Desde la época del Imperio Británico y el manifiesto de
Cecil Rhodes, la búsqueda de tesoros en el continente africano ha demostrado la
relación con el costo de la vida humana. A pesar de décadas de apatía entre los
consumidores de recursos primarios, el alcance cada vez mayor de propaganda de
los medios sociales ha encendido el interés público pasado por alto los
problemas sociales de África. Ahora, la opinión pública en los Estados Unidos
se está movilizando en favor de una mayor presencia militar en el continente
africano. Tras el despliegue de un centenar de militares estadounidenses a
Uganda en 2011, un nuevo proyecto de ley fue introducido en el Congreso
pidiendo una mayor expansión de las fuerzas militares regionales en la búsqueda
del Ejército de Resistencia del Señor (LRA), un grupo rebelde presunto
responsable del reclutamiento de niños soldados y la realización de crímenes
contra la humanidad –en estos días, la excusa se llama BokoHaram-.
A medida que el gobierno de Obama afirma dar la bienvenida
al ascenso pacífico de China en el escenario mundial, la política de los
últimos cambios hacia un siglo americano del Pacífico indica un deseo de mantener
la capacidad de proyectar fuerza militar hacia la superpotencia emergente.
Además de mantener una presencia militar permanente en el norte de Australia,
la construcción de una base de expansión militar en Jeju (Corea del Sur) indicó
un creciente antagonismo hacia Beijing. La base tiene la capacidad de albergar
hasta veinte buques de guerra estadounidenses y surcoreanos, incluidos los
submarinos y destructores, una vez terminado en 2014. A ello hay que añadir la
presencia de sistemas anti-balísticos Aegis. En respuesta, los líderes chinos
se refirieron a la creciente militarización en la región como una abierta
provocación.
En el frente económico, China fue excluida de la propuesta
de AcuerdoTranspacífico de Asociación (TPPA) , un acuerdo comercial diseñado por la
administración estadounidense para regular el comercio internacional a través
de Asia, en beneficio de las corporaciones estadounidenses. Como las divisiones
políticas más fundamentales emergieron después del veto de China y Rusia en el Consejo
de Seguridad sobre Siria, el gobierno de Obama comenzó a utilizar medidas alternativas para ejercer
una nueva presión económica hacia Beijing. Los Estados Unidos, junto con la Unión
Europea y Japón pidieron a la Organización Mundial del Comercio bloquear el
capital chino en proyectos de minería en los EEUU, además de la congelación de
la financiación del Banco Mundial para grandes proyectos mineros de China.
En una medida para contrarrestar el ascenso económico chino,
Washington lanzó una cruzada para restringir las exportaciones de China sobre
los minerales que son componentes cruciales en la producción de productos
electrónicos de consumo como televisores de pantalla plana, teléfonos
inteligentes, baterías portátiles y un sinfín de otros productos. En un Libro
Blanco de 2010 titulado ” ateriales primarios esenciales para la UE”, la
Comisión Europea cita la necesidad inmediata de suministros de reserva de
tantalio, cobalto, niobio y tungsteno, entre otros. El Departamento de Energía
de EEUU también publicó en 2010 el Libro Blanco “Estrategia del mineral
crítico” donde reconocía la importancia estratégica de esos componentes claves.
Coincidentemente, los militares de EEUU incrementaron su presencia en lo que es
ampliamente considerado en el mundo como la nación más rica en estos recursos,
la República Democrática del Congo.
La República Democrática del Congo no sólo ha sufrido mucho
durante su historia del saqueo colonial y la ocupación extranjeras, sino que
mantiene el segundo PIB per cápita más bajo a pesar de tener un estimado de 24
billones de dólares en depósitos de minerales sin explotar. Durante las guerras
del Congo desde 1996 hasta 2003, Estados Unidos proporcionó entrenamiento y
armas a las milicias de Ruanda y Uganda, que más tarde invadieron las
provincias orientales de la RDC. Además de beneficiar a diversas corporaciones
multinacionales, los regímenes de Paul Kagame, de Ruanda y Yoweri Museveni, en
Uganda, que han acumulado inmensas fortunas con el saqueo de minerales del
conflicto congoleño como la casiterita, wolframita, el coltán (del que se
derivan el niobio y tántalo) y el oro. La República Democrática del Congo cuenta
con más del 30% de las reservas de diamantes del mundo y el 80% de coltán, la
mayoría de los cuales se exportan a China para el procesamiento para
instrumentos de calidad electrónica y cableado.
