Hace sólo un par de días la mayor parte de los
medios occidentales se vieron comprometidos activamente en una nueva campaña propagandística,
acusando de “otro” ataque con gas al gobierno de Damasco cometido en la ciudad
siria de Khan Sheikhun en la provincia norteña de Idlib, que permanece bajo el
control del grupo terrorista afín a Al Qaeda, Jabhat Fatah al-Sham. El
grupo era conocido formalmente como Jabhat al-Nusra antes de ser rebautizado
por sus patrocinadores extranjeros. De acuerdo con los informes
distribuidos por los medios occidentales, los ataques de gas en la ciudad de
Khan Sheikhun dieron como resultado la muerte de hasta unas 100 personas debido
a la asfixia e intoxicación de gas severa.
Una vez que se publicaron estas alegaciones, losEstados Unidos, Gran Bretaña y Francia distribuyeron inmediatamente un proyectode resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU destinado a condenar aDamasco por el presunto ataque químico. Al mismo tiempo, como ha ocurrido
en varias ocasiones antes, la Casa Blanca estaba actuando en base a una premisa
sin exigir ningún tipo de verificación de tales reclamaciones. Tanto el presidente
de EEUU Donald Trump como la secretaria de Estado Rex Tillerson afirmaron que
la responsabilidad del uso de armas químicas en la provincia de Idlib era
exclusivamente del presidente sirio Bashar al-Assad, a pesar de que el
Pentágono reconoció que no posee ninguna información para asignar tal culpa,
como ha dicho, en particular, el jefe del Comando de Movilidad Aérea de los
EE.UU., el general Carlton D. Everhart.
En sintonía con la posición de Washington, una serie
de acusaciones similares expresó el Representante del Reino Unido ante la ONU,
Matthew Rycroft, que parece estar convencido de que “la culpa es del presidente
Assad”.
Sin embargo, si tratamos de rastrear estas
acusaciones de vuelta a su fuente original, podemos descubrir que fueron
liberadas inicialmente por el llamado Observatorio Sirio para los Derechos
Humanos, con sede en Londres, no Siria, que es ampliamente conocido por su
compromiso con los especiales intereses Occidentales y que se nutre de los
fondos recibidos por los servicios especiales estadounidenses y británicos. Después
de todo, si de verdad defiende los derechos humanos al margen de cualquier interés
el llamado “observatorio” ¿por qué opta por guardar silencio sobre la matanza
masiva de la población civil de Irak y Siria, cuando son los Estados Unidos y
otros miembros de la OTAN matan a civiles en ataques
aéreos?
Mucho se ha dicho acerca de los repetidos intentos
de asignar la culpa de los ataques con gas en Siria a Damasco. Entre
otros, tales investigaciones han sido realizadas por periodistas franceses, que
han conseguido exponer no sólo la huella de los servicios especiales
norteamericanos en casos similares, sino también las huellas de sus
propios colegas franceses.
Los detalles del plan criminal occidental destinado
a la caída del gobierno sirio ha sido recientemente descubierto por una edición
libanesa del Middle
East Panorama. En particular, este medio de comunicación publicó la
información recibida acerca de una trama criminal contra Siria que fue
preparada por los servicios especiales de varios países, entre ellos los de
Arabia Saudita, Qatar, Bahrein, Turquía, Israel, Francia, Reino Unido y Estados
Unidos, el cual continúa proporcionando apoyo logístico a varios grupos
terroristas dentro de Siria. La última reunión de los representantes de
los organismos de inteligencia antes mencionados, donde el plan para incriminar
al gobierno sirio para el uso de armas químicas, estaba en un campamento del
ejército israelí en el interior del territorio ocupado de los Altos del
Golán. En la reunión también asistieron los líderes de una serie de grupos
terroristas.
En cuanto a los acontecimientos que tuvieron lugar
el 4 de abril en las proximidades de Idlib, las autoridades sirias ya han
anunciado que no había ninguna posibilidad de que sus fuerzas tomaran parte en
este delito. Según Rusia, la
Fuerza Aérea Siria llevó a cabo una serie de ataques contra un gran depósito de
municiones cerca de Khan Sheikhun controlado por terroristas. Resultó que
este almacén se utiliza como un taller para la producción de minas terrestres
llenas de sustancias venenosas. Una vez producida en grandes cantidades, esas
municiones serían utilizadas por los militantes contra las fuerzas
gubernamentales sirias e iraquíes.
Por supuesto, la verdad una vez más triunfará. Sin
embargo, uno no puede dejar de notar que se hizo otro intento de exacerbar el
conflicto sirio con el uso de diversas fuentes de propaganda
occidentales. A las fuerzas políticas en este mundo les importa bien poco
el sufrimiento que le ha supuesto al pueblo sirio desde hace años gracias a los
intereses especiales occidentales depositados en la región. Es imperativo
que la comunidad internacional reconozca que tales medidas son inaceptables
cuando se están realizando intentos serios de conciliar a las partes en medio
del conflicto sirio en las conversaciones de Ginebra.
Fuente: Jean
Perier, NEO
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