Está claro que ni los Reyes, ni Colón, ni mucho menos los Pinzones esperaban llegar a las Indias, esperaban hacerlo a una tierra habitada por “salvajes” con los que se podía negociar oro, perlas y piedras preciosas a cambio de bagatelas, por eso llenan las naves de bagatelas e independientemente de la pérdida de la nao pensaban dejar una guarnición fija hasta la siguiente expedición, si no, no se explica que lleven simientes para sembrar.
Una reciente investigación de José Antonio Hurtado defiende la idea de que una flota mallorquina llegó hasta América unos 150 años antes que Colón, siguiendo la llamada “Ruta T y D”. Esa visita americana por parte de mallorquines tenía fines comerciales y supuéstamente parecen haber indicios de que es la misma ruta que había usado nada más y nada menos que los miembros de la Orden del Templo -mejor conocidos como Templarios-.
En el siglo XIV marineros mallorquines encontraron una ruta hacia América que fue plasmada en un mapa; dicha ruta fue conocida y seguida 150 años después por Cristóbal Colón violando un tratado con Portugal, y contando para ello con la complicidad de los Reyes Católicos; los datos del Diario fueron falsificados por la familia Colón, con el fin de atribuirle la gloria de un descubrimiento que le correspondía a los Hermanos Pinzón, y por los servicios secretos de los Católicos, para evitar que se supiera que se había violado el tratado de Alcaçovas-Toledo.
TyD son iniciales también de Templum Domine, la casa templaria de Jerusalén y su signo aparece asociado a lugares templarios- aunque sí encuentra un hilo conductor entre Colón, los Reyes Católicos, Canarias y América: la orden franciscana.
El punto de llegada de la ruta TyD, rico desde el punto de vista comercial, era originalmente el Yucatán, una zona con la que nunca se pudo encontrar Colón.
Cada vez son más los expertos que opinan que la flota templaria alcanzó América y estableció una ruta comercial secreta que posteriormente les pudo servir para escapar cuando la orden fue perseguida en el año 1307. Algunos grabados con simbología templaria descubiertos en la costa estadounidense de Maine, o en diversos enclaves de Centro y Sudamérica, lo sugieren, así como representaciones de amerindios en monumentos templarios europeos.
Tras la disolución de la Orden del Temple, los templarios españoles ingresaron en masa en la Orden de Calatrava, y parece seguro que fue en el convento de dicha orden donde Cristóbal Colón, que se alojó allí, halló los elementos que le dieron la certeza en cuanto a la existencia de las Indias Occidentales. En Portugal fue creada especialmente para los templarios supervivientes la Orden de Cristo, que usaba la cruz templaría, la cruz de gules pateada. Cuando los portugueses de Enrique el Navegante se lanzaron al descubrimiento de los océanos pareciendo saber exactamente a donde iban, sus velas debían llevar obligatoria mente la cruz roja de la Orden del Temple. Los marinos portugueses tenían prohibido navegar más allá de Cabo Mogador sino portaban dicho pabellón. Cruz, que por otra parte, también se hallaba en las tres embarcaciones colombinas. Precisamente en el país vecino estuvo el almirante genovés, no sólo para encontrar financiación para su empresa, sino con el fin de estudiar las cartas marítimas que guardaba la Orden de Cristo y que se consideraban las más competas del mundo.
Por otra parte, el Temple poseía una flota propia y contaba con puertos que miraban no solo al Mediterráneo sino también al Atlántico. Destacamos la enigmática encomienda francesa de La Rochelle, en la que el Temple disponía de un puerto muy importante cuya ubicación, apartada de las rutas usuales, no estaba justificada en modo alguno. Este puerto se hallaba fuertemente protegido por unas cuarenta encomiendas en un radio de ciento cincuenta kilómetros y su importancia podría ser enorme de ser cierta la confesión de un templario que expondremos en la leyenda siguiente. Por su parte, los conquistadores españoles se encontraron en la península de Yucatán una leyenda que narraba que unos hombres blancos llegaron a sus costas en grandes barcos. Y estos altos y hermosos hombres, que vestían extrañas vestimentas, fueron generosos y legaron a las gentes mayas grandes conocimientos.
Una de las cosas que más asombró a los religiosos que acompañaron a Colón, fue que los indios no se extrañaban al ver la cruz ni al contemplar a los caballeros armados. Es más, incluso parecía que los estaban esperando.
Algunas de sus tradiciones hablaban de que “llegará un día en el que vendrán por mar grandes hombres, vestidos de metal, que cambiarán nuestras vidas para bien“. También los mayas adoraban a Kukulkán, un dios “blanco y barbado“ y a una cruz, en la cual murió “un hombre de luz que vivirá eternamente“.
