A medida que las grandes corporaciones de la industria
alimenticia han ido 'secuestrando' los medios de producción y distribución
de alimentos, han empezado a desarrollar productos frankenstein, baratos de
producir y altamente adictivos, que en muchos casos dejaría a nuestros amigos
del paleolítico rascándose la cabeza y preguntando, ¿qué demonios es
esto?.
Para tratar de proteger al consumidor, los gobiernos han aumentado la
regulación, obligando a listar los ingredientes que incluye cada producto y
homogeneizando las etiquetas. Sin duda esto es una buena idea, pero los grandes
fabricantes han intentado (con éxito en la mayoría de los casos) usar esto a su
favor, confundiendo absolutamente a la población (algo que Blogs
como EstoNoEsComida denuncian constantemente, ¡a seguir así!).
En este artículo te enseño a leer las etiquetas, y a descubrir algunas de las
tácticas de la industria para engañarte (realmente no se me ocurre otra palabra
para lo que hacen).
¿Qué nos dicen las etiquetas?
Hay ligeras variaciones en función del país, pero en casi todos los casos las
etiquetas incluyen la siguiente información:
- Tamaño de la porción: Es un dato que define el
fabricante, dando una 'recomendación' de lo que debería ser una ración del
producto, ya que un envase puede contener múltiples porciones. Conceptualmente
tiene sentido, pero como veremos más adelante, es uno de los elementos manipulados
por los fabricantes trileros para jugar con los consumidores a ¿Dónde está la
bolita?.
- Valor energético (calorías): Por desgracia éste suele ser el
primero (y a veces el único) número que la gente mira. Sin duda las calorías
importan, pero como expliqué hace poco, el impacto de esas calorías en tus
hormonas importa mucho más. Mira más los nutrientes y menos las calorías.
- Grasas: La etiqueta indica el aporte total de grasas,
individualizando las grasas saturadas y las grasas trans. Es decir, se mete en
el mismo saco (como perjudiciales) a las grasas saturadas, que tu cuerpo
necesita, y a las grasas trans, un invento químico terriblemente dañino.
- Colesterol: Otro elemento injustamente satanizado por
lacomunidad médica. Nuestro cuerpo produce colesterol porque lo necesita, no
para auto-provocarse un ataque al corazón. Si consumes más en tu alimentación,
tu cuerpo generará menos, y al revés. No hay relación entre elconsumo de
huevos por ejemplo y las enfermedades coronarias (ver estudio), más
bien al revés.
- Carbohidratos: Este valor es más importante que las calorías
y que las grasas saturadas, ya que los carbohidratos tienen el mayor impacto en
la insulina y por tanto en la acumulación de grasa. Sin embargo, más importante
que el valor en sí es la procedencia. Es muy diferente el carbohidrato del
azúcar añadido en un producto procesado, que el carbohidrato en una zanahoria
(y por eso una zanahoria no necesita una etiqueta nutricional).
- Azúcares: En realidad es parte de los carbohidratos, y es
para mi el segundo elemento más importante que debes revisar (pronto
descubrirás el primero).
- Fibra: También incluido dentro de los carbohidratos. En
principio cuanta más fibra tenga el producto menor es su índice glucémico y
menor su impacto en la insulina, pero de nuevo, no es lo mismo la fibra
presente en los alimentos de manera natural que la añadida artificialmente para
poder promocionar el producto como 'alto en fibra'. Si ves palabras como
polidextrosa, inulina o oligofructosa en los ingredientes, es fibra añadida.
Cuando las etiquetas reducen todo a un número es difícil interpretar el
significado.
- Sodio: Si bien no debes preocuparte mucho del sodio natural de
los alimentos, el uso excesivo de sal por los fabricante, haciendo así los
productos más estimulantes al paladar, sí es peligroso. Te aseguro que ni los
chefs más amantes de la sal utilizan tanta cantidad en sus platos como la que
encuentras en los productos procesados. El problema, al igual que con el
azúcar, es que a partir de la etiqueta no sabemos cuánto sodio es natural y
cuánto añadido.
