La juventud tiene un problema con el sexo. España entera se estremeció hace
escasas fechas ante lo que parecía una abyecta violación múltiple en
Málaga. Una chica de 20 años denunció haber sido sometida por cinco
jóvenes - dos de ellos menores - a todo tipo de abusos durante una madrugada de
Feria. La opinión pública clamaba que todo el peso de la ley cayera sobre los
sospechosos. Dos días después, y entre el escándalo general, la jueza archivó
el caso tras revisar un vídeo grabado por los supuestos agresores y una foto
tomada por la mujer. Según su interpretación, la relación fue consentida. Sin
embargo, muchos la han acusado de no haber sabido distinguir la coacción detrás
de unos escarceos que acaban por descontrolarse. ¿Dónde acaba el consentimiento
y empieza una violación?, se preguntan.
La banalización del sexo entre los adolescentes y los jóvenes de este país
ha llegado a tal punto que se hace difícil distinguir una agresión sexual de
una relación aceptada.
Los psicólogos recuerdan que los adolescentes están en una etapa de
construcción de su identidad y se sienten atraídos por todo aquello que les
lleva a ser más populares entre sus iguales.
El sexo se ha convertido en un elemento de presión social:parecer apocado,
'estrecho' o romántico es una condena al ostracismo.
"Normalmente, cuando un grupo abusa sexualmente de otra persona no suele
suceder por casualidad. Al menos uno de ellos tiene ese objetivo y lo envuelve
en una fiesta con alcohol y drogas. Luego se enmascara todo en el 'es que
íbamos muy pedo'". Quien fue Defensor del Menor en Madrid durante cinco
años, Javier Urra, describe el incidente de Málaga con los términos propios al
contexto de una agresión sexual. Este experto psicólogo confirma que se ha
producido una trivialización del sexo entre muchos jóvenes y adolescentes que,
"mezclada con alcohol, genera equívocos".
Implantes de hormonas, condones y sífilis
El sexo desenfrenado y sin protección implica que enfermedades teóricamente
erradicadas como la sífilis hayan vuelto a asomar las orejas. Proliferan los
hongos y las infecciones, y una vez más, el alcohol tiene algo que decir al
respecto. En una situación de 'calentón' festivo, muchos chicos no quieren o
'se olvidan' de ponerse el preservativo, y algunas chicas no lo piden.
Sin embargo, los métodos puramente anticonceptivos sí tienen muy buena acogida.
Cada vez es más normal que chicas de 16 y 17 años empleen tratamientos hormonales
como el famoso 'anillo' para evitar quedarse embarazadas. La píldora de toda la
vida parece ya desfasada, hoy se llevan más los implantes subcutáneos en el
brazo que liberan hormonas en el torrente sanguíneo. La educación sexual ha
enseñado la libertad de usar el cuerpo como se desee, la bondad de experimentar
las relaciones sexuales, y a hacerlo de una manera segura. Pero en opinión de
los expertos, lo que falta es explicar con más detalle que el acto sexual es
algo muy personal y muy íntimo.
Un estudio de 2012 situaba la edad media a la que se perdía la virginidad en
Euskadi en los 16 años, cuando en 2005 superaba los 17. En apenas siete años,
pues, la juventud vasca ha adelantado en más de un año el momento en que se
estrena a la sexualidad. Urra advierte que "hay una tendencia al 'hoy nos
acostamos y mañana tan amigos'. Perfecto, pero el sexo no funciona así.
Mantener una relación sexual genera afecto, cariño...". La frivolización
del acto sexual, en cambio, puede producir dolor al asociar estos comportamientos
con malinterpretaciones de la libertad sexual, redefinida por algunos jóvenes
como las relaciones fáciles, desenfrenadas y casi socialmente obligatorias. Un
fenómeno que la televisión fomenta claramente.
Los educadores coinciden en que los chavales deben tener claro que «lo primero
es el respeto a uno mismo y a los demás. La búsqueda de la felicidad es
positiva, pero nunca debe ser externa, poco elaborada, fácil ni banal». Urra
lamenta que el sexo se haya convertido para muchos en "una banalidad
horrorosa, en la que desaparece todo el juego de la seducción y solo se destaca
lo más animal". En este punto incide el investigador social Javier Elzo:
"Falta un elemento esencial. En una relación íntima hay dos personas que
se entregan. Tiene que haber alguna dimensión de cariño, de ternura, de
confianza, algo que vaya más allá del calentón".
