La obsesión de Turquía, Arabia Saudí y Qatar de derrocar a
Assad y de reemplazarlo por un régimen fundamentalista es totalmente rechazado
por las potencias euroasiáticas que son conscientes de la amenaza del
extremismo takfiri no sólo en Siria sino en sus propios países, que sufren en
mayor o menor medida este fenómeno. Este último también amenaza a las grandes
compañías chinas y rusas que operan en la región y sus intereses.
Christina Lin (analista del Centro de Relaciones
Transatlánticas de la Universidad SAID-John Hopkins ) señaló
que EEUU actúa ignorando los intereses chinos y se arriesga a errar en sus
juicios estratégicos, según el profesor Zhen Wang, del Centro de Estudios sobre
la Paz y los Conflictos en la Universidad de Seton Hall, citado por Lin. Wang
argumenta que esto no es sorprendente dado que la política sobre China de la
Administración estadounidense se ve lastrada por una grave incompetencia.
China también ve la hipocresía y dobles raseros de la política
norteamericana en Oriente Medio.
Un alto consejero en temas de antiterrorismo del Ministerio
de Seguridad Pública de China afirma que mientras que Washington critica el
apoyo chino a Irán, Pekín ve como EEUU mantiene una alianza con el AKP de
Turquía, que es “básicamente una parte de los Hermanos Musulmanes”, y con
Arabia Saudí, una dictadura familiar despótica que prohíbe a las mujeres
incluso el conducir.
China busca promover la nueva Ruta de la Seda Euroasiática para
reactivar las antiguas rutas comerciales utilizadas por el país asiático desde
hace siglos, incluyendo una ruta terrestre de transporte que enlace Asia y
Europa y una ruta marítima que conecte los Océanos Pacífico e Índico con el Mar
Mediterráneo.
Siria era el punto final de la antigua Ruta de la Seda y
forma también parte de los planes de China para conectar por ferrocarril Irán,
Iraq y Siria hasta el Mediterráneo. Esta ruta se hace apremiante debido a las
convulsiones internas en Egipto. Cuando el presidente Hosni Mubarak fue
derrocado en 2011, los barcos chinos se vieron atrapados en el Canal de Suez
durante largo tiempo con un gran costo para las compañías chinas. Dos años más
tarde, terroristas egipcios lanzaron dos cohetes contra un barco chino mientras
cruzaba el canal. De este modo, el Canal de Suez no es una vía segura ni fiable
para ser usada como única ruta hacia Europa.
La política de EEUU de derrocar a gobiernos árabes, que ha
sido implementada en Libia, Siria y otros países daña, de este modo, los
intereses económicos y de seguridad de China.
El Mayor General Jin Yinan, estratega en la Universidad de
Defensa Nacional de China, señala que los terroristas uigures de Xinjiang han estado luchando en Siria y reciben apoyo de Turquía y Arabia Saudí.
El mayor grupo terrorista de Xinjiang, el así llamado “Partido Islámico de
Turkestán” (TIP), tiene una red en Estambul donde recluta a chinos para unirse
a los grupos armados en Siria e Iraq, indica el experto antiterrorista Jacob
Zenn.
China ha concluido, pues, que el apoyo a Siria y la entrega
de armas al gobierno de Bashar al Assad y la cooperación con Rusia e Irán en el
tema de Siria son aspectos básicos de su política de seguridad.
En Febrero de 2013, EEUU sancionó a una compañía china
estatal, CPMIEC, por transferir armas a Siria. Un año antes la oposición siria
criticó a Egipto por permitir el paso por el Canal de Suez de un barco chino
con armas para Siria. Al mismo tiempo, en 2013, China, Rusia e Irán
suministraron 500 millones de dólares al mes en petróleo y créditos a Siria.
En Mayo de 2014, China y Rusia vetaron en la ONU una
resolución promovida por EEUU y dirigida a llevar a Siria ante el TPI.
Los intentos de algunos países occidentales de derrocar al
gobierno sirio y dar paso a un régimen fundamentalista y fanático que apoye a
los terroristas en varias partes del mundo, incluyendo en China, junto con la
percepción china de que EEUU busca armar a los terroristas en Xinjiang para
desestabilizar al país asiático podría llevar a una seria crisis a ambos países
o incluso provocar un choque militar, concluye Lin.
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