- Ingredientes: A pesar de que suelen aparecer al final de la
etiqueta, y casi nadie lo mira, ES LO MÁS IMPORTANTE. De hecho yo
básicamente miro los ingredientes y la cantidad de azúcar, lo demás es mucho
menos relevante. Por eso el resto del artículo se va a centrar en estos
elementos.
Quiero resaltar que algunas de las recomendaciones que he
mencionado (beneficios de las grasas saturadas, colesterol, fibra...) aplican
en la comida real, 'diseñada' por la naturaleza. Cuando científicos de bata
blanca, pagados por las grandes corporaciones para hacer productos adictivos,
empiezan a inventar falsos alimentos en sus laboratorios, la cosa cambia. Por
desgracia las etiquetas no nos dicen esto directamente, pero mirando la lista
de ingredientes podemos averiguar si se trata de un alimento natural o un
'alimento probeta'. Para el gobierno da lo mismo que la grasa, el azúcar o las
vitaminas sean parte del alimento original o sean añadidas en una fábrica; para
tu cuerpo es muy diferente.
Veamos ahora cómo los fabricantes manipulan todos estos elementos a su favor.
Estrategias de la industria para engañarte
1) Cambiemos las palabras
Afortunadamente mucha gente empieza a ser consciente de que
el azúcar no es simplemente una sustancia 'traviesa' que nos da
caries y nos engorda. Sus efectos en la salud van mucho más lejos, y la
adicción que genera es comparable a la de muchas drogas. La industria sabe que
cuanta más azúcar utiliza, más aumentan las ventas, de ahí que haga todo lo
posible por seguir utilizando cantidades ingentes, pero dándole múltiples
nombres para hacerla menos visible ante los ojos incautos del consumidor medio:
fructosa, dextrosa, glucosa, lactosa, galactosa (casi cualquier cosa terminada
en -osa es azúcar), maltodextrina, melaza, jarabe de maíz, jarabe de maíz de
alta fructosa, azúcar pulverizada, maíz dulce, azúcar invertida, jarabe de
arce, almíbar, jugo de caña... cualquiera de estos nombres es equivalente a
azúcar (o peor).
2) Separemos los ingredientes
Dado que los fabricantes deben listar los ingredientes por orden de
importancia, y no está bien visto que el azúcar figure en los puestos de
cabeza, una técnica muy usada es incluir distintos tipos de azúcar, de tal
manera que reducen la cantidad de cada uno, logrando que estos ingredientes
aparezcan más abajo en la lista. Obviamente es una sucia artimaña, la cantidad
de azúcar que comes es la misma.
Por ejemplo, para evitar que el azúcar aparezca como primer ingrediente en una
chocolatina, el fabricante puede dividir los 15 gramos de azúcar que aporta en
5 gr de azúcar 'normal', 5 gr de jarabe de maíz y 5 gr de glucosa. Ahí los
tienes, 15 gr de azúcar pero más escondiditos.
3) Juguemos con las porciones.
Una estrategia para que comamos más alimento es hacer las porciones mayores.
Ante comida natural, el ciclo hambre-saciedad funciona perfectamente. Ante
productos procesados diseñados precisamente para interferir en este
ciclo, perdemos el control.
El fabricante es libre de hacer el paquete del tamaño que quiera, y decidir
cuál es la porción. A partir de aquí la normativa le permite declarar
únicamente las calorías por porción, azúcares por porción etc. También puede
incluir cantidades por 100 gramos, pero esto sólo lo suelen hacer cuando el
tamaño de la porción es mayor, para que los números parezcan más pequeños.
Un ejemplo, recuerdo que cuando era pequeño las botellas de Coca-Cola eran de
200ml. Ahora es normal ver envases de 500ml, a pesar de que Coca-Cola sigue
indicando que el tamaño de porción es de 200ml. ¿Cuánta gente se compra 500ml
para tomarse menos de la mitad? Nadie.
En este caso, para saber la cantidad que realmente estás tomando, por ejemplo
de azúcar, deberías multiplicar los números de la porción por 2.5, o por 5 en
el caso de mirar la columna de 100ml. A poca gente le gusta hacer matemáticas
antes de comer, y las compañías lo saben.
Otra ventaja de poder manipular libremente las porciones, es que se permite
anunciar 'sin grasas trans' o 'grasas trans 0′ los alimentos que tienen menos
de 0,5 gr por porción (porque se redondean a 0). Por tanto un producto que
tenga 0,9 gr de grasas trans, puede indicar en la etiqueta 0 grasas trans
haciendo que la porción sea la mitad del envase (0,45 gr por porción, que se
redondea a 0 en la etiqueta). Hecha la ley, hecha la trampa.
Para saber realmente si un producto lleva grasas trans, mira los ingredientes
(insisto, lo más importante). Si incluye aceites vegetales hidrogenados o
parcialmente hidrogenados, tiene grasas trans. Las grasas vegetales son
líquidas a temperatura ambiente. Si el producto es sólido y tiene grasa
vegetal, seguramente es trans.
4) Sin azúcar / Bajo en azúcar / bajo en carbohidratos
En la mayoría de los casos, esto significa 'Alto en químicos'. Como mencionaba
antes, añadir dulzor a los alimentos aumenta las ventas, por tanto cada gramo
de azúcar que se reduce suele implicar un aumento en la cantidad
de endulzantes artificiales.
Un buen ejemplo es el chocolate Valor sin azúcar (y otros muchos), donde el
principal ingrediente es maltitol (un tipo de polialcohol). Es decir, estás
comiendo maltitol con sabor a chocolate.
5) 'Enriquezcamos' los productos
Muchas madres están tranquilas comprando cereales de desayuno. Al fin y al cabo
el paquete proclama con grandes letras que están enriquecidos con muchas
vitaminas y hierro. Por supuesto intentan esconder que gran parte de lo que
come tu hijo es azúcar. Y digo yo, ¿no sería mejor comer alimentos que ya
tengan vitaminas y hierro desde el principio?.
Enriquecer un alimento es realmente un eufemismo para decir alterar, y como
explicaba antes, la ingeniería que hacemos en los alimentos no suele funcionar
muy bien.
La gran estupidez: Productos Light
Este punto merece la pena un apartado aparte.
Para ser justos, no es culpa de la industria que la comunidad
médica y los gobiernos hayan atacado injustamente las grasas, a
partir de una serie de equivocados estudios y políticas desarrollados en los
años 50 y posteriormente.
Esto hizo que naciera el concepto 'light'; la acepción exacta depende del país,
pero en general se puede etiquetar como light si contiene como mínimo un
30% menos de calorías que el equivalente no light.
Es decir, por definición un alimento light es un alimento alterado, para
reducir artificialmente las calorías. Y como siempre, la forma de hacer esto
suele ser quitando ingredientes naturales y sustituyéndolos por químicos.
Seguimos pensando que podemos hacer un mejor trabajo que la naturaleza.
Generalmente el elemento natural que desaparece es la grasa. Al eliminar la
grasa de los alimentos, estos se quedan sin sabor, sin consistencia, en fin,
deja de ser la comida que nuestro cuerpo espera (y necesita). Para devolverle
parte de esa consistencia y sabor al producto, se le añaden todo tipo de
componentes nocivos: goma guar, carragenina, goma xantana... Es decir,
sustituimos grasa natural por carbohidratos artificiales. Ni que decir tiene
que esto desequilibra nuestras hormonas, nos produce más hambre y perjudica
directamente nuestra salud.
