En nuestra época, en que la vida se vive al ritmo de los
media, la desinformación es el más peligroso de los males para la democracia.
La información, pasada rápidamente en el telediario del mediodía, será quizá
desmentida en el telediario noche. Esta realidad virtual, realidad del
instante, no permite una comprensión del suceso en su globalidad. Nos
proporciona una imagen, una información que debemos compilar con las imágenes e
informaciones ya recibidas en el pasado. De estos cabos de información, apilados
los unos a los otros, es de los que obtenemos nuestro conocimiento del mundo.
Este conocimiento nos parece de una verdad irrefutable, ya
que las imágenes estaban allí para apoyar la información. Cuanta más imagen
haya acompañado un tema, más importancia tomará éste último, y menos podrá
cuestionarse su veracidad. Los poderes políticos, e incluso los lobbies
industriales, se apoyan sobre este razonamiento para manipular la opinión.
Si se quiere que un conflicto que interfiere con algunos
intereses, termine en una parte del mundo, se hará por medio de movilizar la
opinión sobre una guerra "`particularmente" asesina, o sobre las
graves consecuencias ecológicas gracias a imágenes impactantes, incluso si
éstas no forman parte del peligro en cuestión (polémica en relación a la imagen
de un cormorán empapado de petróleo,
supuesta víctima de las destrucciones sistemáticas de los pozos
kuwaitianos por parte de los ejércitos iraquíes huyendo del Golfo, y que se
trataba en realidad de una imagen de archivo de una catástrofe petrolera
bretona.)
Si se quiere ahogar un suceso, una información, se arregla
para eliminar la imagen que acompaña a los hechos. Actualmente es imposible
obtener las fotos de satélite de la C.I.A. en el lugar donde tuvo lugar la
explosión del vuelo T.W.A. 800 el 17 de junio de 1996, estando protegidas tras
una directiva presidencial.
O bien se arregla para que los medias difundan al mundo
entero lo que se quiere que éste vea. Y quien lo arregla es tanto el patrón de
un gran restaurante, que orientará al cámara de una televisión para que el
objetivo no cruce inesperadamente el camino de una cucaracha, como los
militares que, concretamente en la guerra del Golfo, hacen que se presente una
guerra limpia y sin borrones frente al mundo, o como todo aquel que en lenguaje
ufológico podría denominarse los "dé bunkers" de la información.
Tres grandes agencias de prensa dominan el medio de
información mundial: A.P.,Reuter y la A.F.P. Están
situadas en Estados Unidos y en Europa occidental. Esta visión centralizada del
mundo ofrece un reflejo de los acontecimientos tratados, deformados por nuestra
forma de pensamiento occidental.
Imponemos esta forma de pensar minoritaria (por el número de
personas que la comparten) a la totalidad del globo, gracias al poder mediático
de las agencias antes mencionadas. Además, a quienes más pagan por los
servicios de estas agencias les sorprendería descubrir informaciones que no van
en el sentido de lo que ellos piensan que es la única vía posible para el
futuro de la humanidad: el liberalismo.
La sociedad de consumo, resultado y pulmón del liberalismo,
expande ostensiblemente sus ventajas a través de los espots publicitarios que
alaban los méritos de los productos, siempre mejores, mientras que el tema de
los reportajes entrecortados por estos espots son la pobreza, la guerra y el
hambre.
Este contraste sorprendente entre el bienestar del que
disfrutamos y la desgracia que reina por todos sitios refuerza la vertiente
paradisíaca de nuestra sociedad.
Pero a fuerza de ver el mundo a través de la pequeña
pantalla, de intentar comprenderlo, mediante una información que nos aporta sin
que nos demos cuenta, lo contrario de lo que esperábamos de ella (es decir, una
desinformación, resultante de la saturación de información o de la
sub-información), nos encontramos, frente a frente, con una realidad virtual.
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