Alemania es vista en el mundo entero como un ejemplo de
éxito y un modelo a seguir para las demás naciones. Una infraestructura
envidiable, una población educada, una fuerza laboral preparada y, por sobre
todas las cosas, un complejo industrial basado en la innovación y la tecnología
de punta que le valieron el título de “primer exportador mundial”, por encima
de las dos superpotencias, Estados Unidos y China. Sin embargo, no todos son
elogios para el gigante del viejo continente. Periodistas y economistas de
Francia y Alemania se reunieron en la ciudad de París para desmenuzar el modelo
germano y romper con algunos mitos que pretenden imponer a la primera economía
europea como el modelo incuestionable de eficiencia y prosperidad.
¿Aquí es dónde se realiza la charla para criticar el modelo
alemán? Me pregunta un hombre con un francés impregnado de un fuerte acento
teutón mientras se presta a ingresar al anfiteatro Bruxelles del prestigioso
Centre International Fiap Jean-Monnet de la capital francesa. Un ansioso
público proveniente de ambos lados del Rhin se acomoda suave y silenciosamente
en las pequeñas pero confortables butacas del complejo. Luego de largos minutos
de espera y pasada la hora prevista, un representante de la asociación
organizadora Les Economistes Atterrés [1] abre la charla dejando caer
suavemente el primer elogio a la cultura alemana, a saber, la puntualidad. “Bueno,
empezamos mal, porque vamos a hablar sobre Alemania, y allá es costumbre
empezar los eventos a la hora estipulada” [risas]. Luego de esta caricia a
los vecinos germanos, todo listo para abrir el debate. ¿El objetivo ?
Desmitificar el modelo alemán.
MITO 1 : Las reformas de Gerhard Schröder [2] permiten a
Alemania liderar hoy el crecimiento económico y el empleo en Europa
“El progreso, implica tomar en los momentos difíciles
decisiones valientes para preservar el empleo anticipando los cambios
industriales. Es eso lo que ha hecho Gerhard Schröder aquí en Alemania, lo que
permite a su país estar por delante de los demás” aseguraba François
Hollande el año pasado en la ciudad teutona de Leipzig [3]. Políticos,
economistas, periodistas. Libros, artículos, programas de debate. La gran
mayoría de los gurúes más reconocidos del JetSet mediático francés consideran
que si Alemania goza de mejores índices que el país galo es porque Berlín tuvo
el “coraje” de hacer hace diez años lo que París comienza a hacer recién ahora.
Sin embargo, no todos los entendidos en política económica
adhieren al pensamiento hegemónico que sugiere que este líder socialista
representa la amalgama perfecta entre las ideas capitalistas del libre mercado
y la conciencia redistributiva propia de la izquierda tradicional europea. En
esa línea de ruptura se encuentra unos de los invitados a nuestro debate,
Guillaume Duval [4], quién asegura que el éxito económico alemán no se produce
gracias a las reformas de Schröder sino “a pesar de ellas”. “Las reformas de
Schröder han debilitado los puntos fuertes históricos de Alemania, aumentando
la pobreza y la desigualdad” asegura Duval y critica que cuando el líder
socialista tomó las riendas del poder en 1998 Alemania poseía mejores indices
sociales que el país galo, mientras que al abandonar la Bundeskanzleramt (sede
central del gobierno alemán) en 2005, la relación se había invertido .
Dicha aseveración, poco escuchada en los medios dominantes
franceses y europeos, pone en jaque la imagen del mundialmente prestigioso
socialismo germano. Efectivamente, la historia nos enseña que el país de Karl
Marx poco y nada debe su éxito a las ideas propagadas por este gran pensador,
pues, desde Bismarck hasta Schröder la izquierda nunca había gobernado por sí
sola la primera potencia europea. En otras palabras, la Républica Federal
Alemana fue a lo largo de toda su historia moderna administrada por gobiernos
económicamente conservadores y políticamente de derecha (y ultraderecha, como
todos sabemos). Hasta que llegó al poder el abogado de religion protestante,
Gerhard Schröder. “Alemania es un país históricamente conservador que tenía
menos pobreza y menos desigualdad que Francia, alcanzaron siete años de
gobierno socialista para que ahora haya más, es por eso que los grandes
patrones de Francia y Europa admiran tanto al señor Schröder” insistió
Duval. Y así es que, en la actualidad 16% de los alemanes son considerados
pobres mientras solamente 14% de los franceses se encuentran bajo la línea
oficial de pobreza [5]. Lo cual nos lleva al segundo mito.
