Este año se cumplen cien años del comienzo de la Primera Guerra Mundial. Muchos expertos destacan rasgos comunes entre la situación actual y aquel período no solo en lo económico, sino también en lo político. Analicemos algunos paralelismos.
La Primera Guerra Mundial venía gestándose durante varios decenios. En el Congreso de Berlín (1878) de hecho se desmoronó la alianza de tres emperadores: el ruso, el alemán y el austro-húngaro. Hacia 1890, el mundo ya estaba repartido entre las viejas potencias europeas: Inglaterra, Francia, Portugal, Holanda y Bélgica. Otras grandes potencias, Rusia y EEUU, estaban colonizando sus respectivos este y el oeste “salvaje”. La descontenta Alemania, que se quedó sin su trozo del pastel, planteó un nuevo reparto del mundo, y esto condujo a la conflagración mundial.
El hecho de que Rusia focalizara en aquella época su política exterior hacia el Lejano Oriente, así como la presión político-económica de Alemania, debilitó sus posiciones en Europa, Oriente Próximo y Medio.
En 1904 comenzó la guerra ruso-nipona. Entidades bancarias de EEUU e Inglaterra financiaban los aprestos bélicos de Tokio. Al sufrir la derrota en aquella contienda, Rusia impulsó su política exterior en Europa. Mientras, Gran Bretaña que aspiraba a desempeñar el papel hegemónico, pretendió erigirse como árbitro internacional.
Hoy por hoy, EEUU ha reemplazado a Gran Bretaña, arrogándose las facultades de árbitro. Alemania, aunque pasó a ser la locomotora económica de Europa, no puede aplicar una política independiente. Igual como hace cien años, no tiene definido su sector en el tablero de ajedrez mundial, lo que se dejó entrever con suma claridad en la reprimenda que el primer ministro polaco, Donald Tusk, le hizo a Alemania por sus estrechos vínculos energéticos con Rusia: “Es preciso corregir la estrategia energética y fomentar la independencia de Moscú, para impedir que esta capital influya en la política de la UE”.
Ningún político polaco osaría hablar en este tono con la canciller de Alemania, si no estuviera respaldado por Washington. El Parlamento Europeo prohibió al excanciller Schroeder hablar en público sobre Rusia. Pero, ¿hasta cuándo podrá embridar EEUU a Alemania? En este caso no se trata de Polonia, Rumanía o Albania…
En el siglo ХХI, en el escenario internacional aparecieron nuevos actores. Vale la pena mencionar en este sentido el grupo de países del BRICS, entre los que figura Rusia. Después del 2000, Rusia volvió a desempeñar un papel activo en la palestra internacional. Poniendo énfasis en la vertebración de un nuevo ordenamiento mundial, en el ejemplo de Siria demostró que la seguridad en el mundo puede ser garantizada solo contando con Rusia.
Ello no obstante, la idea rusa de crear un espacio único económico y humanitario desde el Atlántico hasta el Pacífico no les cae bien a todos. Según recalcó en su mensaje al Consejo de la Federación Vladímir Putin, “la cacareada política de disuasión continúa también hoy, nos tratan de acorralar constantemente”.
Pero todavía en 1898, el emperador ruso Nikolái II promovió la iniciativa de convocar una conferencia internacional para el desarme global. Esta conferencia llegó a convocarse en 1899 en La Haya y sus participantes aprobaron el Convenio para el Arreglo Pacífico de los Conflictos Internacionales. En vista de las contradicciones entre los participantes, no se adoptó decisión alguna sobre la reducción de las fuerzas armadas. La idea del desarme resultó ser una utopía.
Sea como fuere, pero también en el siglo ХХI, la carrera armamentista sigue siendo una realidad. Surgen cada vez más preguntas respecto a la observancia del Tratado de Reducciones de Ofensivas Estratégicas.
Hablando de la economía, la crisis financiera estalló en 1907 en EEUU, poco antes de comenzar la Primera Guerra Mundial. El mercado de valores se desplomó en Nueva York, y el país se sumergió en la recesión. Habiendo azotado inicialmente EEUU e Inglaterra, la crisis se propagó luego a Francia, Italia y otros países. La crisis actual también arrancó en EEUU en 2007. Ya han pasado siete años, sin que nadie pueda evaluar su alcance y pronosticar su terminación.
Cuesta decir cuán fundamentados son estos paralelismos. Pero es indiscutible que en el siglo pasado, las crisis internacionales, agravadas por contenciosos territoriales, impulsaron la consolidación de alianzas político-militares y los preparativos para la guerra. La actual situación internacional se parece mucho a la que existía en vísperas de la Primera Guerra Mundial. No en vano, las destacadas figuras del marxismo afirmaban que la historia se desarrolla en espiral.
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