Esta propensión se da sobre todo bajo cuatro condiciones: la
amenaza, la dependencia, la imposibilidad de escape o el escaso control
personal.
Según una teoría de la psicología cognitiva conocida como
"justificación del sistema", los seres humanos tienden a defender los
sistemas en los que están inmersos, aunque éstos sean corruptos o injustos. Una
investigación realizada por psicólogos estadounidenses ha revelado que esta
actitud se da principalmente bajo cuatro condiciones: cuando el sistema está
amenazado, cuando se depende del sistema, cuando resulta imposible escapar al
sistema o cuando los individuos pueden ejercer un escaso control personal. Los
resultados de este estudio explicarían porqué las poblaciones, a menudo, no se
alzan contra situaciones que dañan sus propios intereses.
¿Por qué los seres humanos tienden a mantenerse fieles a los
sistemas o instituciones en los que están inmersos -ya sean éstos un gobierno,
una empresa o un matrimonio- aunque no se sientan satisfechos con ellos? ¿Por
qué las personas se resisten a cambiar los sistemas, aunque éstos sean
corruptos e injustos?
Un artículo,
aparecido en la publicación Current Directions in PsychologicalScience, editada por la Association for Psychological Science (aps) de Estados Unidos,
arroja luz sobre las condiciones que determinan la tendencia de los individuos
a defender su status quo,
aunque éste no les merezca la pena.
Esta tendencia humana a proteger los sistemas ha sido descrita en el marco de
la llamada "Teoría de justificación del sistema" (SJT) de la
psicología social. La SJT propone que la gente tiende a afanarse por defender y
sostener su situación, esto es, por verla como buena, legítima y deseable,
aunque no lo sea.
De esta forma, los seres humanos no sólo mantienen actitudes favorables hacia
sí mismos (justificación del ego) y hacia su propio grupo social (justificación
del grupo), sino que también lo hacen hacia órdenes sociales mayores
(justificación del sistema).
La necesidad de creer
Uno de los autores del artículo, el psicólogo de la Fuqua School of Business de la
Universidad de Duke, en Estados Unidos, AaronC. Kay, añade en un comunicado de
la aps que la justificación del sistema es un "proceso pro-activo: cuando
alguien justifica su status quo, llega a verlo como éste debiera ser".
Kay y su colaborador, el estudiante de graduado de la Universidad de Waterloo,
en Canadá, Justin Friesen, revisaron
estudios nacionales y de laboratorio para tratar de comprender las situaciones
que fomentan la justificación del sistema.
Aunque la gente "no justifica sus sistemas sociales siempre, sí que hay
una mayor propensión a hacerlo en ciertas circunstancias", escriben los
investigadores. Estas circunstancias son: la amenaza del sistema, la
dependencia del sistema, la imposibilidad de escapar al sistema, y un escaso
control personal. En primer lugar, los científicos constataron que,
efectivamente, cuando los seres humanos se sienten amenazados, se defienden a
sí mismos, y también a sus sistemas.
En este sentido, Kay y Friesen ponen un ejemplo muy claro: antes de los
atentados de las Torres Gemelas de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, las
valoraciones de las encuestas populares sobre el entonces presidente de Estados
Unidos, George W. Bush, estaban por los suelos. Pero cuando los aviones se
estrellaron contra el World Trade Center, enseguida aumentaron las valoraciones
sobre el presidente. Según los investigadores, esto se debe a que, en
tiempos de crisis, la gente quiere creer que el sistema funciona.
Dependencia e imposibilidad de escapar
En segundo lugar, las personas también tienden a defender los sistemas si
dependen de ellos. Esto quedó demostrado en uno de los experimentos revisados
por Kay y Friesen, en el que se hizo que una serie de estudiantes se sintieran
dependientes de su universidad. Una vez alcanzada esta situación, los estudiantes defendieron las políticas de
financiación de sus universidades, a pesar de que desaprobaron las mismas
políticas cuando éstas provenían del gobierno, situación que no les afectaba
directamente.
En tercer lugar, si sentimos que no podemos escapar de un sistema, nos
adaptamos, aseguran los investigadores. Para hacerlo, desarrollamos
sentimientos de aprobación hacia situaciones que, de otra manera,
consideraríamos indeseables. Para ilustrar este punto, los autores hacen referencia a un estudio en el que
se dijo a una serie de participantes que los salarios de los hombres en su país
eran un 20% superiores a los de las mujeres.En lugar de reconocer esta situación como injusta, aquellos participantes que
sentían que no podían emigrar del país o cambiar de situación señalaron que la
diferencia salarial tenía su origen en diferencias innatas entre los sexos, no
en una deficiencia del sistema.
Control personal y sumisión
Por último, en cuanto al control personal, los investigadores afirman que
cuanto menos control tenga un individuo sobre su propia vida, más apoyará a su
sistema y a sus líderes, porque éstos le aportarán un sentido de orden. La investigación sobre la justificación del sistema podría explicar porqué las
poblaciones a menudo no se alzan contra situaciones que dañan sus propios
intereses.
En este sentido, Kay señala que "si se pretende comprender cómo conseguir
que se produzcan cambios sociales, se deben entender las condiciones que hacen
que la gente se resista a esos cambios, y los factores que podrían hacer que la
gente admitiese que dichos cambios son necesarios". Sin dejar de tener en
cuenta que, cuando la gente tiene que soportar un sistema y cuanto peor se encuentra
dentro de éste, más propensa es a justificar hábilmente sus deficiencias, en
lugar de rebelarse.
Yaiza Martínez.Tendencias 21
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