Ya es
oficial, los socios en el
mundo académico del gobierno estadounidense nos van a rociar abiertamente. Es
un movimiento hacia un futuro en el que abiertamente rociarán los cielos para,
supuestamente, combatir el cambio climático (calentamiento global).
La
ingeniería climática es la manipulación deliberada y a gran escala de la
naturaleza para contrarrestar el cambio climático. Existen dos formas para
hacer esto:
La primera
es conocida como Gestión de la Radiación Solar (SRM, por sus siglas en inglés)
y contempla reflejar más rayos solares lejos de la Tierra y de vuelta al espacio.
Un método de
SRM propone colocar aerosoles de sulfato en las capas más altas de la
atmósfera.
Esto imita a
lo que ocurre naturalmente cuando un gran volcán entra en erupción. Por
ejemplo, la erupción del Monte Pinatubo en 1991 inyectó un gran volumen de
azufre en la estratósfera. Las partículas producidas en las reacciones
subsiguientes enfriaron el mundo en alrededor de 0,5 ºC en los dos años
posteriores al reflejar la luz del sol.
Pero el uso
de SRM sólo se dirige a los síntomas, no al problema de la creciente
concentración de dióxido de carbono (CO2).
La segunda
opción de la ingeniería climática busca remover el CO2 que ya existe. Se han
propuesto varias maneras de hacerlo, y se agrupan en lo que se denomina
Limpieza de Dióxido de Carbono (CDR, por sus siglas en inglés).
Ahora, el científico
de la Universidad de Harvard, David Keith va a
rociar el cielo con óxido de aluminio y otros productos químicos para
“experimentar” con la geoingeniería.
“Un par
de científicos del clima de Harvard están preparando experimentos atmosféricos
de pequeña escala que podría ofrecer pistas sobre la viabilidad y los riesgos
de alteración deliberada del clima para aliviar el calentamiento global.
Serían los
primeros llevados a cabo entre los experimentos de geoingeniería fuera de un
modelo de laboratorio o controlado por ordenador, lo que subraya la creciente
sensación de urgencia entre los científicos para comenzar a estudiar seriamente
la posibilidad la amenaza de los efectos del cambio climático.
En algún
momento del próximo año, los profesores de Harvard David Keith y Frank Keutsch tienen la esperanza de
lanzar un globo de gran altitud, atado a una góndola equipado con propulsores y
sensores, desde Tucson, Arizona. Después de las pruebas iniciales de
ingeniería, el “Stratocruiser” pulverizaría una fina niebla de materiales tales
como dióxido de azufre, óxido de aluminio, o carbonato de calcio en la
estratosfera. Los sensores se encargarán de medir la reflectividad de las
partículas, el grado en que se dispersan o se unen, y la forma en que
interactúan con otros compuestos en la atmósfera”.
“Científicos
de Estados Unidos se preparan para enviar inyecciones de aerosol a 20 kilómetros
de altlura, en la estratosfera de la tierra en el mayor programa de
geoingeniería solar del mundo hasta la fecha, para estudiar el potencial de un
futuro tecnológico para el calentamiento global.
El
proyecto de la Universidad de Harvard de (£ 16m) 20m de dólares, se pondrá en
marcha en cuestión de semanas y tiene como objetivo establecer si la tecnología
puede simular de manera segura los efectos atmosféricos de refrigeración de una
erupción volcánica, para el caso de un último intento desesperado para detener
el cambio climático si un día fuera necesario”.
Esto viene
después de una “iniciativa de gobierno de la geoingeniería” de las Naciones
Unidas se
pusiera en marcha , y el Consejo Carnegie anunciara
el lanzamiento del “CarnegieClimate Geoengieneering Governance
Initiative”. Esto viene después de que
el director de la CIA John Brennan propusiera rociar
los cielos para lucha contra el cambio climático en 2016.
¿Algunas
poderosas fuerzas están empujando fuerte para rociar los cielos con
aluminio , para modificar el tiempo y establecer un precedente en
el que puedan rociar lo que sea necesario sobre nosotros?
Algunos
científicos señalan que manipular el clima en una parte del mundo puede tener
consecuencias en otro lado. Por consiguiente, sostienen, cualquier acción de
este tipo debería ser a nivel global y con un acuerdo internacional.
Cambiar el
clima de un país incluso está calificado como crimen de guerra por la
Convención de Ginebra de 1976.
Paul
Nightingale, del departamento de investigación de políticas de ciencia y
tecnología de la Universidad de Sussex, en Reino Unido, opina que actualmente
no existe la infraestructura necesaria para tomar semejantes decisiones sobre
el clima global. "Por
eso serán extremadamente discutidas", añade.
Rose Cairns,
también de la Universidad de Sussex, escribió un informe sobre este tema para
el Consejo británico de Investigación Social y Económica.
Uno de los
problemas, dice Cairns, es que la geoingeniería sigue siendo un término muy
ambiguo debido a la diversidad de tecnologías que incluye.
Lanzar
aerosoles a la atmósfera, por ejemplo, puede ser "muy polémico",
mientras que un proyecto global para plantar árboles probablemente cause menos
debate.
Como con
cualquier nueva tecnología, no pueden descartarse los efectos impredecibles de
la geoingeniería.
Por ejemplo,
además de los beneficios que puede aportar, se cree que llenar la estratósfera
con aerosoles de sulfatos podría provocar la disminución del ozono atmosférico
y aumentar el riesgo de sequías, particularmente en Asia y África, donde puede
afectar a las lluvias del monzón de manera adversa.
De nuevo, el
problema recae en quién toma las decisiones.
"¿Quién
va a decidir qué constituye una emergencia tan seria como para cambiar la
temperatura del planeta?"
Otro punto
es que una vez que la ingeniería climática sea una opción, puede distraer de la
importancia de reducir las emisiones de CO2.
Otro factor
a tener en cuenta es el costo de usar nuevas tecnologías a escala global.
Aunque el precio puede ser menor al costo ambiental de la inacción, Paul
Nightingale cree que sería mejor gastar más dinero en hacer que la producción
de energía sea más ecológica.
"La
termodinámica para extraer el CO2 del aire es mucho más costosa que eliminarlo
de los tubos de escape y de las plantas eléctricas", explica.
"Parecen
tecnologías tan complicadas, caras y riesgosas en comparación con tantos
desarrollos ya existentes que son benignos para el medio ambiente".
Coincidiendo
sobre este punto, el astrónomo Lord Reed, expresidente de la Royal Society,
declaró recientemente que la geoingeniería puede ser una pesadilla desde el
punto de vista político y tener efectos colaterales no buscados.
Por último,
añadir que entre los afiliados al gran complejo industrial militar se
encuentran instituciones como
el MIT, Harvard, MITRE Corporation, Raytheon, y otros. Medio siglo de
progreso hacia la modificación del clima con fines militares (y para crear una
falsa alarma calentamiento global que lo justifique) proveniente del MIT y
entidades similares fue bien documentado en el
libro de Peter A. Kirby “Exponiendo los Chemtrails: Un Nuevo
Proyecto Manhattan”.
Fuentes: