Supongo que casi todos conoceréis la cinta continua, ese
artefacto diabólico que se desplaza a una velocidad regulada y sobre la que hay
que correr a su mismo ritmo para que no te expulse hacia atrás. Es la versión
humana de la rueda para hamsters en la que el pobre bicho se entretiene y hace
ejercicio en su jaula corriendo a toda velocidad sin moverse del punto en que
se encuentra. La única diferencia es que la cinta continua se mueve por un
aporte externo de energía y la rueda del hámster la tiene que mover el roedor.
En cierto modo, nuestro sistema económico basado en el
crecimiento nos convierte en hamsters, obligados a correr cada vez más aprisa
para que la rueda no se detenga. Todos sabemos que hace veinticinco o treinta
años bastaba con que trabajase sólo un miembro de la unidad familiar para
sustentar todos los gastos, y hoy es necesario que trabajen los dos para
mantener un nivel parecido. De hecho, según Jeremy Rifkin, bastaría con
trabajar cuatro horas diarias para mantener el nivel de vida de los años
cincuenta.
El límite de esta aceleración de la rueda en que nos hemos
metido es la energía. Pero en lugar de asumirlo, todo indica que estamos
convirtiendo el problema energético en una nueva rueda de hámster en la que
correr a toda prisa, porque lo único que los economistas miden, y se empeñan en
medir, es la velocidad a la que corremos.
Para aclarar el asunto creo que, como siempre, hay que
tratar de buscar la raíz del problema en los conceptos últimos. Lo voy a
intentar:
Un ser vivo no necesita comida; lo que necesita es alimento.
Por eso lo más lógico para hablar de alimentación es expresarse en calorías, y
no en gramos de comida, porque no es igual comer cien gramos de acelgas que
cien gramos de miel. Del mismo modo, la sociedad humana no necesita petróleo,
sino energía, y expresar el aporte de energía en barriles de petróleo es tan
inapropiado como proponer una dieta expresada en gramos.
La cantidad de energía que contiene cada barril de petróleo
es decreciente, pues en primer lugar se extrajo el de mayor calidad y acceso
más fácil. A medida que ha ido pasando el tiempo los pozos se han vuelto menos
productivos y los procesos requeridos para obtener el crudo se han vuelto más
costosos energéticamente, con lo que queda menos energía disponible para la
sociedad. Y esto es clave, porque algunos se limitan a contar lo que sale de
los pozos, sin restar lo consumido por la industria petrolífera.
Ese mismo truco es utilizado a menudo por los directivos de
las empresas que van mal para presentar a los accionistas la cuenta de
resultados de manera que parezcan mejores de lo que realmente son. La artimaña
consiste en presentar como progresos los aumentos de facturación, cuando lo
único que les importa a los accionistas son los aumentos de beneficio. Si el
caradura de turno dice en la asamblea que al año pasado se facturaron cinco
millones y este año se han facturado nueve, parecerá en principio que la
empresa casi ha doblado su negocio. Lo malo será cuando tenga que contar que el
año pasado los gastos fueron de tres millones, y este año de ocho, porque
entonces será cuando quede claro que están ganando la mitad moviendo el doble
de mercancías.
Algo similar, insisto, es lo que sucede con el petróleo y
nadie parece querer darse cuenta.
Sin embargo, lo cierto es que el petróleo convencional, el
que se extrae de la tierra, decrece a un ritmo constante, y el intento de
sustituirlo por petróleo no convencional, o shale oil, procedente del fracking,
no se puede hacer en términos equivalentes. Si admitimos semejante cuenta
estaremos cayendo en la trampa antes citada de fijarnos en la facturación más
que en el beneficio.
Los que se llaman a sí mismos optimistas nos cuentan a todas
horas que las enormes reservas de petróleo de roca podrán ir sustituyendo
paulatinamente al petróleo que se deja de sacar de los pozos convencionales,
pero ni esto es cierto ni probablemente lo será nunca. Trataré de demostrarlo
con cifras.
En estos momentos, la producción de petróleo convencional
ronda los 65 millones de barriles diarios. Es una cifra controvertida, pero la
vamos a dar por buena. El resto procede de gas licuado y todas esas fuentes y
procedencias.
La disminución de producción de los pozos convencionales
ronda un 3% anual. La disminución real es bastante mayor, pero se ve atenuada
por las nuevas explotaciones, etc. Aunque es una cifra optimista, aceptamos
como válido este 3% de decrecimiento.
