Un documento filtrado en una ocasión por Wikileaks citó a Hillary Clinton diciendo que el reino saudí “continúa siendo una base de apoyo financiero crucial para los grupos terroristas” y que EEUU no estaba satisfecho con el “modelo islámico” que los saudíes presentan y tratan de difundir. Ella añadía que Arabia Saudí es “el mayor responsable del ascenso del extremismo” y “utiliza su riqueza petrolífera para exportar una violenta versión del Islam a través de los clérigos wahabíes.
Durante los pasados meses, el liderazgo saudí parece haber abandonado su método de “cauto silencio” y ha decidido mostrar públicamente su resentimiento hacia la política de la Administración Obama mediante declaraciones de miembros de la familia real saudí y la adopción de giros políticos inesperados como medio de convencer a Washington de que altere lo que los dirigentes saudíes consideran como “un camino errático”, según señala Simon Henderson, autor de “Después del Rey Abdulá: la sucesión en Arabia Saudí”.
La primera indicación del nuevo enfoque saudí apareció tras la negativa del ministro de Exteriores saudí, Saúd al Faisal, a pronunciar un discurso en la Asamblea General de la ONU a principios de octubre de 2013. Dos semanas después, Riad dio un paso sin precedentes en la historia de las Naciones Unidas cuando rechazó un escaño no permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU (18 de octubre). Esta postura sorprendió a los círculos diplomáticos en Nueva York debido especialmente a que los responsables saudíes habían estado llevando en los tres años anteriores una fuerte campaña para obtener un escaño en el Consejo de Seguridad. Ellos habían sometido incluso a un equipo de diplomáticos a un curso de preparación de un año en la Universidad de Columbia con el fin de llevar a cabo esta tarea. Tres días después de que el reino anunciara su rechazo al escaño, el Wall Street Journal y Reuters citaron a un diplomático europeo que dijo que el jefe de la Inteligencia saudí, príncipe Bandar bin Sultán, había advertido acerca de un “gran giro” en las relaciones de Riad con Washington en protesta por su inacción en Siria.
Según el Wall Street Journal, el príncipe Bandar dijo también que reduciría la cooperación con la CIA en el entrenamiento a los rebeldes sirios y trabajaría con otros aliados, incluyendo Francia y Jordania. El príncipe Bandar añadió que “el rechazo del reino al asiento no permanente en el Consejo de Seguridad fue un mensaje a EEUU y no a las Naciones Unidas”. El momento y la forma en la que el príncipe Bandar bin Sultan envió su mensaje a los estadounidenses contenía varias indicaciones. Con respecto al tiempo, la objeción saudí se produjo la víspera del encuentro previsto en París entre el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, y su homólogo saudí, el príncipe Saúd al Faisal (21 de Octubre). En lo que se refiere a la forma, el mensaje reflejó el sostenido crecimiento en las relaciones entre Arabia Saudí y Francia, ya que Bandar escogió al embajador francés en su país, Bertrand Besancent, para enviarlo. Bandar le invitó a pasar el fin de semana del 19 y 20 de octubre en Yeddah y luego el embajador volvió a Riad donde informó a sus homólogos europeos sobre el contenido del encuentro. Más tarde, estas declaraciones fueron filtradas a Reuters y el Wall Street Journal.
El príncipe Turki al Faisal también participó en la campaña contra la Administración Obama, Él estaba bien posicionado para ello porque fue embajador en Washington y jefe del Servicio de Inteligencia de Arabia Saudí durante un largo período (1979-2001). Faisal escogió entregar su mensaje directamente desde el territorio estadounidense pronunciando un discurso ante la Conferencia Anual de Responsables Políticos Árabe-Estadounidenses (22 de Octubre) y realizando varias apariciones en los medios estadounidenses, incluyendo una larga entrevista con el Washington Post (4 de noviembre) en la que dijo que consideraba que las políticas de Obama hacia Siria e Irán eran erróneas y decepcionantes y que la única forma de reparar las cosas era hallar una solución a la causa palestina y presionar así a Irán, que se presenta como “el liberador de los palestinos y los sirios”.