Repito un ejemplo que comenté alguna vez; dos versiones de un mismo alimento,
normal y light:
Yogur normal: leche entera pasteurizada y cultivos lácteos.
Yogur desnatado (Danone vitalinea 0%): leche descremada pasteurizada de
vaca, jarabe (maltodextrina, almidón modificado, saborizante idéntico al
natural, sucralosa y acesulfame K, sorbato de potasio, ácido láctico, ácido
cítrico, simeticona, citrato de sodio), crema pasteurizada de vaca, sólidos de
leche, almidón modificado y cultivos lácteos.
¿Realmente piensas que la versión light es mejor?. En ese caso golpéate la
cabeza contra la pared, 5 veces.
Otro ejemplo. Si comparas en el supermercado las versiones de la mayonesa
normal con la light encontrarás algo similar. Lo que hacen en este caso es
utilizar más agua y añadir algún espesante barato como fécula de maíz. Es
decir, diluyen la mayonesa en agua, por lo que pueden utilizar menos aceite,
menos huevo y encima te cobran más. Los productos Light son si duda el sueño de
la industria alimenticia.
Conservantes y otros aditivos
La comida de verdad se estropea. Se estropea porque es alimento, y el alimento
atrae a las bacterias, que diferencian un producto natural mejor que nosotros.
¿Por qué crees que la comida de McDonald's se mantiene casi intacta un año
después?.
La respuesta de la industria para alargar la vida de los
productos es añadir conservantes, evitando el ataque de las bacterias. Sobre el
papel, esto parece una buena idea. Pero si piensas que en tu sistema digestivo
hay billones y billones de bacterias, y que uno de los papeles fundamentales
que tienen es ayudarnos a digerir la comida, no estoy seguro que esos
conservantes sean muy bien recibidos. Si las bacterias de fuera no lo
pueden digerir, seguramente las de dentro tampoco.
No estoy diciendo que no consumas nada que tenga conservantes, pero desde luego
maximiza la cantidad de productos frescos en tu alimentación.
Y ni siquiera quiero hablar de los cientos de químicos para colorear la comida,
la comida natural ya tiene el color adecuado. Es comida, no objetos de
decoración!.
Si bien por defecto todos los aditivos son al menos sospechosos, hay algunos
que parecen ser especialmente preocupantes:
Glutamato monosódico: un potenciador del sabor utilizado en
muchos productos, con una lista creciente de estudios que parecen demostrar su
toxicidad. Aunque el debate todavía está abierto, mejor evitarlo. Ante los reclamos
de muchos consumidores, la industria ha venido aplicando la primera de las
tácticas que comenté, 'cambiemos las palabras', y encontrarás variantes del
glutamato monosódico con nombres como proteína hidrolizada, glutamato
monopotásico, ácido glutámico... y para enredar todavía más, se le puede ver
también con números como E620, E621, E622...
E133, colorante azul prohibido en varios países y ligado a daños en el
ADN.
E124, colorante rojo, también prohibido en muchos países y ligado a varios
tipos de cáncer.
E102 (tartrazina), colorante amarillo, permitido en muchos países pero también
muy dañino (ligado a depresión, migrañas, tumores de la tiroides...).
Nitrito de sodio/Nitrato de sodio: Muy utilizados para la conservación de
embutidos, y si bien su justificación es que previenen la formación de la
peligrosa toxina botulínica, su consumo prolongado resulta tóxico. No hay que
obsesionarse, pero si sueles comer muchos embutidos empaquetados, vigila esto.
Bromato de potasio: Ha sido muy usado en repostería para dar esponjosidad al
pan y otros productos. Aunque está prohibido en muchos países por su alta
toxicidad, todavía sigue en uso.
Espero que nunca más compres un producto envasado sin leer
la etiqueta. Y recuerda que si hay ingredientes que no reconoces, lo más
probable es que tu cuerpo tampoco.
Fuente: Fitness Revolucionario
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