El acuerdo que Irán y Rusia se disponen a concluir no incluye sólo intercambios petrolíferos sino que también abarca otras dimensiones.
En principio, se trataría de un acuerdo mediante el cual Irán exportaría medio millón de barriles diarios a Rusia a cambio de productos y equipos de los que Teherán tiene necesidad. Pero ¿cuál es la naturaleza de estos equipos?
Los iraníes desearían que los rusos construyan pequeñas refinerías en Irán y que inviertan dinero en proyectos iraníes.
Los iraníes y rusos negocian en este momento la construcción en Irán de “refinerías móviles”. Si tal proyecto fructifica, el país podría transformar en poco tiempo su petróleo bruto en gasolina, gasóleo y otros derivados petrolíferos, lo cual le produciría enormes beneficios económicos y contribuiría a derribar el edificio de las sanciones.
Se trata de refinerías al abrigo de todo acontecimiento, incluso de guerras.
“Un alza en las relaciones comerciales entre Irán y Rusia no daña a ningún estado tercero y resulta lógico en vista de la proximidad geográfica de los dos estados y de las múltiples afinidades estratégicas que existen entre ellos”, señalan analistas de ambos países.
Esta cooperación se desarrolla fuera del ámbito de influencia de EEUU, un hecho que no hay que olvidar. Las sanciones más dañinas que EEUU ha aprobado contra Irán son de naturaleza petrolífera. Ellas han privado a Irán de la venta de casi un millón de barriles diarios en estos últimos años al reducir las ventas a clientes como China, India, Japón o Corea del Sur.
Pero ¿por qué Rusia hace un gesto de tal desafío a EEUU? Para algunos observadores se trataría de una respuesta a las políticas anti-rusas de la Casa Blanca en Siria, Libia y, más recientemente, en Ucrania.
No se trata de un pequeño golpe, sino de un golpe fatal a los fundamentos de la política estadounidense de estos años contra Irán, basada en las sanciones.
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