Miembros del AKP, el partido islamista del presidente Recep
Tayyip Erdogan y del partido nacionalista MHP Devlet Bahçeli, atacaron sedes
del partido izquierdista HPD y más de 300 tiendas de kurdos en las noches del 7
y 8 de septiembre de 2015.
La sede nacional del partido HPD fue invadido por cientos de
manifestantes que saquearon y quemaron. La sede del diario Hürriyet y Sabah y
de la televisión ATV también fueron atacados el lunes y el martes por la noche
al grito de "¡Alá Akbar! " por los partidarios del gobierno interino.
Aunque el primer ministro interino, ha condenado la
violencia, ante esta situación, ¿es espontánea esta reacción o se trata de un
plan para devolver al AKP, el partido islamista que gobierna desde 2002, el poder
que perdió en las elecciones de junio pasado?
Aunque Recep Tayyip Erdogan, fundador del AKP, primer
ministro hasta el verano de 2014 y presidente desde entonces, ya no es
técnicamente miembro del partido ni tiene poder ejecutivo, la pasada campaña
electoral se desarrollaba a la sombra de su figura.
Destacaba su reiterada petición de conseguir 400 diputados
en los comicios de junio para el AKP, suficiente para reformar la Constitución
y otorgarle legalmente el poder que ya se atribuía él por la vía de los hechos.
Pero las urnas le dieron apenas 258 escaños, por debajo de
la mayoría absoluta, y las negociaciones para una coalición fracasaron, a todas
luces por la negativa de los demás partidos a aceptar la influencia de Erdogan
en el Ejecutivo.
Durante un mes, en plena campaña electoral, el gobierno
interino de Ahmet Davutoglu inició sin razón una operación militar contra las
organizaciones de las minorías kurdas. El PKK respondió tomando las armas. En
pocas semanas, el ejército mató a más de un millar de ciudadanos kurdos,
mientras que combatientes de la resistencia kurda mataron a más de 50 soldados
y policías.
Las elecciones legislativas del 01 de noviembre están
haciendo crecer las fracturas en el país. Si bien es poco probable que el
islamista AKP obtenga una mayoría, podrían hacerlo en alianza con el
nacionalista MHP. Aunque para muchos no esté relacionado, el futuro político de
Turquía afecta a las futuras intervenciones de ISIS en su frontera. En este
caso, elapoyo a Daesh/ISIS continuaría, agravando aún más el problema. Por el
contrario, si el AKP no consigue el poder, Daesh podría lanzar una campaña
terrorista en Turquía. Pero, volviendo al presente, no ha lugar a dudas que con
la convulsión que presenta el país mancha la idea de unas elecciones libres y
justas.
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