La sin precedentes transformación económica de China se ha basado
no sólo en los mercados de consumo de Estados Unidos, Australia y la UE sino
que ha tenido también a África como fuente para una amplia gama de materias
primas. Como la influencia económica y cultural de China en África se expande
de manera exponencial, con la construcción simbólica de la nueva sede de la
Unión Africana financiada exclusivamente por Beijing (200 millones de dólares),
Estados Unidos y sus dirigentes expresaron su descontento por su papel cada vez
menor en la región. Durante una gira diplomática de África en 2011, la
secretaria de Estado, Hillary Clinton, insinuó de manera irresponsable la
culpabilidad de China en la perpetuación de un “nuevo colonialismo”.
En un momento en que China tenía un estimado de 1,5 billones
de dólares en deuda del gobierno estadounidense, los comentarios de Clinton
resultaron peligrosamente provocativos. China, respaldada por la mayor reserva
de divisas del mundo, comenzó a ofrecer préstamos a sus homólogos BRICS en
renmimbis, y la perspectiva de las naciones emergentes que resisten el Nuevo
Siglo Americano parecía estar cada vez más segura. Aunque el éxito del
imperialismo anglo-americano se basa en su capacidad para conducir militarmente
a la sumisión de las naciones, los líderes africanos de hoy en día hacen negocios
con China, que invierte anualmente un estimado de 5.500 millones de dólares en
África, con sólo el 29% de la inversión directa en el sector minero en 2009,
mientras que más de la mitad de esa cantidad se orientó hacia la fabricación
nacional, las finanzas y la industria de la construcción, que benefician
principalmente a los propios africanos (a pesar de los informes de abusos
contra los trabajadores).
China comprometió además 10.000 millones de dólares en
préstamos en condiciones favorables a África entre 2009 y 2012 y realizó
importantes inversiones en zonas como Zambia y Tanzania. Como socio comercial
más grande de África, China importa 1’5 millones de barriles de petróleo por
día procedentes de África, aproximadamente el 30% de sus importaciones totales.
Durante la última década, 750.000 ciudadanos chinos se han asentado en África y
hay centros culturales prácticamente en todas partes para impartir la enseñanza
del mandarín y el cantonés. A medida que China se convierta formalmente en la economía
más grande del mundo en 2015/16, la concreción de los planes para un Banco de
BRICS tiene la posibilidad de reestructurar la situación financiera global y
cuestionar directamente la conducta hegemónica del Fondo Monetario
Internacional en África.
La profundización de la participación económica de China en
África y su papel crucial en el desarrollo del sector de la minería, la
industria de las telecomunicaciones y los tan necesarios proyectos de
infraestructura crearon un “nerviosismo profundo” en el Oeste , de acuerdo con
David Shinn, ex embajador de EEUU en Burkina Faso y Etiopía. En un libro blanco
de Defensa de 2011, titulado “Los avances militares y de seguridad de la
República Popular de China” , EEUU reconoce la madurez de China en el hardware moderno
y la tecnología militar. El documento indica además que “el ascenso de China
como un actor internacional importante es probable que se destaque como un
rasgo definitorio del paisaje estratégico de principios del siglo XXI”. Por
otra parte, el Departamento de Defensa reconoce a la incertidumbre de cómo las
capacidades de crecimiento de China será administradas en el escenario mundial.
A pesar de una presencia militar de EEUU en África (con el
pretexto de luchar contra el terrorismo y la protección de los derechos
humanos), el gran objetivo es hacer frente a la autoridad económica china en la
región, lo que puede incitar a la tensión y tiene un arriesgado potencial
político. China mantiene el ejército más grande en el mundo con 2.285.000 de
soldados y está trabajando para desafiar la hegemonía militar regional de los
Estados Unidos en el Pacífico con su expansión de las capacidades navales y
convencionales. Además, China posee una elevada capacidad de Anti Misiles
Balísticos (ABM) y realiza pruebas avanzadas de armas anti-satélite (ASAT), lo
que pone de manifiesto su esfuerzo por llevar la rivalidad entre ambos al
frente espacial.
El concepto de la intervención de EE.UU. en la República
Democrática del Congo, el sur de Sudán, la República Centroafricana y Uganda y,
próximamente en Nigeria, con el pretexto de desarmar el Ejército de Resistencia
del Señor y acabar con el grupo insurgente Boko Hanam es un objetivo en última
instancia fraudulento.
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