Un grupo de hombres a favor de Rusia armados se apoderó del
parlamento y la sede del gobierno local de Crimea, región de Ucrania
el jueves por la mañana, lo que puede abrir la puerta a Crimea para romper
relaciones con Ucrania. Los rusos constituyen el 20 por ciento de los 45
millones de la población de Ucrania, y el 60 por ciento de los 2.000.000 de habitantes
de Crimea. La región autónoma de Crimea fue incorporada a Rusia en el
siglo 18 y transferida a Ucrania en 1954. Si Ucrania está a punto de destructurarse, Crimea es probable
que sea el punto de partida.
El derrocado presidente Viktor Yanukovich, después de
desaparecer durante varios días, ha declarado que él sigue siendo el presidente
legítimamente electo. La revolución de Ucrania está lejos de terminar. El
miércoles, Rusia llevó a cabo ejercicios militares en sus zonas de frontera con
Ucrania. La Flota rusa del Mar Negro está basada en Sebastopol bajo un
acuerdo de cesión especial. Las intensas advertencias retóricas de Washington y
Londres a Moscú para que no intervenga militarmente en Ucrania significan poco
más que estas dos capitales parecen nerviosas acerca de tal posibilidad.
El Secretario de Estado de EE.UU., John Kerry emitió una
severa advertencia con respecto a Rusia. La confrontación entre Occidente
y Rusia parece ser cada vez más intensa. Antes de la situación en espiral y fuera de control que ha entrado Ucrania, que
se encontraba en el nivel de la lucha entre las distintas fuerzas nacionales; ahora
se ha llegado a una etapa donde los diferentes grupos étnicos se oponen entre
sí -Factores históricos y culturales pueden jugar un gran papel en el futuro
del país. Una gran parte del oeste de Ucrania, una zona que fue llamada Galicia
oriental, estuvo bajo el control del Imperio Austro-Húngaro antes de la Primera
Guerra Mundial y la religión mayoritaria allí es el Catolicismo-, y las grandes
potencias están mostrando su postura firme.
El Occidente espera que el presidente ruso Vladimir Putin suavice
su posición para asegurar una transición pacífica en Ucrania. Tales
esperanzas son sólo una ilusión. Putin no tiene necesariamente por qué tomar
medidas militares contra Ucrania, ya que sería demasiado costoso. Pero
Rusia tiene muchos puntos de ventaja sobre Ucrania, que puede desencadenar
nuevos problemas en la crisis actual. El punto más importante son los 10
millones de rusos en Ucrania que también juegan un papel importante en la
política de Moscú hacia Kiev.
Estratégicamente, Rusia no puede perder a Ucrania. Es
difícil predecir hasta qué punto Putin podrá maniobrar pero no va a sentarse y
no hacer nada. La toma del Parlamento y la sede del gobierno el jueves fue
provocada por la indignación de los rusos locales hacia la revolución en
Ucrania. Dos días antes, los rusos se manifestaron en las calles de
Crimea.
La importancia estratégica de Ucrania a Occidente no es tan
grande como lo es para Rusia. A menos que Ucrania tenga el poder para apaciguar
la independencia de Crimea, Occidente no echará una mano. Si Crimea
insiste en romper con Ucrania, el nuevo gobierno de Kiev apenas será capaz de
manejarlo. Moscú no puede apoyar directamente a Crimea para que se
independice o que se una a Rusia, pero
sin duda no permitirá a Kiev emplear fuerzas militares para reprimirlo. El
tema central de Ucrania es que tiene enormes intereses con Rusia, pero los
actos cometidos por las fuerzas de oposición muestran que han hecho caso omiso
a esos intereses. Nada es más importante para Ucrania que la paz. Cuando
las potencias extranjeras extiendan sus manos, su lucha interna de poder puede
ser fatal.
Los objetivos estratégicos estadounidenses no son nuevos. La
Administración Clinton no hizo ningún secreto de su política de reclutar a
Ucrania para la OTAN. La antigua secretaria de Estado, Madeleine Albright,
sentía una obsesión en relación a este asunto.
Esas políticas dieron lugar a la así llamada Revolución Naranja y otras
revoluciones de colores en 2004 que formaban parte del pensamiento de Zbigniew
Brzezinski, un mentor de Albright y antiguo consejero de seguridad nacional del
ex presidente Jimmy Carter.
Brzezinski es conocido por sus puntos de vista visceralmente anti-rusos. Las
revoluciones de colores en Ucrania y Georgia y su pupila Albright tuvieron
implicación estratégicas para la masa terrestre de Eurasia. De este modo, las
negativas del ex presidente estadounidense, Barack Obama, y de la consejera de
seguridad nacional, Susan Rice, a que la política estadounidense hacia Ucrania
no tiene objetivos geopolíticos es falsa. La propia Rice es una protegida de
Albright y aboga por el así llamado “intervencionismo humanitario” y políticas
de cambio de régimen que encuentran a aliados neoconservadores.
La actitud de los grandes medios occidentales está orientada a apoyar las
políticas de cambio de régimen y no es sorprendente que su análisis de la
situación en Ucrania haya sido menos que objetiva. Sin embargo, en Ucrania, los
críticos del cambio de régimen afirman que las leyes y la propia constitución
han sido violadas.
La presente constitución de Ucrania ha sido aparentemente suspendida y el
Parlamento ha asumido todos los poderes, incluyendo el ejecutivo y el judicial.
Los procedimientos constitucionales para la destitución del presidente no han
sido respetados cuando él fue privado de todos los poderes.
Aunque EEUU y la UE han ofrecido un reconocimiento diplomático al nuevo
gobierno, la naturaleza de este último no está clara y no parece tener una base
constitucional. El actual régimen no llegó al poder a través de medios
democráticos. Si un nuevo orden democrático constitucional puede ser
establecido, esto es una cuestión que habrá que ver. El país puede descender
hacia el caos y Rusia puede verse obligada a intervenir.
La economía ucraniana puede también dirigirse hacia una catástrofe y una caída
libre. Dada la grave situación financiera en la UE, es improbable que la Unión
tenga fondos suficientes para rescatar a Ucrania. De este modo, un rescate que
estabilice a Ucrania puede no ser posible, incluso aunque EEUU y el FMI envíen
los fondos que han prometido.
Tampoco está claro que Rusia vaya a proporcionar ayuda económica a Ucrania,
dada la naturaleza del cambio de régimen y los claros objetivos anti-rusos del
nuevo poder.
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