A finales de septiembre del año pasado, Canadá y la UE anunciaron la
celebración del Acuerdo Económico y Comercial Global (CETA), que incluye un
mecanismo de solución para las controversias inversionista-Estado. Una vez más,
esto da a las empresas extranjeras la posibilidad de demandar directamente a
los países en tribunales internacionales privados para la compensación por las
posibles pérdidas que lleguen a tener las empresas a causa de las decisiones que
tome un gobierno sobre la salud, las salvaguardias nacionales ambientales,
financieras, etc.
Estas demandas inversionista-Estado son decididos por
árbitros comerciales privados que son pagados para cada caso, con una clara
tendencia a interpretar la ley a favor de los inversores.
El CETA representa un amplio número de acuerdos entre la UE
y Canadá de los que una parte muy limitada se refiere a la propiedad
intelectual, pero precisamente esta parte parece copiada del ACTA palabra por palabra,
según puede comprobarse en una serie de protocolos del tratado filtrados antes
de su publicación oficial.
"La estrategia de la Comisión Europea parece ser el uso del CETA como un
nuevo ACTA, ocultando sus disposiciones en un acuerdo comercial más amplio con
Canadá con la esperanza de que el Parlamento Europeo acepte las mismas disposiciones que
acaba de rechazar en el marco del ACTA", afirma Michael Geist, profesor de
derecho canadiense, en su página web. Geist cita decenas de párrafos idénticos
en los dos convenios.
El ACTA fue diseñado para combatir el robo de la propiedad intelectual en esta
época de rápido progreso tecnológico. En un principio fue aceptado por los
países por separado sin consultar con la población, lo que provocó
manifestaciones masivas de los ciudadanos preocupados por la vigilancia del
Gobierno, la disminución de la privacidad y la suspensión de ciertas libertades
económicas e individuales que podrían resultar de la aplicación de la ley.
El pasado 18 de octubre, la Unión Europea (UE) y Canadá concluyeron con éxito
las negociaciones del Acuerdo Económico y Comercial Global (CETA, por sus
siglas en inglés) tras cuatro años de negociaciones.[1] El CETA es el primer pacto de la UE con un país del G-8 y debe ser visto como
parte de la actual tendencia a la formación de mega acuerdos. Canadá se convierte en el único país del G-8 con acceso
preferencial a la UE y los Estados Unidos (EE.UU).
El CETA elimina más del 99% de los aranceles, aumenta el acceso a mercados de
bienes y servicios y proporciona nuevas oportunidades de inversión. El acuerdo
cubre prácticamente todos los sectores y aspectos del comercio entre Canadá y
la UE. Debe ser ratificado por los países miembros de la UE y las provincias
canadienses, y su entrada en vigor se estima para 2015.
En 2012, la UE fue el segundo socio comercial de Canadá después de EE.UU,
mientras que Canadá fue el decimosegundo destino de exportaciones de la UE. El
valor del comercio bilateral de bienes fue de € 61,8 mil millones y los
principales productos comerciados son maquinarias, equipos para transporte y
productos químicos. Un estudio conjunto entre Ottawa y Bruselas, elaborado en octubre de 2008, indica que
con la implementación del acuerdo, el comercio bilateral de bienes y servicios
podría incrementarse en 23% (€ 26 mil millones).[2]
El Gobierno canadiense coincide con Europa en que el CETA es un hito histórico
para las relaciones comerciales transatlánticas. Incluso tendrá un alcance más
amplio y profundo que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN). Por primera vez, las compras de todos los niveles del gobierno
canadiense se abren a proveedores e inversiones de origen europeo.
Es importante resaltar que desde el comienzo de las negociaciones, el Gobierno
de Canadá trabajó para asegurar que el acuerdo sirviera a los intereses de
todas las provincias y territorios del país. Para lograrlo hizo consultas
públicas en todos los aspectos de la negociación con los municipios, la
industria, trabajadores y pequeñas empresas, parlamentarios y ciudadanos
comunes.
Se detallan los aspectos más relevantes o novedosos en temas de comercio de
bienes y servicios e inversiones y luego se hace referencia a los principales
beneficios estimados para las partes.
Comercio de bienes
La liberalización del comercio de bienes incluye una amplia variedad de ramas,
tales como las manufacturas avanzadas, automóviles, químicos y plásticos,
alimentos procesados, productos de pesca, entre otros.
En materia agrícola, el CETA constituye un precedente para futuras
negociaciones de la UE pues representa un balance entre los intereses de las
partes que se comprometieron a liberalizar al final de un período de transición
el 92,8% de las líneas comerciales agrícolas canadienses y el 93,5% de las
europeas. Con respecto a los productos sensibles (lácteos para Canadá; y carne
bovina y de cerdo y maíz para la UE), se pactó un nuevo acceso al mercado en
forma de contingentes arancelarios, que representan un 1% y un 1,9%
suplementario de líneas tarifarias, de Canadá y la UE respectivamente.[3]
Comercio de servicios
En 2012, el comercio de servicios de transporte, viaje, seguros y
comunicaciones entre Canadá y la UE se estimó en € 26.800 millones. El CETA
abre el comercio de servicios y reduce o elimina ciertas barreras para el
traslado de personal temporario y personas de negocios, con el objetivo de
acceder a los mercados de una forma más sencilla, predecible y segura. El
acuerdo también provee un marco para el futuro reconocimiento mutuo de títulos
académicos.
