El gobierno alemán anunció en primavera de 2013 que mantendrá durante unos dos años un reducido contingente militar en el norte de Afganistán después de que termine la misión de la OTAN en este país en 2014.
Esta decisión pone de manifiesto que los servicios secretos alemanes han conseguido crear en el suelo afgano un sistema eficaz para garantizar la seguridad de sus compatriotas, tanto militares como civiles. No es de extrañar: la inteligencia de Alemania empezó a trabajar en Afganistán desde hace casi un siglo, en 1915.
Aquel año la legendaria expedición liderada por el general Oskar Ritter von Niedermayer y el diplomático Werner Otto von Hentig, ambos alemanes (la llamada misión Niedermayer-Hentig), llegó a Afganistán para convencer al emir afgano de atacar en forma conjunta la India británica. El fracaso de la misión declarado oficialmente ahora no parece tan evidente. Inspirados por los alemanes, un grupo de los nobles afganos asociados al movimiento anti-británico organizaron el asesinato del emir en 1919 y en breve empezó la tercera guerra anglo-afgana.
En vísperas de la Segunda Guerra Mundial Alemania modernizó y rearmó el ejército afgano, mientras la policía del país europeo volvió a desplegar los servicios secretos en Afganistán. Temiendo insurrecciones tribales, Gran Bretaña no se arriesgó a dejar desprotegidas las fronteras de la India Británica con Afganistán, por lo cual miles de soldados ingleses no fueron a los frentes europeos durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial.
A partir de los años 1950 la agencia de inteligencia policial extranjera del gobierno alemán, el Bundesnachrichtendienst, o BND, se instala en Afganistán. Desde diciembre de 1954, cuando se establecieron las relaciones diplomáticas entre la Alemania Occidental y Afganistán, los consejeros militares alemanes se dedicaban a formar a agentes secretos afganos hasta 1979. Con el establecimiento en el país centroasiático de un régimen prosoviético, muchas figuras clave del gobierno anterior, como los exjefes de la Policía de Kabul y del Servicio afgano de Inteligencia, se convirtieron en los informadores de la BND. En 1979 los medios occidentales acusaron al servicio de inteligencia extranjera de Alemania de no haber advertido los preparativos para la invasión de la URSS a Afganistán. En realidad, los altos jefes de la BND simplemente hicieron caso omiso de las advertencias de sus analistas en el Oriente Medio.
A principio de los años 1980 la BND, gracias a los buenos contactos con la Dirección de Inteligencia Inter-Services (ISI), el servicio de inteligencia en Pakistán, desplegó sus redes de espías en Islamabad, Karachi y Peshawar. Al mismo tiempo, según algunas fuentes, la unidad de operaciones especiales contraterrorista de la Policía Federal Alemana, el GSG 9 (Grenzschutzgruppe 9) formó a los muyahidines afganos en el territorio pakistaní y alemán.
La mitad de los políticos que se reunieron tras la caída del régimen talibán en el Palacio de Petersberg para formar un nuevo gobierno interino de Afganistán, estaban en contacto con la BND. Entonces, más de trescientos efectivos de las Fuerzas Armadas alemanas pasaron a formar parte del servicio de inteligencia extranjera, que continuó su trabajo en el país centroasiático bajo la tapadera de una ONG. Ahora en Afganistán trabajan los agentes de la BND, de la Oficina federal de inteligencia de las fuerzas armadas (ANBw) y de la Agencia de Contrainteligencia Militar (MAD). Están colaborando tanto con los aliados como con la Dirección Nacional de Seguridad, el Servicio de Inteligencia afgano. Los alemanes preparan a los efectivos de la policía y de los servicios secretos de Afganistán que puedan permanecer en servicio independientemente del régimen político en el país. Desde 2001 la unidad especial de élite del ejército alemán KSK (Kommando Spezialkrafte) realiza operaciones conjuntas con los afganos en el norte de Afganistán.
En el último decenio la participación militar de Alemania en IFOR fue criticada tanto en el país como por los expertos internacionales. Ahora, cuando los aliados alemanes de la OTAN no terminan de definir posturas respecto su presencia en Afganistán después de la retirada de las tropas, el resultado del trabajo sistemático de los servicios secretos de Alemania demuestra que solo se puede cumplir las misiones que pueden ser cumplidas. Especialmente en Afganistán.
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