La "relación especial"
entre EEUU e Israel empeora rápidamente. Los medios de comunicación
estadounidenses alertan: Washington y Tel Aviv, que siempre obraban "al
unísono”, ahora tienen problemas para ponerse de acuerdo sobre la situación en
Siria y el programa nuclear iraní. Según expertos, se han acentuado las
diferencias dentro de la comunidad judía de EEUU, que se ha dividido en
partidarios y adversarios de la colaboración con el Gobierno de centroderecha
en Israel. El dictamen de algunos analistas es duro: EEUU ha perdido su
posición de "garante de estabilidad" en Medio Oriente.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se
comprometió a salvar al mundo del "mal pacto" con Irán. En estos
términos califican los israelíes las propuestas de Teherán sobre el programa
nuclear iraní que se debatió la semana pasada en Ginebra. A la larga, la
promesa de Netanyahu quedó cumplida. Lo mismo que antes, el "sexteto"
resultó incapaz de ponerse de acuerdo con Irán. Pero lo más importante es que
Washington fracasó en su estimación optimista con respecto a esta ronda de
negociaciones, a la que incluso había mandado al secretario de Estado, John
Kerry, cuyos asesores aseguraban que esta vez el acuerdo sería logrado.
No acertaron. Al igual que con la postura israelí en el
conflicto sirio. Desde el principio, Tel Aviv hizo muy pocas declaraciones públicas
al respecto, limitándose a bombardear de vez en cuando alguna base militar,
para luego volver a guardar silencio. A su vez, EEUU, que partió amenazando a
Asad con todas las plagas del mundo, de repente renunció a sus planes de
bombardear Damasco haciendo caso a la razonable propuesta de Moscú de imponer
un control internacional a los arsenales químicos de Siria. Israel, que a lo
mejor no estaba muy sorprendido con este desenlace, igual expresó su
descontento a Washington.
Resumiendo, la tradicional unanimidad propia de las
políticas de EEUU e Israel en Oriente Medio ya no es tan firme. Los medios de
comunicación estadounidenses incluso observan que la comunidad judía de EEUU
está desconcertada, porque "evidentemente se están desmoronando las
referencias estratégicas, culturales y demográficas que a lo largo de muchos
años mantenían unidos a EEUU e Israel". A su vez, los israelíes estiman
que los periodistas (o incluso la propia comunidad judía de EEUU) están
dramatizando demasiado la situación.
Seguramente la culpa no es solo de Obama. Hace ya medio
siglo que la política de EEUU en Oriente Medio está marcada por una clara
intención de "salvar la cabra y la berza", mantener las buenas
relaciones con su principal aliado, Israel, y la influencia sobre los países
árabes (al menos, algunos de ellos). De esta manera, las tensiones en la región
se han ido multiplicando y ya podemos decir que el prestigio de EEUU en Oriente Medio se está volviendo nulo.
Es cierto que a Washington le quedan pocos aliados en Oriente
Medio. Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Qatar están enfadados por el
incumplimiento de las promesas estadounidenses respecto a Siria. La propia
Siria y el vecino Líbano difícilmente experimentarían sentimientos cálidos
hacia el "baluarte de la democracia" en un futuro previsible. Egipto
apenas se está recuperando de toda una retahíla de revoluciones. El Cairo,
cansado de los experimentos estadounidenses, parece estar mirando
hacia el lado de Rusia. En estas circunstancias, es de
suponer que la preocupación de EEUU en cuanto sus relaciones con Israel es
"preventiva" y obedece al hecho de que ponerse a mal también con Tel
Aviv es una opción absolutamente inadmisible para Washington.
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