Bueno, ya conocemos las barbaridades que ha realizado la NSA
en cuanto a la captación de datos en los distintos gobiernos europeos incluido
el español. Incluso se ha dicho que fue el propio gobierno español quien le
facilitó los datos. Bueno es pararse un momento y hacerse la pregunta ¿…y como
nos vigila el gobierno español?
Hoy, los servicios de información españoles cuentan con
mecanismos de vigilancia, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, que
les garantizan que ninguno de sus objetivos pueda detectarlos.
Hay tres pilares básicos: el sistema de interceptación telefónica, conocido
como SITEL; los satélites espías (Helios 2A y Helios 2B) y los satélites
militares de telecomunicaciones (Spainsat y Xtar-eur); y el Centro de Estudios
de Propagación Radioeléctrica, nombre tras el que se escuda un sistema de
interceptación de las comunicaciones que estaba dirigido durante la Guerra Fría
hacia el Pacto de Varsovia y que hoy sigue activo en una finca aislada de la
localidad de Manzanares el Real (Madrid). SITEL es un avanzado sistema
informático que permite la interceptación ágil, sin límite, indetectable y con
la máxima calidad de todas las comunicaciones que tengan lugar en España.
Hasta su entrada en funcionamiento en 2005, las escuchas
telefónicas las autorizaba un juez, quien exigía la grabación íntegra de las
conversaciones en cintas magnetofónicas, el envío de la transcripción de las
partes más relevantes y la obligación de guardar la totalidad de las cintas,
que debían estar siempre a su disposición hasta que ordenara su destrucción.
Tras esa orden judicial, la compañía telefónica derivaba una línea para que las
fuerzas de seguridad escucharan las conversaciones del sospechoso, con
frecuencia con una pésima calidad de recepción, que en muchas ocasiones exigía
a la Policía acudir discretamente a la proximidad del domicilio a pinchar la
línea del teléfono. Otro problema añadido, lento y complicado de resolver, era
conocer la identidad de las personas que charlaban con el sospechoso.
Pero llegó SITEL, y se acabaron las interferencias y demás
dificultades. Su funcionamiento es bien sencillo: consta de tres servidores
centrales (Policía, Guardia Civil y CNI) conectados al ordenador central de la
Dirección General de Telecomunicaciones, en Las Rozas (Madrid), que almacenan
la información que facilitan las compañías telefónicas y que al mismo tiempo la
distribuyen a los ordenadores, fijos o portátiles, de las unidades que
investigan a los sospechosos. Obviamente, ya no graban en analógico en una
cinta, sino en digital en la memoria de un disco duro, con la misma calidad con
la que la han escuchado los participantes de la charla.
Según las Normas de Actuaciónpara la Utilización de SITEL, distribuidas por el director
adjunto operativo de la Policía el 30 de septiembre de 2009, el funcionario
(policía o guardia civil) que necesite llevar a cabo una interceptación de las
comunicaciones, antes de comenzarla: “Podrá obtener el nombre, apellidos, DNI y
dirección correspondiente al titular de la línea”. Eso, a pesar de que El
Tribunal Europeo de Derechos Humanos los considera datos personales y, por lo
tanto, exige su máxima protección.
Después, con el mandamiento judicial pertinente, obtendrá con suma facilidad de
cualquier compañía telefónica los datos ocultos que permitirán a SITEL acceder
a la línea del sospechoso desde uno de sus servidores centrales. Por supuesto,
no solo a sus llamadas, sino también a los mensajes de correo y SMS que toda
compañía telefónica está obligada a guardar durante 10 años.
El policía, o espía, sentado delante de un ordenador
instalado en su puesto de trabajo, o ante un portátil que se ha llevado al
lugar del seguimiento, escucha todas las conversaciones en el momento en que se
están celebrando. Con una ventaja increíble para su labor: en el mismo
instante, en un rincón de la pantalla le aparece una serie de datos personales
tanto del dueño del número interceptado como de cualquier persona con la que
esté hablando. Lo que antes eran voces desconocidas que conspiraban con el
sospechoso ahora son personas identificadas instantáneamente, con nombre y dos
apellidos, dirección postal, número de identificación del terminal y… calle
exacta de cualquier ciudad o pueblo desde la que esté hablando.
Esta es una virtud del sistema, desde el punto de vista policial, que mejora
todo lo conocido hasta el momento: la ubicación geográfica, que facilita el
lugar en el que están situadas las personas que intervienen en la conversación.
Porque todo aquel que lleve en uno de sus bolsillos un teléfono móvil, aunque
lo tenga apagado, puede ser localizado inmediatamente.
El control de los servicios de información no acaba ahí. El
ciudadano investigado también ha perdido cualquier atisbo de privacidad en lo
que hace referencia a la informática vinculada a la telefonía. Todas sus
comunicaciones por internet (los mensajes que envía, sus compras, las páginas
en las que entra…) son automáticamente grabadas y almacenadas por SITEL.
Esta capacidad sin límite de espiarnos de la Policía, la
Guardia Civil y el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), ha desatado las
críticas debido a la insuficiente regulación con que cuentan, que incluso ha
llevado a intervenir al Defensor del Pueblo y a la Agencia de Protección de
Datos.
Ignacio López, secretario general de la Confederación Española de Policía, reconoció en su momento que SITEL interviene en derechos fundamentales, como el de la intimidad, por lo
que defiende que: “Debe tener una regulación legal clara”, aunque critica:
“Determinadas manifestaciones que generan alarma social, pues a algunos
comentarios de la oposición les ha faltado mesura”.
Miguel Ángel Gallardo, el perito informático que más ha
investigado SITEL (www.cita.es/sitel/),
advierte del riesgo que suponen las nuevas tecnologías, que graban con alta
calidad la voz y en las que es muy complicado distinguir los cortes que se
pueden hacer en el montaje. “A los jueces”, dice, “les llega la transcripción
en papel y un CD. Yo defiendo que se debería permitir al acusado el derecho de
habeas audio, es decir, poder escuchar todas las grabaciones que se le han hecho,
para evitar manipulaciones”.
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