El sociólogo guipuzcoano advierte de que "casos como el de Málaga existen
muchos!, aunque reconoce que no es un fenómeno exclusivo de los tiempos que
corren:en su juventud, dice, "ya pasaba con alguna chica de clase".
También cree que nos enfrentamos a un problema de consumo desenfrenado, tanto
de alcohol como de sexo. "En general los jóvenes beben menos, pero cuando
lo hacen se pegan unos atracones... Con el sexo está pasando algo parecido.
Luego está todo el tema de los festivales de música, que son una fiesta
ruidosa, animal, con mucho alcohol y desenfreno", explica. Este sociólogo
también vincula la normalización del sexo a edades más tempranas con la búsqueda
de nuevos niveles de excitación: "Ya no les basta con intentar ligarse a
la persona que les gusta y conseguirla. Eso ya es algo normal, frecuente, no
plantea problemas. En este momento lo anormal es ser virgen a los 17 años. Muchos
adolescentes confunden la libertad sexual con la obligación de tener relaciones",
sentencia Elzo.
La presión social
¿Qué ha podido llevar a chicos y chicas a medio formar a lanzarse a vivir
unas experiencias que, en muchos casos, ni siquiera desean y en otros les
provocará un profundo desencanto? Resulta alarmante comprobar que es su propio
entorno el que ha propiciado estas conductas sexuales.
Lurdes Lavado, sexóloga de Albora Bide, es rotunda al respecto: "Vivimos
en el mundo de la obligatoriedad sexual. La presión social puede con
todo", zanja. Para los adolescentes de hoy, los de la 'generación
Instagram', la promiscuidad es algo aceptable y valorado, hasta el punto de que
"a los que no lo hacen los tachan de amargados y carcas".
Según un estudio de Javier Urra realizado en una residencia con 95 jóvenes, el
40% de las chicas afirmó haber tenido relaciones con su novio sin quererlas.
"Estas conductas responden a pensamientos del tipo 'sé que si no lo hago
con él se acostará con otra que sí lo haga'", aclara el psicólogo navarro.
El problema es que la presión social se extiende a todas las facetas de la vida
de los adolescentes: "Hoy el grupo está por todos lados: en clase, en las
redes sociales, en el móvil... la presión es constante y puede con todo",
explica Lurdes Lavado, que también destaca la importancia del binomio
alcohol-sexo en los chavales. "El problema es que vivimos en la cultura
del botellón: se consumen cantidades enormes de alcohol por muy poco
dinero".
La presión social se extiende a todas las facetas de la vida de los
adolescentes: en clase, el móvil, las redes sociales...
Lo más inquietante es que muchas relaciones comienzan como un juego bajo los
efectos de las copas, que va desfasando y puede acabar en una agresión sexual.
Los jóvenes están saturados de estímulos que les llevan a enfocar sus vidas y
anhelos hacia el sexo: la moda, la música, la tele... "Estamos jugando con
cosas muy peligrosas", alerta Lavado. "Algunos programas de
televisión fabrican una realidad en la que somos mercancía en la balda de un
supermercado, y que luego es imitada por los adolescentes".
Surge un nuevo problema: el machismo que demuestran cada vez más los jóvenes de
uno y otro sexo. Así es, también las chicas. "Ahora todos jugamos al mismo
juego", se lamenta la sexóloga. Javier Urra confirma esta teoría: "En
la tele el machismo es más actual que nunca".
Comparte esta preocupación Tacho de la Calle, director, realizador y miembro de
la junta directiva de la Academia de Televisión. No se muerde la lengua.
"La televisión de este país, en vez de formar está deformando a la
sociedad. Hoy algunas chicas tienen actitudes incluso más machistas que los
propios chicos.Ahora resulta que los celos son amor. Algunas se sienten
queridas si su novio les manda un mensaje totalmente controlador".
Programas del estilo 'Hombres, mujeres y viceversa' o 'Un príncipe
para Corina' son espacios "enfocados al sexo" protagonizados por
jóvenes con un patrón de gimnasio escandalosamente idéntico, lelo y
superficial.
Este veterano experto en televisión ilustra su conclusión con un sencillo
ejemplo: "Con el sexo en la tele pasa lo mismo que con la ultraviolencia
en los videojuegos: se ha banalizado de tal manera que ahora nadie se extraña
al verlo". Elzo remacha sobre la misma idea: "El contenido básico es
'lígate al más buenorro y ten sexo con él'".