar que no va a resultar facil controlar la
ingente cantidad de dinero y medios que se les han asignado a numerosos
mercenarios para sembrar de angustia esa y otras muchas zonas del planeta.
¿Existe mejor forma de poner en alerta a Occidente para lanzar continuas
ofensivas contra el Islam? ¿Existe mejor plan para que Estados Unidos advierta,
como ya lo ha hecho, de que los yihadistas del Estado Islamico son mucho
más que un grupo terrorista, y además asegure que valoran todas las opciones
para acabar con ellos?.
Cuando Estados Unidos e Israel valoran todas las opciones
derrumban todos los cimientos. Es cierto que Arabia Saudi, Qatar, Kuwait, los
Emiratos Árabes, Jordania y Turquía andan enredados posicionándose en un lado o
en otro (o incluso en los dos cuando hace falta) para asegurarse las raciones
más suculentas. Pero es de una complejidad abrumadora seguir el rastro a cada
uno de ellos e ir posicionándolos en el tablero de ajedrez.
Lo que hoy venimos a cuestionar es la forma con la que se actúa
para tratar de justificar acciones bélicas que están programadas con muchísimo
tiempo de antelación. (Como siempre ha sucedido también, Obama recalca una y
otra vez la ayuda humanitaria que está enviando a minorías religiosas. Ayuda a
la que le acompañan misiles y aviones de combate que terminarán por dar en la
diana).
“Estados Unidos no puede mirar hacia otro lado. América
viene a proteger” De este modo, para evitar que miles de personas mueran de
hambre y sed, los F-15 despliegan todo su saber y se aproximan al objetivo.
Pero eso si, antes de nada, un nuevo golpe de mano con la destitución del
primer ministro iraquí Nuri Al Malaki, un obstáculo para lanzar ofensiva, y
otros movimientos anecdóticos; la dimisión forzosa del príncipe saudita Bandar
Ben Sultan el 15 de abril, y la de su hermano el príncipe Salman Ben Sultan el
14 de mayo, bajo la presión del secretario de Estado John Kerry y del
secretario de Defensa Chuck Hagel, demuestrando la voluntad estadounidense de
avanzar. De avanzar allí donde desean. Y todo hay que decirlo, BandarBen Sultan (hijo adoptivo de George H. Bush) es a ojos de muchos
analistas internacionales, el máximo responsable de la financiación de grupos
rebeldes y mercenarios en Irak, Libia o Siria!.
Puede ser que hasta enemigos viscerales se unan para atacar
al Estado Islámico. Un grupo de ciudadanos del mundo venidos de Chechenia, Etiopía,
Irak, Siria, Libia, o Jordania, sedientos de dinero facil y ausentados de todo
temor. Reclutados por la élite bancaria y ahora haciéndose fuertes para
controlar la fuente de esa misma élite, los pozos petrolíferos que se
despliegan en el mismo sector donde las bombas adormecerán nuestras
reflexiones.
Los vídeos que han ido infestando las redes sociales (con
los asesinatos que han ido sucediéndose éstos últimos meses) son de una dureza espectacular. De todos los que hemos
podido hallar, ninguno guarda relación con éste (James Foley), del que
recibimos información detallada. En los primeros, su crudeza, su calidad, su
textura, su ambientación, su sonido…, es como si todo encajara. Los escenarios
contemplan una mirada diferente. Pero lo más llamativo lo atisbo en esa escasez
de pruebas que nos hagan ver el hecho más insólito. ¿Es el periodista James
Foley quien aparece en el video que ha dado la vuelta al mundo?. Estudiemos las semejanzas y procuremos a
pesar de la incómoda situación que transitamos, estudiar con rigor todo aquello
que nos parezca susceptible de interferir en la búsqueda de la verdad.
Aun siendo críticos con nosotros mismos, y exigiéndonos más
para poder llegar a dudar de las noticias que nos llegan de un modo precipitado
e insolente, tenemos más argumentos para cuestionar las agencias de
comunicación occidentales, e insistir en cómo se generan las noticias y cómo
nos contaminan.
Acaban de publicar que el periodista
estadounidense fue asesinado hace un año. Es del todo increible que la CIA no
supiera esto. Es más, todo sigue plegándose con nuestra tesis, y sostenemos que
dudar de sus argumentos no sólo es necesario, sino urgente en unos momentos
donde nos están avasallando y controlando de una forma desmesurada.
Vivimos una época donde las noticias solo sirven para
apaciguar nuestros sueños o engendrar miedos con obsolescencia programada,
haciendo posible que el fin de la vida útil de un servicio (cual es la información)
sea casi efímero. Las redes sociales son de gran ayuda para propagar cualquier
“incidencia”, y los medios de información son letales para fumigarla recibida
la orden pertinente.
Casi sin tiempo para asimilar la noticia de la decapitación,
se abren varios frentes para ir poniendo barreras a su publicación. Es
esclarecedor ese modus operandi;primeramente se nos presenta con
urgencia una noticia que desean sea vista hasta en los confines del universo,
para después pasar no solo a amortiguarla, sino a hacerla desaparecer hasta que
queden solo los flecos que hechicen nuestro odio al universo musulman y
abracemos la “causa americana”.
“Nos gustaría recordar al público que ver, descargar o
diseminar material extremista dentro de Inglaterra puede constituir un delito
bajo la legislación antiterrorista”, expresó en un comunicado un agente de la
policía británica metropolitana, para pasar a decir acto seguido que ellos ya
están investigando el contenido del vídeo. Y por otro lado, comienzan a
circular llamamientos en Twitter con
la etiqueta #ISISmediablackout para que no sea difundido el vídeo, argumentando
que solo sirve para hacer propaganda de los asesinos. Del mismo modo, Youtube
ya empezó a cerrar cuentas desde las que se difundía la grabación. Estados Unidos ya ha entrado en Irak (según ellos, de forma
legítima)…, y me temo lo peor.
Las circunstancias actuales han generado que toda aquella
persona que no se someta al pensamiento único, sea cuestionado en su integridad
moral e intelectual, sobre todo cuando lo que se pretende es abrir grietas en
las sólidas bases de un mecanismo de información sofisticado y beligerante. De
ahí la urgencia con la que se ha de trabajar, para cuestionar no solo los
hechos que parecen más relevantes, sino cualquier noticia que nos llega desde las
cavernas de las agencias de divulgación.
Las trabas para poder averiguar qué está sucediendo en este
mundo son alarmantes, porque apenas si tenemos opción para seguir las pistas
que nos lleven a revelar la certeza. Pero eso no ha de ser un impedimento. Probablemente
no podremos llegar a saber dónde se oculta la información que buscamos, pero
ello no es óbice para que podamos dudar de toda la que nos ofrecen. Es más, me
atrevería a decir que si somos capaces de darle la vuelta a la mayoría de los
partes que nos llegan, más cerca estaremos de descifrar los “tesoros” que nos
ocultan.
Podemos equivocarnos en nuestras apreciaciones, mas no hay
motivo para retener las pesquisas. Una de las más lúgubres maniobras de
nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de
paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean
consideradas subversivas o radicales.
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