Hay un nuevo desarrollo en la historia humana que se está produciendo y que no se está contando.Aquí, intentamos explicarlo.

11 may 2015

El fallido golpe de estado en EE.UU. a Roosevelt


En 1934 el general retirado del Cuerpo de Marines Smedley Butler informó al Congreso de los Estados Unidos de los planes de un grupo de magnates de las finanzas para derribar el gobierno democrático de aquella nación, dirigido por aquel entonces por Franklin Delano Roosevelt, e imponer un sistema copiado del fascismo italiano con él mismo como dictador. Butler, que se había retirado del servicio activo en 1931, se había distinguido posteriormente en la defensa de los derechos de los veteranos de la Primera Guerra Mundial, entre los que había ganado gran popularidad. Al parecer este hecho habría sido definitivo para su elección como futuro jefe de una América fascista, en la cual los veteranos encuadrados en organizaciones como la Legión Americana marcharían sobre Washington D. C. igual que los camisas negras habían marchado sobre Roma.

Posteriormente, tanto Butler como el periodista Paul French, testificaron ante el Comité McCormack-Dickstein, encargado por el Congreso de investigar la infiltración del fascismo en la sociedad americana. Butler y French relataron como el primero había sido contactado por Gerald MacGuire, antiguo dirigente de la Legión Americana de Connecticut y testaferro de Robert Clark, uno de los banqueros más ricos de Wall Street. Mac Guire y posteriormente William Doyle, jefe de la Legión Americana en Massachussets, invocaron la lealtad de Butler hacia los veteranos para ponerle al frente de unos 500.000 de ellos que debían marchar sobre la capital del país. La excusa para tal acción debía ser la presunta incapacidad de Roosevelt debida a la poliomielitis que había sufrido y el objetivo era crear un nuevo puesto en el gobierno, el “Secretario de Asuntos Generales” que, en teoría, serviría para aliviar al Presidente de sus penosas obligaciones, pero en la práctica sería la cabeza de una dictadura dirigida por las grandes fortunas del país. Sin embargo los conspiradores no contaban con la rígida moral de cuáquero de Butler ni con su desencanto de la política americana forjado en años de lucha en repúblicas bananeras al servicio del capitalismo.

El contexto de esta historia son los años 30, la Gran Depresión y la posterior puesta en marcha del llamado New Deal por Roosevelt, que le puso en el punto de mira de los titulares de algunas de las mayores fortunas del país, para los cuales su política era claramente perjudicial y que identificaban cualquier tipo de intervencionismo estatal con el comunismo, además de admirar la manera en la que Mussolini en Italia y luego Hitler en Alemania habían acabado con los movimientos sociales de los trabajadores.

Detrás del intento de golpe de estado según contó MacGuire a French y Butler se encontraría también Robert Clark, el antiguo gobernador de Nueva York y codirector de la American Liberty League, una organización financiada por algunas de las mayores corporaciones norteamericanas como Goodyear, Standard Oil, Colgate, General Motors, Heinz Foods o la familia Du Pont entre otros y creada para oponerse a la política de Roosevelt. MacGuire y Doyle relataron también como habían viajado por Europa para estudiar la organización de los partidos fascistas en países como Italia o Francia.

Ante la denuncia de Butler, el Comité McCormack-Dickstein llamó a declarar a McGuire, quien negó las acusaciones, pero no hizo lo mismo con los otros acusados más importantes, las cabezas de las citadas corporaciones. Inmediatamente los medios de comunicación, dirigidos en su mayor parte por esas mismas corporaciones, ridiculizaron las afirmaciones de Butler y French y al final el Comité del Congreso echó tierra sobre el asunto, sacando a la luz solo una parte del informe que se elaboró en el que se habían borrado las partes más importantes de las declaraciones del condecorado general.

En 1935 otro periodista, John L. Spivak consiguió las actas completas del Comité McCormack-Dickstein. Pero el artículo que escribió en la revista izquierdista New Massestitulado Wall Street’s Fascist Conspiracy acusaba a financieros judíos de estar conspirando junto a las grandes corporaciones que citaba el comité del Congreso para imponer el fascismo y no tuvo apenas repercusión. 

Finalmente, en 1967 Spivak publicó parte de las actas secretas en las que el Comité McCormack-Dickstein consideraba probada la historia de Butler.

La historia se parece mucho a otras conspiraciones que se pueden leer en la red. Según la Wikipedia los historiadores no niegan que en realidad existiera un complot, aunque la mayoría quiere pensar que el asunto lo montaron MacGuire y Doyle por su cuenta: otra vez la historia del tirador solitario. Otros incluso lo achacan a una maniobra del mismo Roosevelt para mantener quietas a las corporaciones mientras promovía el New Deal o dicen que en realidad Smedley Butler era un pobre paleto que no entendía los entresijos de la política de altura y comprendió mal lo que le propusieron. Finalmente, para acabar de redondear la historia, un documental de la BBCconectaba con el complot a Prescott Bush, el abuelo del actual Presidente de los Estados Unidos que, por otra parte, incrementó más tarde su fortuna entre otras cosas mediante negocios con la Alemania de Hitler cuando estos estaban ya prohibidos en América, por lo que tampoco sería demasiado extraño que formara parte de la conspiración.

Personalmente, y visto como se ha desarrollado la historia posteriormente no tengo muchas dudas sobre la existencia del complot. Me cuadra perfectamente con el actual predominio de las corporaciones del complejo industrial militar y con la permanencia en el poder del presidente más nefasto de la historia que ha llevado a su máxima expresión la política gangsteril de las corporaciones en todo el mundo que ya anticipaba Smedley Butler en su libro War Is a Racket :

Pasé treinta y tres años y cuatro meses en servicio activo y durante ese periodo ocupé la mayor parte de mi tiempo haciendo de matón de lujo para las grandes empresas, Wall Street y los banqueros. En definitiva fui un maleante, un gangster del capitalismo. Ayudé a hacer México, y especialmente Tampico, un lugar seguro para los intereses de la American Oil en 1914. Ayudé a hacer de Haití y Cuba lugares decentes para que los chicos del National City Bank obtuvieran beneficios en ellos. Ayudé en el expolio de media docena de repúblicas centroamericanas en beneficio de Wall Street. Ayudé a purificar Nicaragua para el International Banking House de los hermanos Brown entre 1902 y 1912. Llevé la luz a la República Dominicana para los intereses azucareros americanos en 1916. Ayudé a hacer Honduras bueno para las compañías frutícolas americanas en 1903. En China en 1927 ayudé a que la Standard Oil hiciera sus negocios sin ser molestada. La verdad es que, reflexionando sobre aquellos años, podría haberle dado algunos consejos a Al Capone. Lo mejor que él consiguió fue hacer sus negocios sucios en un par de distritos, yo los hice en tres continentes.


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