La crisis financiera mundial de hecho ha finalizado o, al menos está finalizando. No se espera que las economías sigan en declive.
Sin embargo, no se puede decir que todo está bien: la crisis económica fue sustituida por una nueva depresión global. Algunos economistas ya la han bautizado como “tercera gran depresión”.
El problema reside en que la mayoría de los países desarrollados confiaron demasiado en la globalización. Y al verse ante la faz de la crisis empezaron a tomar medidas, lo que en solitario difícilmente lo hubieran hecho: tipo, los socios en el ámbito de la economía global nos ayudarán. Los ejemplos más típicos son Grecia y Chipre. Pero, lamentablemente, estos países no son los únicos.
Como consecuencia, hay que salir del pozo de la post-crisis, desarrollar la economía, pero no hay dinero, o mejor dicho lo hay, aunque permanentemente desaparece en el “agujero negro”, en el agujero de la deuda pública.
En 2008 y 2009 muchos países sobrevivieron a costa de los empréstitos exteriores. Pero el caso es que tomas prestado por un tiempo dinero ajeno y devuelves el tuyo y para siempre…
Como resultado, la buena situación para la mayoría de las economías mundiales relacionada con las proporciones de la deuda pública en los años 2005-2006 y, en principio, admisible en 2008-2009, se volvió muy grave en 2010. Tan grave que fue el tema principal de la cumbre del G-20 en Toronto en 2010. Debemos decir honestamente, que Canadá es uno de los líderes en recepción de empréstitos con respecto al PIB: su deuda pública aumentó del 70 % del PIB en 2008 a casi el 85 % del PIB en 2010, y desde entonces prácticamente no varía.
Tres años atrás los países participantes de la cumbre convinieron en que a partir de 2011 habrá que tomar medidas para recortar los déficits presupuestarios. En calidad de tarea se planteaba la reducción del déficit público a la mitad para 2013. Además, se decidió que en 2016 deberán estabilizarse los montos de la deuda pública.
Ya hoy se puede ver que la tarea no está al alcance de todos ni mucho menos. La revista The Economist respalda un proyecto muy interesante: el reloj de la deuda pública mundial (http://www.economist.com/content /global_debt_clock). La primera cifra en la página del contador digital muestra la cuantía corriente de la deuda pública mundial. Durante el tiempo en que escribo este párrafo el volumen de la deuda aumentó en dieciséis millones de dólares. Actualmente es de 41 856 219 878 2 16 dólares, o dicho más claramente 41 billones(!) 856 mil millones(!) 219 millones(!) 878 mil(!) 216 dólares!!!
No, ya es mayor…