Estas declaraciones reflejaron el amplio foso existente entre los responsables saudíes y la Administración Obama. No se trata sólo de un desacuerdo limitado sobre un cierto detalle de la política estadounidense en la región. Para los saudíes, se trata de una oposición completa a la nueva política de EEUU, tal como el ministro saudí de Exteriores, Saúd al Faisal, dejó claro en 2001 al comentar la política de la Administración Bush. “El tratar con EEUU hace que un hombre sano se vuelva loco”, afirmó. ¿Qué diría entonces sobre la crisis que tiene lugar hoy entre el régimen saudi y la Administración Obama y que sobrepasa las discrepancias que acontecieron durante la era Bush?
Todos los indicadores muestran que los fundamentos de las relaciones entre Washington y Riad ya no son los mismos porque ha habido un cambio de escenario que los afecta. El escenario que existe después de la Guerra Fría difiere del que había durante la misma. Además, EEUU se presenta como una potencia internacional productora de gas y que ha minimizado su dependencia del petróleo saudí. De este modo, EEUU ya no se ve obligado a mantener el mismo tipo de relaciones con el reino como las que existieron hace décadas, según Christopher Davidson, autor de “Después de los sheijs: el próximo colapso de las monarquías del Golfo”.
Entre los mencionados indicadores que provocan la preocupación y la cólera de los saudíes está lo que ocurrió durante la reforma del equipo de seguridad nacional durante el segundo mandato de la Administración Obama, ya que ninguna de las figuras de alto nivel de ese equipo había tenido tratos anteriores con los saudíes. Este dato revela en sí mismo la retirada del reino de la lista de prioridades de los planificadores de la política exterior y de seguridad nacional de EEUU en este período.
Existe un creciente convencimiento entre los responsables y planificadores estadounidenses de que sus prioridades difieren de las de los saudíes y que los intereses de los dos países ya no se corresponden. Así por ejemplo, si Washington tuviera que escoger entre realizar un esfuerzo diplomático para impedir que Irán obtenga un arma nuclear y el poder saudí, la primera de ambas opciones sería indudablemente la elegida.
Ante las furiosas críticas saudíes, la Administración Obama no ha adoptado públicamente una postura sino que más bien optó por una “pacificación diplomática” y una estrategia de contención de la ira saudí haciendo comprender a los responsables saudíes que sus diferencias no están en vías de incrementarse y enviándoles también el mensaje de que los intereses de EEUU van primero.
Incluso aunque la postura oficial de EEUU hacia el reino saudí fue tranquila, algunas duras posturas no oficiales en contra de los saudíes comenzaron a aparecer en los medios (periodistas, académicos, expertos de centros de investigación, antiguos responsables de las administraciones estadounidenses etc). No cabe excluir tampoco que el establishment oficial de EEUU esté detrás de estas tomas de postura con el fin de enviar mensajes indirectos a Riad. Cabe citar aquí, por ejemplo, el duro artículo de opinión de Fareed Zakaria aparecido en la revista Time (11 de noviembre) bajo el título de “Los saudíes están locos”. Zakaria es conocido por sus estrechos vínculos con el Departamento de Estado de EEUU y es presentador de un programa semanal de la CNN en el que se abordan temas de política exterior. El artículo llevaba el subtitulo de “Por qué no debemos preocuparnos de que el país más irresponsable del mundo esté descontento con EEUU”. En él, Zarakia afirmó: “Si hubiera un premio para la Política Exterior Más Irresponsable, él habría sido otorgado a Arabia Saudi... Sea lo que sea lo que uno piense sobre el manejo de los asuntos de la región por la Administración Obama, lo último que debe preocupar a la política exterior estadounidense es cómo sea recibida por la Casa de Saúd”.
