Hace medio siglo, el 30 de agosto de 1963, comenzó a
funcionar una línea de comunicación entre los líderes de EEUU y la
URSS. Los periodistas inventaron para ella un nombre intrigante: "el gran
teléfono rojo". Si bien, en realidad la línea
Washington-Moscú semejaba más un teletipo común y corriente.
Por el fondo del Océano Atlántico en un tiempo sumamente
breve, en apenas un par de meses, tras la toma de decisión al más alto nivel,
fue colocado el correspondiente cable. Pasaba por Londres, Copenhague,
Estocolmo y Helsinki y tenía una longitud de 10 mil kilómetros. Los comunicados
desde el Kremlin hasta el Pentágono y de vuelta se transmitían en forma
escrita. La descodificación y la traducción de los textos corrían a cargo de
cada una de las partes. Pável Zolotariov, vicedirector del Instituto de Estudios
sobre EEUU y Canadá de la Academia de Ciencias de Rusia, comenta:
–El "teléfono rojo" apareció como reacción a la crisis del Caribe de 1962, que puso los dos países, mejor dicho todo el mundo, al borde de una guerra nuclear. A fin de evitar semejantes situaciones de crisis tal comunicación directa entre los dirigente de los dos estados resultó de utilidad.
Por lo demás, en los primeros cuatro años por esta línea no
se transmitió un solo comunicado entre los jefes de Estado. Los especialistas
de ambos países, para perfeccionar su maestría, remitían regularmente unos a
otros textos de contenido sofisticado. Por fin, el 5 de junio de 1967 el primer
ministro de la URSS Alexéi KosIguin se acordó de la línea roja. Aquel día
estalló la guerra árabe-israelí y el presidente Lyndon Johnson fue despertado
en la madrugada por el telefonazo de alarma. La parte soviética pedía prestar
asistencia en el cese del conflicto peligroso para todo el mundo. Desde
entonces los líderes norteamericanos también comenzaron a enviar, a diversas
horas del día, comunicados alarmantes al Kremlin. En 1971 la línea fue
reforzada por comunicación satelital. Luego se le agregó el fax. En el 91 fue
instalada comunicación telefónica directa. En 2008 se tendió un nuevo cable
transatlántico, de fibra óptica.
Como un ejemplo acertado de edificante diálogo por la línea
roja los expertos recuerdan las negociaciones de Vladímir Putin con
George Bush hijo, el 11 de septiembre de 2001. Después de estas se intensificó
mucho la colaboración en la actividad antiterrorista. El año en curso los
líderes de ambos países han mantenido no pocas conversaciones telefónicas,
señala Alexánder Gúsev, director del Instituto de Planificación Estratégica:
–Se trata de cuestiones relativas a la lista Magnitski, a la ley Dima Yákovlev y, por supuesto, de la situación sui géneris tocante al agente de servicios especiales norteamericanos Edward Snowden. Un aspecto muy importante es la coordinación del funcionamiento del sistema de defensa antimisiles europea. Sobre el particular ha habido varias conversaciones telefónicas entre los dos presidentes. Pero estas, lamentablemente, no han permitido resolver toda una serie de cuestiones concernientes al emplazamiento del escudo antimisiles de la OTAN en Europa. Por cierto que no se puede decirlo todo por teléfono, razón por la que se necesitan encuentros personales entre los líderes de los estados.
Al igual que hace medio siglo, los operadores de
comunicación perfeccionan de continuo su maestría. La línea funciona sin
interrupción. Cada hora desde Moscú a Washington y luego de vuelta se envían
textos especiales. Estos no tocan temas políticos ni económicos. Lo principal
consiste en que sean bastante difíciles. Por ejemplo, extractos de novelas de
Fiódor Dostoyevski, tratados sobre inventos del mundo antiguo o artículos sobre
la psicología de animales domésticos.