MITO 2 : Alemania un país socialdemocrata a la
escandinava
El pensamiento dominante (o al menos de los medios
dominantes) en el viejo continente consiste en defender la tésis que asegura
que las reformas en el mercado laboral, puestas en práctica por el entonces
canciller Gerhard Schröder, permiten a la potencia teutona gozar de una salud
económica envidiable para cualquier país europeo. Así, el número de
trabajadores desocupados se ha transformado en obsesión fetichista para los
defensores del modelo germano. Según cifras arrojadas por la Oficina europea de
estadísticas, Eurostat [6], Alemania cuenta con la segunda tasa de desempleo
más baja de la región (5,1%), mientras la zona euro sufre un preocupante 12% de
desocupación. Sin embargo, no todo lo que brilla es oro, y no todo el que
trabaja en Alemania llega cómodo a fin de mes. El gran desafío de Berlín es sin
dudas la lucha contra la precariedad laboral. El fenómeno de los “trabajadores
pobres” no es nuevo en la primera economía europea. Esto responde al hecho de
que, a diferencia del país galo [7], Alemania no posee ley de salario mínimo.
En este contexto, un empleado alemán, aún registrado, puede cobrar dos y hasta
tres veces menos que su par del otro lado del Rhin. No obstante, a esta
característica histórica del modelo teutón se sumo una serie de medidas de
reciente aplicación, las cuáles profundizaron aún más la precariedad de los
trabajadores.
Sobre tal cuestión, otro de nuestros invitados, el
periodista galo Bruno Odent [8] asegura que en Francia la clase dirigente está
“obsesionada” con la idea de la disminución del costo laboral. “Para todo el
mundo, la competitividad pasa únicamente por la disminución del costo de los
salarios” criticó y lamentó que en la discusión política y mediática se
deje de lado la cuestión de los costos financieros dentro del actual sistema económico.
“[En Europa] el costo del capital ha explotado en estos últimos años,
incluyendo Alemania, que ha perdido a partir del 2003 esa excelente relación
entre industria y sistema bancario que la permitió mantenerse como país
industrializado hasta el día de hoy“. Efectivamente, es esta obsesión por
el costo del trabajo lo que impulso a Berlín a implementar una serie de medidas
de flexibilización laboral. Las mismas, provocaron una explosión de los
llamados “mini-jobs”, esto es un eufemismo para “trabajos mal pagados”. Los
mini-empleos ofrecen salarios que rondan los 400 euros, es decir, un cuarto del
sueldo mínimo francés y menos de lo que cuesta el alquiler mensual de un
monoambiente en el centro de Berlín. Según la oficina de empleo de Alemania en
septiembre del 2010 uno de cada cinco trabajadores tenía esta clase de empleo,
lo que llevó al diario británico The Guardian a asegurar que “los mini-jobs
no funcionan en Alemania y no funcionarán en el Reino Unido” [9]
Reforma del sistema de seguridad social, sobre todo la
cuestión ligada al sistema jubilatorio (como el aumento de la edad jubilatoria
de 65 a 67 años y la privatización del sistema de pensiones) ; desregulación
del mercado laboral ; aumento de los impuestos al consumo y disminución de
impuestos a las grandes fortunas. Para los críticos del sistema germano
Alemania es hoy el paraíso de la liberación económica. O al menos es lo que
piensa nuestro invitado, el economista germano Peter Wahl [10], quién critica
duramente las decisiones de Berlín, puesto que “por un lado hubo un aumento
de los impuestos indirectos, es decir, el impuesto al consumo, el cual pasó en
2006 de 16% al 19% actual”, sabido es que este tipo de impuestos son
regresivos, es decir que afectan mucho más a los pobres que a los ricos, “y
por el otro lado, hubo una reducción considerable en los impuestos para las
empresas, los mismos líderes empresariales se mostraron sorprendidos por haber
recibido ‘tal regalo’, esto ha mejorado las condiciones alemanas en la
competencia internacional” reconoció Wahl no sin lamentar una tasa de
pobreza “inaceptable” para un país en el centro de Europa en pleno siglo
veintiuno.
MITO 3 : exportaciones, el punto fuerte de Alemania
Si las condiciones sociales se han deteriorado en la última
década en la primera economía del viejo continente, su poderosa industria ha
dado muestras de una capacidad increíble de resiliencia. Sin dudas, la carta
más fuerte del modelo alemán es su impresionante performance en el comercio
internacional, dicho en otras palabras : su capacidad exportadora. A pesar de
ser una economía de menor tamaño (debido más que nada a su menor población)
Alemania ostenta el título de “primer exportador mundial”, por encima de
Estados Unidos y China. Este logro, frente a las dos primeras economías mundiales,
posee mayor mérito aún si consideramos que el valor del Euro es extremadamente
alto lo que, según las leyes más básicas del mercado, perjudica la venta a
terceros países. ¿A qué se debe tal éxito? La respuesta se resume en una
expresión explotada al máximo en una publicidad de la empresa automotriz OPEL,
a saber, la “calidad Alemana”.
