Se podría decir que el inesperado deshielo entre los dos
países ha llegado debido al cambio del presidente iraní. El nuevo presidente es
más tolerante. Pero nada más lejos de la realidad. Simplemente hay que hacerse
la siguiente pregunta: ¿Por
qué el mundo necesita el fin de las sanciones contra Irán? para darse
cuenta de la realidad en la que nos movemos.
La inestabilidad en Libia y en otras partes de Oriente Medio
y el Norte de África han puesto nerviosos a los inversores internacionales. En
Agosto, la compañía petrolífera norteamericana Apache Corp. consideró que ya
había sufrido bastante por el vendaval político en Egipto y vendió una parte de
sus activos a la compañía china Sinopec. En la vecina Libia, Exxon y Royal
Dutch Shell han señalado que ellos se han hartado también de la inestabilidad
allí. En Argelia, BG Group y ConocoPhillips señalan que buscarán trasladar sus
actividades a otro país.
Con gran parte de la región en un estado de crisis, Irán
podría ser el ganador último en el campo de la energía en el período posterior
a la “primavera árabe”y en un contexto internacional donde las potencias
emergentes, especialmente China, India y otras potencias asiáticas, requieren
cada vez más petróleo para sostener su crecimiento económico.
Irán ha estado sentado pacientemente en el borde oriental de
las crisis revolucionarias que asolan gran parte de Oriente Medio. El
presidente Hassan Rohani ha lanzado una ofensiva diplomática que ha resultado
en el primer contacto directo con Washington desde la Revolución Islámica de
Irán hace 40 años. Cuando tomó posesión del cargo, Rohani instruyó al
Ministerio del Petróleo para que adopte medidas dirigidas a revertir los daños
infligidos por las sanciones, y la Corporación Nacional del Petróleo de Irán ha
señalado que podría haber “nuevas opciones para Irán” en los mercados
petrolíferos si se dan las condiciones adecuadas.
En términos de petróleo, Irán tiene unas reservas de 154.000
millones de barriles de petróleo, las segundas o terceras del mundo, superando
así a Libia y Argelia. La Compañía Nacional del Petróleo de Irán señala que
tiene petróleo de buena calidad que ofrecer a las refinerías internacionales. Aunque
el desarrollo de su producción pueda ser lento para Irán y sus potenciales
clientes, la paciencia, para Irán, es una virtud que al final tiene su
recompensa.
Arabia Saudí, que había fijado el objetivo de 12,5 millones
al día, ha sido incapaz de aumentar su producción hasta los10 millones a pesar
de haber construido más torres de perforación. La producción de Iraq, un país
profundamente desestabilizado, no subirá tampoco y esta nación luchará para
mantenerse la cifra actual de 3 millones. La producción de Libia, que era de
1,6 millones de barriles, ha caído hasta los 150.000 barriles a principios de
este mes debido a los conflictos internos con las milicias.
Estos hechos sugieren que los futuros aumentos de la
producción en esta región no están asegurados. En este punto, el incremento de
la producción de Irán es prácticamente la única solución para satisfacer las
crecientes demandas mundiales. Aunque este país podría necesitar de uno a dos
años para optimizar su producción, el hecho de suavizar las sanciones actuales
provocaría un aumento significativo del flujo petrolífero hacia China; India y
Asia.
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