Una característica del político psicópata es que es un
mentiroso, pero no un mentiroso cualquiera, es un artista: actúa,
convence y manipula. Un político común, cumplida su función, se va. Al
psicópata, en cambio, una vez que está arriba, no lo saca nadie. No
deja el poder, y mucho menos, lo delega.
Las personas con derechos son "cosas" a su servicio, cuya
voluntad no duda en doblegar, bien con un cargo, con un subsidio o con una
falsa promesa. No es un dar desinteresado, es un uso de las personas para
construir su propio poder rodeándose de una clientela política que le es
incondicionalmente fiel. "Yo te doy, pero tú me lo devuelves o me
respondes cuando y como yo te lo pida".
El político psicópata no se adapta a la tranquilidad. Él necesita la
crisis. Las sociedades lideradas por políticos de estas características
viven de crisis en crisis. Necesita desestabilizar siempre las cosas. Necesita
fabricar crisis. A la pregunta de "¿Cuál es su tendón de
Aquiles? ¿Cuál es su punto débil?", responde: "La
frustración de sus planes".
Cuando el político psicópata apuesta por un proyecto y no le sale, entonces
se desorganiza y empieza a cometer torpezas. En este punto, la gente
reconoce sus majaderías y percibe cómo comete una tras otra, y es entonces
cuando comienza a quebrarse esa unidad que había conseguido con su capacidad de
convicción, persuasión y manipulación.
¿Les viene a la memoria, en España, algún caso así?
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