Actualmente Canadá es uno de los exportadores de servicios más grandes del
mundo y vende a Europa servicios de investigación y desarrollo, arquitectura,
ingeniería y otros servicios técnicos. Se espera que con el acuerdo se
beneficien los servicios de tecnologías de la información y la comunicación,
ambientales y otros profesionales. Cabe señalar, no obstante, que las compañías
constructoras canadienses ahora deberán hacer frente a la competencia europea
en las contrataciones públicas.
Para la UE, la mitad de los beneficios que se esperan del acuerdo se vinculan
con el comercio de servicios como las finanzas, las telecomunicaciones, la
energía y el transporte marítimo.
Inversiones
En 2011, los inversores europeos invirtieron más de € 221.600 millones en
Canadá, mientras que los canadienses invirtieron casi € 137.600 millones en el
viejo continente. El acuerdo reduce las barreras a la inversión horizontalmente
y en sectores específicos, aumentando la estabilidad, la transparencia y la
seguridad jurídica.
Asimismo, la Comisión Europea ha negociado disposiciones para proteger a los
inversores europeos en Canadá, garantizando un tratamiento justo, equitativo y
no discriminatorio como así también una compensación adecuada en caso de
expropiación.
Beneficios para Canadá
El CETA se convirtió en una prioridad del Gobierno canadiense para crear nuevos
puestos de trabajo y oportunidades en todas las regiones del país. Los sectores
que se verían más favorecidos son los productores de carne vacuna y de cerdo,
la industria avícola y láctea (con excepción de los quesos), y el sector
pesquero. Serán eliminados el 96% de los aranceles europeos al pescado y
productos de mar canadienses, mientras el 4% restante quedará libre de
impuestos 7 años más tarde de su entrada en vigencia.[4] Si bien
el Gobierno admitió que en el corto plazo algunos sectores sensibles podrían
verse afectados, tiene previstas compensaciones para hacer frente a los
posibles efectos adversos.
Beneficios para la UE
Entre los ganadores se encuentran los productos agrícolas procesados que
estarán liberalizados desde que comience a regir el acuerdo. Los vinos y las
bebidas alcohólicas de alta graduación se verán particularmente beneficiados
considerando la relevancia de sus exportaciones.[5] Además,
serán protegidas ciertas denominaciones de origen europeas. Por otra parte, las
concesiones que hizo Europa en materia agrícola serán compensadas en la
exportación de automóviles, productos farmacéuticos y el acceso a mercados públicos.
Por ejemplo, en el sector automotriz Canadá reconocerá una lista de estándares
de automóviles del bloque y examinará el reconocimiento de otros nuevos, lo que
resultará provechoso especialmente para el sector de alta gama. Para conocer
más beneficios del acuerdo para la UE visitar el siguiente enlace.
Para finalizar, cabe señalar que este acuerdo podría servir de modelo para
algunos países de la UE que están negociando, por ejemplo con EE.UU. y Japón,
entre otros.[6] Haciendo
un paralelo entre las economías canadiense y algunas latinoamericanas –en
particular por el desarrollo de los sectores primarios, en particular el
agrícola– el CETA quizás también podría sentar precedentes interesantes para
los países de la región a la hora de negociar con la UE. El acuerdo además
resalta la importancia de los acuerdos trasatlánticos, además de los avances
recientes en los vínculos en el Pacífico.
Notas:
[1] La UE y Canadá comenzaron las negociaciones oficiales del CETA durante la cumbre bilateral en Praga, el 6 de mayo de 2009.
[2] De esta suma, € 19 mil millones serían contabilizados en una expansión del comercio bilateral de bienes y € 7 mil millones en el comercio transfronterizo de servicios.
[3] Para Canadá se mantendrá el máximo arancel hasta que lleguen a una cuota de 15.000 toneladas la carne bovina congelada, 35.000 toneladas la carne fresca, 75.000 toneladas de carne de cerdo y 8.000 toneladas de maíz, momento en que entrarán a la UE con arancel cero. Mientras tanto, para la UE la cuota para los quesos se ha elevado de 11.000 a 29.500 toneladas.
[4] Actualmente solo el 13,1% está libre de impuestos.
[5] Alrededor de la mitad de las importaciones canadienses de estos productos provienen de la UE.
[6] Para conocer el estado de las negociaciones de todos los acuerdos comerciales de la UE, véase Comisión Europea (2013b), en inglés.
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