El 17 de marzo de 1988, contra el poblado kurdo Halabja
situado en el norte de Iraq, fue empleado un agresivo tóxico que acabó con unos
cinco mil habitantes en cuestión de una hora. Por alguna razón desconocida,
expertos de la ONU no supieron determinar quiénes fueron los responsables del
empleo de agresivos tóxicos en el poblado que desde mediados de marzo se
encontraba bajo el control de las tropas iraníes. Los inspectores anunciaron
que en los combates por Halabja ambas partes emplearon agresivos tóxicos. Ello
no obstante, todo evidenciaba que la gente murió por la inhalación de gas a
base de cianuro, empleado por Irán. Los iraquíes, como se sabe, empleaban gas
mostaza, sin que hubiera datos algunos de que tuvieran en su poder agresivos
tóxicos a base de cianuro. Igual que en el caso de Damasco, sería por lo menos
extraño sospechar de Irán como responsable de un ataque químico contra sus aliados.
Como es sabido, en aquel entonces, las milicias kurdas combatían del lado de la
República Islámica.
La verdad salió a relucir más tarde. El 17 de enero de 2010,
un tribunal iraquí reconoció a Sadam Husein culpable del empleo de agresivos
tóxicos en Halabja y lo condenó a la pena capital mediante el ahorcamiento.
Según escribe Foreign Policy, cargos oficiales
de EEUU durante largo tiempo negaron su connivencia con los ataques químicos
iraquíes, afirmando que el Gobierno de Husein nunca había anunciado sus
intenciones de emplear agresivos tóxicos. Ello no obstante, el coronel de la
Fuerza Aérea, Rick Francona, quien en 1988 ocupó el cargo de agregado militar
de EEUU en Iraq, en una ocasión manifestó a la revista: “Los iraquíes no nos
informaron de que iban a emplear gas nervioso. Pero ya no era necesario,
nosotros lo sabíamos todo”. Otro comentario al artículo dice: “En 1984, cuando
recibí instrucción en el Centro de Protección Química en Fort McClellan
(Alabama), allí también cursaban estudios oficiales iraquíes”. Los
estadounidenses siempre estaban al tanto del empleo de los agresivos tóxicos
por las tropas iraquíes. Según revela un exoficial de la CIA, las imágenes
satelitales mostraban el suministro de municiones químicas a las posiciones
iraquíes poco antes de cada ofensiva. Según datos que obran en poder de la CIA,
durante el último año y medio de la guerra entre Irán e Iraq, Baghdad empleó
dos tercios del total de las armas químicas a que recurrió durante toda la
contienda.
¿Cuál es la prehistoria? A finales de 1987, los servicios de
inteligencia informaron al presidente Reagan de que en la primavera próxima
Irán lanzaría una ofensiva de mayor envergadura que las anteriores, por lo cual
los persas habrían podido romper la defensa de Iraq, tomar Basra y ganar la
guerra. Según testimonia Francona, al leer el informe, Reagan escribió en los
márgenes: “La victoria de Irán es inadmisible”. EEUU empezó a transferir al
Ejército iraquí una pormenorizada información sobre el emplazamiento y
traslados de las tropas enemigas. Valiéndose de las fotos, mapas y datos de
información proporcionados por EEUU, Iraq empleó zarina y gas mostaza antes de
las cuatros mayores ofensivas a comienzos de 1988. Municiones con agresivos
tóxicos fueron empleadas contra las tropas iraníes también en la península de
Fao, lo cual posibilitó a Iraq ocuparla toda. Las tropas iraníes no pudieron
tomar Basra. Según afirma Francona, las autoridades de Washington estaban muy
satisfechas con el resultado, porque al haber sufrido ataques químicos, los
iraníes ya no estaban en condiciones de desarrollar operaciones ofensivas.
En realidad, lo arriba expuesto no es ninguna novedad.
Todavía en 1994, en su libro With Friends Like These, Bruce
Jentleson escribió sobre la transferencia, por parte de EEUU, de datos de
información e imágenes al régimen de Sadam Husein durante la guerra contra
Irán. En el libro The Longest War (1991), escrito por Dilip
Hiro, el autor describe con todo lujo de detalles la guerra química contra
Iraq. No hace mucho, en National Defense University se hicieron de dominio
público las traducciones de las memorias de generales iraquíes que hablan
pormenorizadamente de los ataques químicos.
La exclusividad del artículo publicado en Foreign
Policy reside en que aparte de los testimonios proporcionados por
testigos oculares, ahora se dispone también de documentos. Aunque todavía no se
han establecido los responsables del ataque químico en los suburbios de
Damasco, esta antigua historia con Iraq evidencia que es bastante fácil echar la
culpa a aquel que sea necesario inculpar. Pero luego será difícil demostrar que
se equivocaron guiándose exclusivamente por las buenas intenciones, sobre todo,
en una época en que los secretos no duran mucho.
Nota histórica: A comienzos de los años 80, EEUU empezó a
suministrar a Iraq grandes lotes de pesticidas y herbicidas que también pueden
servir de componentes para producir armas químicas. En un país desértico,
aunque con una agricultura bien desarrollada, tanto pesticidas como herbicidas
eran absolutamente innecesarios. Pasado algún tiempo, Iraq adquirió
centrifugadoras para separar de los pesticidas los principales componentes de
las armas químicas.
En honor a la verdad, hay que precisar que el primero en
haber insinuado el empleo de gas en Iraq fue Winston Churchill, cuando en 1922,
la Compañía Petrolera Anglo-Persa (Anglo-Persian Oil Company, hoy BP) convirtió
Iraq en una colonia petrolera de Gran Bretaña. Cuando en Iraq estallaron
disturbios masivos, Churchill expresó en el Parlamento: “Debemos emplear bombas
con gas para infundir espíritu timorato a las tribus indóciles”.
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