Algunos expertos coinciden
al calcular que los corruptos, sobre todo los políticos y sus amigos, han
robado entre 100.000 y 150.000 millones de euros, desde que murió Franco hasta
nuestros días, una cantidad desorbitada que ha provocado la ruina de este país.
Casi la totalidad de ese dinero fue sustraído desde el triunfo electoral de
Felipe González (1982) hasta nuestros días.
El saqueo se ha producido a
través de comisiones ilegales, subvenciones que se perdieron, sobrevaloración
de contratos y servicios, créditos condonados, facturas falsas, negocios con
ventaja, testaferros, recalificaciones dolosas, concesiones mafiosas, EREs
trucados, apropiación indebida de fondos públicos, sobre todo fondos
reservados, y robos directos de fondos públicos.
Gran parte de ese dinero ha ido a
parar a los bolsillos de los corruptos mas poderosos, generalmente políticos
con cargos públicos y empresarios cómplices, pero una parte nada desdeñable ha
ingresado en las arcas de algunos partidos políticos, lo que los convierte en
auténticas asociaciones de maleantes.
Los políticos no sólo son los
responsables de ese brutal saqueo, sino que también lo son de que los ladrones,
en su mayoría, se hayan escapado de la justicia, sin castigo y sin devolver un
solo euro de lo rapiñado. Los que no han robado y se declaran limpios son
culpables por haber guardado un silencio cómplice cuando vieron y conocieron el
saqueo del país que perpetraban muchos de sus colegas. Algunos partidos no han
dudado en incluir a sospechosos de corrupción en sus listas electorales y otras
veces han protegido y apoyado a los que estaban siendo investigados por
corrupción. Al negarse a perseguir a los ladrones, muchos de los cuales son de
sus propios partidos, los políticos, sin excepción, aunque no hayan participado
directamente en el saqueo de España, se han convertido en cómplices y en
traidores a la patria, a la que están obligados a defender desde sus cargos
públicos.
La situación es tan grave y
bochornosa que a veces pienso que los ciudadanos deberíamos rebelarnos y practicar una resistencia
pacífica, pero implacable, incluyendo dejar de pagar impuestos y de acudir a
las urnas, hasta que la clase política cumpla con su deber, abandone el
silencio y la pasividad ante el crimen y los ladrones sean encerrados y
devuelvan el dinero robado.
La ciudadanía, indignada ante una
casta política que vive en la impunidad y permite que el robo y el saqueo de
España no sean penalizados, debe exigir que los sospechosos sean investigados
por tribunales especiales (Audiencia Nacional), que la Fiscalía del Estado y
los jueces envíen comisiones rogatorias a todos los paraísos fiscales para
averiguar donde están los mas de 100.000 millones robados al erario público,
que todos los sospechosos de enriquecimiento rápido e inexplicable sean
investigados, que se registren todas sus propiedades en busca del dinero
substraído, que se bloqueen sus cuentas bancarias y se embargue su patrimonio y
que todos los que han robado ingresen en prisión hasta que no devuelvan el
último euro. Y el domingo 25 existe una forma...
Esa sería una manera de
comenzar la regeneración de España y la limpieza de la pocilga nacional.
La recuperación de ese dinero
bastaría para asegurar las pensiones en el próximo cuarto de siglo, para acabar
con los recortes y asegurar el mantenimiento de los sevicios sociales básicos.
Solo ellos son los responsables de haber incluido en las listas (cerradas y bloqueadas) a chorizos
y delincuentes, deben ser considerados responsables subsidiarios de los
crímenes cometidos por sus pupilos y protegidos y deberían devolver el dinero
substraído al pueblo en el caso de que los ladrones se nieguen a hacerlo.
Esa exigencia es necesaria para
devolver a España su dignidad y solvencia como país. El domingo 25 de mayo recuerda, cuando tengas la papeleta en la mano, a quién NO tienes que votar.
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