
Desde hace mucho se sabe que la miel no gusta a las
bacterias. Baste comprobar que ésta parece una materia incorruptible, se puede
conservar comestible durante décadas y décadas. La medicina popular también ha
empleado desde tiempos inmemoriales la miel como desinfectante, en pequeñas
heridas, o como tratamiento contra el acné, al matar bacterias residentes de la
piel que infectan los poros de ésta produciendo la inflamación...