Frente al nuevo Opel Corsa, un caballero rubio y alto toma
la palabra y explica las ventajas del nuevo modelo [11]. Lo llamativo de esta
propaganda, que se encuentra actualmente al aire en la television francesa, es
que la misma se desarrolla integramente en alemán (con subtítulos en francés).
Es así que nuestro mannequin germano se jacta de la deutsche Qualität al
mismo tiempo que el orgullo del televidente galo es herido hasta sus más
íntimas fibras. El impacto de la estrategia de marketing de esta empresa
teutona en plena tierra automotriz llevó al diario capitalino francés Le
Parisien a replicar mediante un artículo reivindicando la industria automotriz
gala, en un intento por poner en alto la french-touch. “No
se trata de chauvinisme sino de liberar a los franceses de sus complejos”
aseguraba el matutino bajo el título “Deutsche Qualität: ¿tenemos realmente
algo que envidiar a los alemanes?“.[12]
Envidia o no envidia, los números no mienten. En 2012
Alemania [13] exportó más del doble que sus vecinos galos [14], demostrando una
vez más que la industria teutona no ha perdido fuerza ante los contínuos azotes
de la crisis internacional. Sólo este dato alcanza para que muchos aseguren que
Alemania es el nec plus ultra de los modelos occidentales de
desarrollo y el ejemplo más claro de la eficiencia tecnológica. Sin embargo,
lejos del discurso triunfalista de los defensores del Deutsches Modell,
Peter Wahl, asegura que esta “orientación excesiva” de la industria alemana
hacia las exportaciones podría llevar a la ruina al modelo europeo. ¿La palabra
clave? Desequilibrio. “Un excedente de un lado implica un déficit del otro
lado“, resume el economista germano y asegura que en la Union Europea este
desequilibrio ha sido una de las razones mayores de la explosión de las crisis
en los países mediterráneos de Europa, porque “los alemanes exportan
como locos, mientras el resto compra. Y para comprar, hay que endeudarse. Este
desequilibrio es una de la razones fundamentales y estructurales del
endeudamiento y la crisis en el sur europeo“.
“No se puede ser feliz en un mundo infeliz” sentenció
el filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel en los albores del siglo
diecinueve. En la misma línea de pensamiento, la tésis de su coterráneo Peter
Wahl podría resumirse así : Alemania no puede ser feliz en una Europa en
crisis. Una Europa empobrecida afectaría tarde o temprano al gigante alemán.
Meses atrás, del otro lado del Atlántico, el mismo Congreso americano se hizo
eco de la situación y criticó a la primera economía del viejo continente. Así,
en su reporte semestral sobre política económica internacional, Washington
aseguró que la performance exportadora de Alemania ha desestabilizado a Europa
y golpeado enormemente la economía global [15]. Sin embargo, dada la estructura
del modelo social e industrial alemán, pocas son las probabilidades de que se
den las condiciones necesarias para un cambio de dirección. “Por las
caracteristicas de la industria alemana, es imposible que se pueda vender todo
estos productos en el mercado interno, hay un límite en la capacidad de
absorción, entonces para que la máquina [de producción] continúe
hay exportar, sea cual sea la consequencia“, sentenció Wahl. Exportaciones
¿el punto fuerte de Alemania? Tal vez. Pero también el punto débil de Europa, y
un gran problema a resolver para llevar a buen puerto la construcción de un
modelo europeo del que Berlín pretende erigirse como líder y guía.
LAS LUCES DEL PARADIGMA ALEMAN
Más allá de las críticas, arriba expuestas, que intentan
desmitificar el modelo alemán en cuánto política diseñada y ejecutada por
Berlín, resulta imperioso destacar los puntos fuertes que con el correr de los
años la cultura alemana supo desarrollar y poner al servicio del progreso
económico y social, y así erigirse como la primera economía regional.
Una descentralización eficaz. Históricamente, la
potencia del viejo continente goza de una descentralización política, cultural,
económica y sobre todo, industrial. A diferencia de sus hermanos galos, los
herederos de Bismark supieron construir un modelo dónde la idea de federalismo
se impone en cada uno de los aspectos de la vida. “Este país posee una
historia muy larga de descentralización, no solamente en el aspecto
institucional, sino en cuanto al capital humano que tiene a lo largo de todo su
territorio y que es capaz de producir todo en cualquier región“, recalcó
Odent.