Cada barril de petróleo contiene aproximadamente 1700
Kw·hora de energía. O lo que es lo mismo, 1,7 Megawatios·hora. Esta cantidad no
es fija, por supuesto, y ya hemos dicho que es menguante por muy distintos
motivos (el fondo de los pozos contiene más alquitrán y menos compuestos
volátiles, etc.), pero la damos por buena.
La TRE de los pozos convencionales se encuentra cerca de 20.
O sea, que por cada veinte barriles que sacamos tenemos que gastarnos uno en el
proceso.
La TRE de los pozos no convencionales es muy variable, pero
se acepta que su valor medio, actualmente, está en torno a 6. Por tanto, por
cada seis barriles que sacamos tenemos que gastarnos uno en el proceso.
Lo que habitualmente nos cuentan es que, con estas cifras, y
dadas las enormes reservas de petróleo no convencional (tema dudoso que ya se
irá viendo), basta con aumentar el número de barriles de petróleo no
convencional para sustituir al petróleo convencional que se deja de extraer por
el declive de los campos antiguos. Nos lo dicen y se quedan tan anchos, y a
nosotros nos parece intuitivamente posible, mientras el petróleo no
convencional dé un rendimiento de seis barriles por cada uno invertido, pero
echemos un vistazo a los números para darnos cuenta de lo que supone esta
afirmación.
En 2012, con los datos de los que partimos, tenemos una
producción de 65 millones de barriles, lo que supone unos 105 millones de
Megawatios·hora diarios. Esta es la cifra de partida de nuestro modelo.
Lo que se pretende, en el futuro, es mantener ese mismo
nivel de suministro energético. De crecer ya ni hablamos. En 2013, por tanto,
tenemos un 3% menos de producción de petróleo convencional, que nos entrega
casi 102 millones de MW. La energía que nos falta tenemos que obtenerla del
petróleo no convencional, ¡pero cuidado!, porque aquí es donde está el engaño:
la disminución del petróleo convencional es de 1.893.203 barriles, y para
sustituir la energía que nos aportaban necesitamos nada menos que 2.098.289, como
indica la tercera columna. ¿Por qué? Porque obtener seis barriles del nuevo
producto consume uno, mientras que antes sólo consumíamos uno de cada veinte.
Esa es la clave, y por eso lo calculamos en Megawatios·hora, a ver si queda
claro.
Por ese camino, y como se puede ver en la tabla,
necesitaremos en 2020 más de quince millones de barriles diarios procedentes
del petróleo no convencional. Una cantidad descomunal que supera muy de largo a
las predicciones más optimistas. Para verlo, vamos a añadirle una columna a la
tabla, que nos indique el número de pozos de petróleo no convencional que hay
que tener en funcionamiento para obtener semejante producción. Aunque la
producción de estos pozos es muy diversa y declina a una velocidad vertiginosa
(en unos 18 meses pasa a la mitad), en estos momentos se acepta como buena una
producción media diaria de 100 barriles por pozo, contando tanto las
incorporaciones recientes como los pozos más antiguos y menos productivos.
Como veis, según este cálculo, serían necesarios en 2020 más
de ciento cincuenta mil pozos de petróleo no convencional, y casi el doble en
2030. Y todo esto, insisto, PARA MANTENER LA ACTUAL CANTIDAD DE ENERGÍA
APORTADA POR EL PETRÓLEO.
¿Y qué tenemos en la actualidad, cuando estamos explotando
los pozos más rentables y asistimos al boom de las inversiones en petróleo no
convencional? Pues alrededor de 1 millón de barriles diarios, y sin mucha
esperanza de que esto crezca en el futuro. Aquí va un gráfico sobre la
producción prevista en Dakota del Norte y su famoso yacimiento de Bakken:
Y no nos engañemos pensado que en Bakken sólo están
empezando y que son yacimientos experimentales. Echad un ojo a esta foto de la
NASA para haceros una idea de lo que se
está haciendo allí en estos mismos momentos. Las luces que señala la flecha son
las antorchas del gas natural que se está quemando allí, directamente, mientras
se obtiene el petróleo mediante fractura hidráulica. Tened en cuenta que la
foto indica lo que se está haciendo para obtener unos 700.000 barriles diarios:
Para obtener la misma energía, tenemos que perforar cada vez
más pozos, dedicar más tierras a este fin y emplear más recursos escasos, como
el agua, en la obtención de este petróleo. Estamos ante la maldición de los
hamsters: correr cada vez más para seguir en el mismo sitio.
Lo malo es que ni siquiera eso es suficiente, porque nuestro
sistema económico actual no puede sobrevivir sin crecimiento.
Es un artículo de Javier Perez
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