¿Pudieron ellos solos alimentar esta idea, tan cercana al cristianismo?
Después de la publica desaparición del Orden de los Templarios sus tradiciones siguieron vigentes en otras ordenes militar-religiosas, como la Orden de Calatrava que utilizaron como logo la cruz de Calatrava cual también era usado como logo por la Orden de Predicadores (Ordo Praedicatorum, O.P.), conocidos popularmente como Dominicos y Orden Dominicana. Es una orden mendicante fundada por Santo Domingo de Guzmán en Toulouse, Francia. Su hábito es blanco con una túnica, escapulario, capucha y una capa de color negro.
La orden de los Dominicanos
Hacia 1206 Santo Domingo tuvo la idea de organizar un grupo que fuera a predicar en tierras de herejes, buscando su conversión. Dicho grupo debía vivir pobremente sin criados ni posesiones.
El Papa aprobó la idea, pero la experiencia no tuvo éxito inmediato, por lo que los gobiernos civil y eclesiástico optaron por utilizar la fuerza, llevando a cabo una guerra contra estos grupos heréticos.
Así se encargaron de la muy cruel y violenta tarea de la evangelización de América donde los Dominicos también intervinieron en la propagación de prácticas y devociones que aún hoy están presentes entre la población católica, como la devoción a la Virgen María a través del rezo del rosario.
Algunos autores han afirmado que los Templarios iban y venían con un cargamento completo de oro y plata procedentes de América. Estas hipótesis tiene su base en que los Templarios manejaban una cantidad abrumadora de oro y plata que no existía para esa época en Europa. Incluso luego de su disolución de la Orden el 13 de Octubre de 1307 los gobernantes de Europa se dieron cuenta que las pocas minas de oro que había eran insuficientes. Cabe destacar entre otras cosas que la flota templaria anclada en La Rochelle, se desvaneció como si nunca hubiera existido. Hay constancia histórica de la existencia de esa flota, pero lo cierto es que Felipe el Hermoso, no encontró el tesoro de los Templarios. Una de las teorías que señalan hacia donde pudo zarpar la flota templaria es hacia América. Aunque algunos lo tomaron como descabellado, si los vikingos lograron hacerlo hacia el año 1000 por qué no los templarios 300 años después.
Tras la disolución de la Orden del Temple, los templarios españoles ingresaron en masa en la Orden de Calatrava, y parece seguro que fue en el convento de dicha orden donde Cristóbal Colón, que se alojó allí, halló los elementos que le dieron la certeza en cuanto a la existencia de las Indias Occidentales. En Portugal fue creada especialmente para los templarios supervivientes, la Orden de Cristo, que usaba la cruz templaria.
Cuando los portugueses de Enrique el Navegante se lanzaron al descubrimiento de los océanos pareciendo saber exactamente a donde iban, sus velas debían llevar obligatoriamente la cruz roja de la Orden del Temple. Los marinos portugueses tenían prohibido navegar más allá de Cabo Mogador sino portaban dicho pabellón.
Cruz, que por otra parte, también se hallaba en las tres embarcaciones colombinas. Precisamente en el país vecino estuvo el almirante genovés, no sólo para encontrar financiación para su empresa, sino con el fin de estudiar las cartas marítimas que guardaba la Orden de Cristo y que se consideraban las más completas del mundo. Hay una similitud muy grande entre las velas que llevaban las tres carabelas y el escudo de la Orden del Temple.
Cuando los españoles llegaron, los aborígenes los consideraron dioses (recibimiento de los Aztecas) y que en algunas culturas ya se hablaba de los hombres blancos,. Una de las cosas que más asombró a los religiosos que acompañaron a Colón, fue que los indios no se extrañaban al ver la cruz ni al contemplar a los caballeros armados. Es más, incluso parecía que los estaban esperando. Algunas de sus tradiciones hablaban de que "llegará un día en el que vendrán por mar grandes hombres, vestidos de metal, que cambiarán nuestras vidas ". También los mayas adoraban a Kukulkán, un dios "blanco y barbado" y a una cruz, en la cual murió "un hombre de luz que vivirá eternamente".
Uno de los indicios más fascinantes de la incursión templaria en tierras americanas nace de una leyenda familiar en escocia. El conde Henry Saint Clair partió en 1338 hacia América con 300 colonos y doce embarcaciones. Su travesía condujo a la expedición hasta la costa noroeste de los Estados Unidos, concretamente donde hoy radica Massachussets. Allí pasaron la primavera de 1399 para, después, regresas algunos de ellos a su lugar de origen. Un descendiente de este nombre, Niven Sinclair, inició en 1989 una profunda investigación encaminada a demostrar la realidad de esta leyenda familiar. Las pistas le condujeron a una vieja posesión: la capilla de Rosslyn, ubicada en un promontorio al sur de Edimburgo. En una losa de esta capilla construida en 1446 los miembros del clan Sinclair descubrieron la vinculación de sus antepasados con los templarios y comprobaron cómo, tras la disolución de la orden, un nutrido grupo de caballeros se refugió en las propiedades escocesas de los Sinclair. Según la tradición familiar, los templarios llevaron consigo parte de sus documentos y riquezas a la capilla de Rosslyn, entre ellos el mítico Santo grial, que quedaría oculto en la construcción.