Zakaria declaró que la antigua secretaria de Estado, Hillary Clinton, fue citada en un documento filtrado por Wikileaks en diciembre de 2009 diciendo que Arabia Saudí continuaba siendo “una base financiera crucial” para el terrorismo y que Riad había llevado a cabo “sólo acciones limitadas” para detener el flujo de fondos hacia los talibanes y otros grupos similares”.
Zakaria también citó a Stuart Levey, un alto responsable del Departamento del Tesoro, que dijo a ABC News en 2007 que “si pudiera chasquear los dedos y cortar la financiación de un país (a los terroristas), éste sería Arabia Saudí... Es la nación que ostenta una mayor responsabilidad en lo que se refiere al incremento del radicalismo islámico y de la militancia en todo el mundo. En las pasadas cuatro décadas, la inmensa riqueza petrolífera del reino ha sido utilizada para alimentar la exportación de una extrema, intolerante y violenta visión del Islam predicada por sus clérigos wahabíes”.
Además, Zakaria citó al antiguo ministro de Justicia de Pakistán, Iqbal Haider, que dijo en 2012: “Ya se trate de los talibanes o de Lashkar-i Taiba, su ideología es el wahabismo saudí sin ninguna duda”. Él añadió que “No hay duda de que Arabia Saudí está apoyando a los grupos wahabíes en Pakistán”.
Fareed Zakaria concluyó diciendo que: “Sea cual sea la razón, debemos admitir que Arabia Saudí está irritada con EEUU, pero estamos seguros de que es eso es una señal de que Washington está haciendo algo correcto”-
A pesar de que este ataque de Fareed Zakaria contra Arabia Saudí fue el más duro, muchos otros comentaristas y columnistas estadounidenses influyentes criticaron también con firmeza la política exterior saudí. Así por ejemplo, Fred Kaplan escribió un artículo con el título de “Un dolor real”, en cuya introducción él achacó las diferencias entre Arabia Saudí y la Administración Obama a la posición cada vez más débil del reino en el mundo y concluyó diciendo: “Obama debería dejar claro que nuestros intereses en Oriente Medio ya no se corresponden con los deseos o el destino de la familia real saudí del modo en que esto solía ocurrir”.
Por su parte, Doug Bandow publicó en el sitio del Huffington Post un artículo en el que criticaba con fuerza a la familia real saudí. Bandow, un investigador del Instituto CATO que trabajó como asistente especial del presidente Reagan, dijo: “Arabia Saudí está irritada con Washington. Desde el punto de vista de Riad, el gobierno de EEUU no está haciendo lo suficiente para apoyar la tiranía y la guerra en Oriente Medio”.
El columnista rechazó los llamamientos de Arabia Saudí para “mostrar preocupación por el pueblo sirio que ha sido masacrado por las armas químicas de Assad (según palabras de Turki al Faisal)”. Bandow recordó que la familia real saudí había apoyado a Saddam Hussein en su guerra contra Irán, durante la cual el entonces presidente iraquí utilizó armas químicas y mató hasta un millón de personas. En base a ello, él concluye que “las masacres en masa cometidas por el aliado de facto de Riad importaron menos a la familia real saudí que el lograr la derrota de un régimen shií”.
En relación a la aparentemente fracasada campaña de los saudíes para tratar de influenciar los pasillos de Washington donde se toman las decisiones, Bandow dijo: “Los norteamericannos no deberían preocuparse de que las poderosas élites saudíes, acostumbradas a comprar lo que desean, estén frustradas porque ya no puedan comprar tan fácilmente los servicios de Washington... En lugar de ello, la Administración Obama debería decir a los “amigos” extranjeros que Washington actúa siguiendo los intereses del pueblo de EEUU y no los de los dictadores corruptos”.
Bandow concluyó diciendo en su artículo que “el presidente Obama merece un elogio por negarse a cambiar la política estadounidense con el fin de satisfacer los caprichos de la familia real saudí. Washington podría ser incapaz de impedir que los saudíes sigan promoviendo la tiranía y la guerra. Sin embargo, EEUU no debe ciertamente ayudarles en sus objetivos”.