Mientras el régimen saudí se gana muchos enemigos fuera por su apoyo al terrorismo internacional y sus intentos desestabilizadores contra sus vecinos, como Siria o Iraq, sufre al mismo tiempo una creciente contestación interna.
Un ejemplo de ello, ha sido la reciente condena por parte de un tribunal de Yeddah de dos jóvenes saudíes por razones nimias.
Uno de ellos fue condenado a una pena de prisión de cinco años y a pagar una multa de 13.000 dólares por “fomentar las divisiones”, “alentar las manifestaciones” y “publicar artículos escritos en medios audiovisuales que alimentan las divisiones en la región de Awamiyah”.
El segundo joven fue condenado a seis años y una multa similar por haber llevado “actividades contra el Estado en Internet utilizando nombres falsos y llamando a las protestas”.
Sin embargo, estas medidas represivas, dirigidas a acallar cualquier oposición a la monarquía absoluta de los Al Saúd, sólo pueden añadir calor a la olla a presión. La sociedad saudí está confrontada a numerosos desafíos que tienen que ver con la situación de la mujer, los derechos de las minorías, la libertad de expresión, las libertades personales, la pobreza y el paro y la oposición al extremismo religioso y si ellos no reciben una respuesta apropiada se convertirán en factores profundamente desestabilizadores para el régimen saudí.
Las autoridades saudíes imponen un bloqueo total a todo libro que no se adapte al pensamiento wahabí o salafí ya se trate de libros literarios, religiosos, políticos o filosóficos... Sin embargo, esto es cada vez más difícil en la era del Internet. El régimen de los Al Saúd se parece así a un reino de arena que amenaza con hundirse debido a cualquier tipo de contestación reformista.
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