Lo verdaderamente importante es que según pudo demostrar Niven, su familia gastó, desde entonces, gran cantidad de dinero y riquezas que , al parecer, procedían de América. Éste fué su gran secreto.
Un secreto que ha quedado reflejado en un antiquísimo sello, datado en 1214, en el que puede leerse Secretum Templi al tiempo que muestra a un ¿indio? con plumas. Y no es el único. En el corazón de Francia, concretamente en el tímpano del atrio de Vézelay, fechado alrededor de 1150, se halla representado otro "indio". Éste tiene grandes pabellones auditivos, como muchos indígenas americanos.
¿Estuvieron los monjes-guerreros, entonces, en América antes que Colón? Las crónicas aseguran que los soldados de Hernán Cortes no salían de su asombro al comprobar que los aztecas tenían ritos tan parecidos a los católicos y sacramentos como la comunión y la confesión. Otras ceremonias y costumbres parecían procedes directamente de la tradición hebrea y así se confirmaría no tardando mucho con las pruebas abundantes e irrefutables de las expediciones judías a América.
Aprovechando la Corriente Cálida del Brasil que los ayudaba a bajar hacia el Sur costeando el litoral sudamericano hasta la latitud 35° Sur, frente al estuario del Rio de la Plata. Recordemos que el nombre de Rio de la Plata se debió a que las barcazas Templarias que bajaban desde la zona de Cerro Corá, Paraguay (Fundiciones Templarias), siguiendo el río Paraná (que en guaraní significa "hacia el agua grande" hasta el Rio de la Plata, debían allí trasbordar su carga a los buques templarios que llevarían los lingotes de Plata (Argentum) hasta La Rochelle. Por eso los indígenas de la zona hablaban de la presencia de Plata, pues efectivamente la veían, cuando en realidad esta procedía desde el yacimiento del Cerro Rico, en Potosí, Bolivia. Luego de la latitud 35° Sur, la navegación se hacía próxima a la costa hasta penetrar en la Bahía Sin Fondo (actual Golfo de San Matías) pues en ese tramo la corriente se hacía contraria por la Corriente Fría de las Malvinas que lleva rumbo Norte. Allí en el Golfo San Matías se encontraba el Puerto Templario sobre una "ínsula costera" que figura en varios mapas. A su regreso, el cruce del Atlántico se hacía más al sur aprovechando siempre la corriente que cruza hacia Africa y luego tomar rumbo Norte, pegado a las costas africanas hasta volver al litoral atlántico europeo. Esta misma ruta la siguieron luego Colón, Gaboto, Vespucio, Magallanes, Sarmiento de Gamboa, etc. y también todos los Corsarios Ingleses como Francis Drake, Thomas Candish, Narborough, etc. (también los Holandeses y los Franceses).
La llegada por tierra a la Patagonia desde Perú era prácticamente imposible por las dificultades y penurias del viaje. Esto hizo que fracasaran las expediciones de Juan de Garay, que solo llegó desde Buenos Aires hasta Tandil, y las tres expediciones de Hernando Arias de Saavedra (Hernandarias) que en la última alcanzó el Rio Negro a la altura de Choele Choel y regresó sin alcanzar su destino de la Bahía Sin Fondo donde de acuerdo a informes dados por Juan de Garay estaría una de las Ciudades de los Césares. Esta Ciudad sería justamente el Fuerte Templario objeto de expediciones. Se cree que la flota templaria al salir de La Rochelle en 1308 cargó en el Oeste de la Gran Bretaña al Santo Grial junto con importantes reliquias y lo trajo a nuestras tierras a través del puerto fortificado que hoy se llama El Fuerte, en el Golfo San Matías. Cuenta la leyenda que los Templarios huyeron al puerto de la Rochella durante la noche, la última noche para ellos, en el año 1307 cuando comenzó la persecución de Felipe el Hermoso, cargados con cuatro carretas donde entre otras cosas, como el Bafomet diabólico al que los acusaban de adorar, llevaban mapas y documentos que debían esconder a toda costa, de ahí partieron 17 barcos que jamás tocaron puerto conocido…
0 comentarios :
Publicar un comentario