Los expertos en el mundo siguen analizando la reciente
manifestación de “clarividencia” del ahora exvicedirector primero de la CIA de
EEUU, Michael Morell. Dos días atrás dio una extensa entrevista al Wall Street
Journal. Morell advirtió que la caída del gobierno de Bashar Asad creará
una amenaza colosal para la seguridad nacional de EEUU. Siria puede convertirse
en refugio para todo tipo de terroristas y hasta adoptar el papel de Paquistán
de baluarte principal de Al Qaeda.
Desde el 9 de agosto cesó en su cargo, aunque presentó la
dimisión dos meses atrás. En la jerarquía de la CIA el cargo de vicedirector
primero es algo así como “director ejecutivo”. Los agentes de espionaje de alto
rango con treinta años de antigüedad, digamos, como Morell, nunca hacen
valoraciones políticas, sin acordarlas previamente con los superiores.
Morell dijo que la población de Siria puede trasladarse a
Iraq, el Líbano, Irán, etc. Según él, todos los meses en el país crece el
número de extremistas extranjeros, que combaten del lado de los grupos
relacionados con Al Qaeda. Y esto aproxima cada vez más la caída del gobierno.
La interpretación de lo dicho por Morell es bastante amplia,
incluyendo la opinión de que se trata de una nueva maniobra con el fin de
distraer la atención del escándalo de espionaje global que involucra a la
Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de EEUU. Esto fue revelado, dicho sea de
paso, por el exsubalterno de Morell y exagente de la CIA y la NSA, Edward
Snowden.
Muchos expertos coinciden en que lo dicho
por Morell refleja la opinión acerca del rompecabezas sirio dentro de la
Administración y el Congreso de quienes ya no ven sentido a la prestación de
apoyo exclusivamente a las sanguinarias bandas armadas de Siria.
Dejando de lado la “opinión de los expertos”, también podría
ser que a la hora de ayudar a los
rebeldes sirios, EEUU se crea graves problemas. Y ello porque, si cae el
régimen de Bashar Asad, Siria se convertirá en un bastión de terroristas. Y las
armas que el Pentágono se propone entregar a los rebeldes sirios, tarde o
temprano, serán disparadas contra los propios estadounidenses. Como
consecuencia, EEUU, como ha ocurrido ya en el pasado, tendrá que combatir a
aquellos que, hasta no hace mucho, había respaldado.
El dado de baja
subtitular de la CIA, Michael Morell, hizo un listado de los desafíos
principales a la seguridad de EEUU. En esa nómina figuran las amenazas que
parten de Irán, de Corea del Norte, de Al Qaeda y la perspectiva de una guerra
cibernética de gran escala. Pero, Morell nombra como la amenaza principal la
caída del régimen de Bashar Asad.
Michael Morell no es el único que considera que Washington
no debe entrometerse en el conflicto sirio. No hace mucho, una opinión similar
entregó el jefe del Estado Mayor del Ejército, general Ray Odierno. A su
juicio, las reducciones del presupuesto militar repercutieron en el nivel de
preparación de los soldados, e incluso una “intervención restringida”
conduciría a bajas de consideración. Mucho antes, contra la participación
militar en el conflicto sirio se pronunció Martín Dempsey, jefe del Comité Unificado
de Estados Mayores del país. Y explicaba que esta operación será demasiado
dispendiosa y difícilmente resulte eficaz.
Los militares saben mejor que los senadores lo que es una
guerra, razón por la que no sorprende que se opongan a que EEUU sea
arrastrado a una aventura más.
Valga destacar que, al respaldar a los rebeldes sirios, EEUU
repite un error cometido en el pasado. En 1980 ayudaron a los muyahidines
afganos que combatían a las tropas soviéticas. Algunos expertos estiman que,
fue entonces justamente que, no sin la participación de EEUU, habría surgido Al
Qaeda. Después de la salida de las FFAA de la URSS de Afganistán, los miembros
de esa banda terrorista continuaron su lucha, pero ya contra EEUU.
Por lo demás, una conducta tan poco cautelosa es propia no
solo de Washington, sino también de muchos de sus aliados occidentales. La
política de Francia es un buen ejemplo. El titular de Exteriores de Rusia ha
constatado más de una vez lo absurdo de la situación. En una de sus
exposiciones indica que, los soldados franceses enfrentan en Malí a los mismos
que París estuvo armando en Libia. Es más, los extremistas de Libia combaten
también en Siria. “Así resulta que, nuestros colegas combaten en Malí a los
engendros de la crisis libia, pero respaldan en Siria a los extremistas que
derivan de Libia. Aquí es muy difícil encontrar una lógica”.