Una política empresarial exitosa. “Lo que ha
salvado al mercado de trabajo durante la crisis fueron los elementos del modelo
alemán tradicional que han sobrevivido a la campaña neoliberal de los últimos
años” asegura Peter Wahl poniendo especial atención en la interacción
eficiente existente en ese país entre la patronal y los sindicatos. A
diferencia de la República Francesa, dónde los representantes de los
trabajadores chocan frecuentemente en las mesas de negociación con sus
empleadores, en Alemania el diálogo entre las partes se construye de manera
sorprendentemente armoniosa. Así las cosas, medidas como la flexibilización del
tiempo de trabajo y el “desempleo parcial” negociado a nivel local y regional
en el seno de los comités empresariales han estabilizado la tasa de desempleo
durante la crisis internacional iniciada en 2008, mientras del otro lado del
Rhin el porcentaje de obreros sin trabajo se cuenta con dos dígitos.
Una especialización adecuada. Como ya lo hemos
dicho anteriormente la tecnología alemana goza de un prestigio reconocido en el
mundo entero. Tras décadas de desarrollo industrial, el gigante europeo supo
imponerse como el proveedor ineludible de tecnología de primer nivel. Sobre tal
cuestión Duval pone en valor la particularidad de la industria teutona. “Alemania
fabrica cosas muy codiciadas desde la explosión de la demanda de los países
emergentes, particularmente China. Se trata de maquinaria. La verdadera
especialización de Alemania es todo los relacionado a maquinaria y equipamiento“.
De acuerdo a los números vertidos por el especialista galo, mientras Alemania
representa 18% del empleo en Europa, posee 33% del empleo ligado a la
maquinaria y equipamiento eléctrico; por su parte, Francia, posee el 12% de los
trabajadores del continente y solamente 8% de los puestos de trabajo en el
sector de maquinaria y equipamiento. “¡Cuatro veces menos que Alemania!“,
exclama Duval, “así que cuando las fábricas crecen como hongos en China,
India o Brasil, son máquinas alemanas las que se instalan, y no francesas“.
Luego del sector de maquinaria y equipamiento eléctrico, el
otro gran rubro de la industria que mantiene a flote la economía germana es la
automotriz. La especialidad alemana en este ámbito consiste en la capacidad de
fabricar automóviles de gran tamaño los cuales, a pesar de su gran costo de
producción (que se traduce en su costo final) logran ser exportados al mundo
entero amparados por el gran prestigio que supieron construir durante décadas
sus exitosas empresas. “Ellos non venden más automóviles porque sus
empleados cuestan menos que los nuestros, en el sector automotriz un asalariado
alemán gana 20% más que uno francés… pero cuando una empresa rusa o china, o
una rama del gobierno, compra vehículos para sus empleados, son BMW, Audi, y
Mercedes-Benz lo que compran y no Renault o Citroën” se lamenta Duval.
Entonces ¿Es Alemania un modelo a seguir para el resto de
las economías europeas?
El economista germano Peter Wahl cree que no, “hay que
desconfiar un poco de este ‘modelismo’, de esta tendencia a replicar un modelo
de otro país… no quiero decir que no haya cosas en otros países que pueda
resultar interesantes, pero la pregunta que hay que hacerse es : ¿es eso
transferible, podemos copiarlo?, por eso desconfío de esa clase de debates que
son puramente ideológicos y manipuladores“. Sin embargo los patrones de
Europa, opinan ciertamente lo contrario. El presidente del Banco central
Europeo, el italiano Mario Draghi, saludó las reformas del mercado laboral
emprendidas por Berlín en la última década y aseguró que gracias a estas
“valientes” modificaciones estructurales tomadas “este país sigue siendo un
ejemplo para el resto de los países de la eurozona” [16].
Así las cosas, nuestro periodista de l’Humanité Bruno Odent,
fue más lejos aún en sus críticas al “modelismo” mencionado por Wahl y remarcó
que detrás de las ideas mercado-hegemónicas del modelo alemán reside una visión
político-económica que pone en peligro los mismísimos valores democráticos del
proyecto europeo. Al respecto recordó que en 2011, en plena crisis griega,
Angela Merkel cuestionada sobre el remplazo del entonces primer ministro griego
Yorgos Papandreu por un “gobierno técnico” impuesto por Bruselas, ésta
respondió con un discurso impecable sobre la democracia para luego cerrar con
la hoy celebre frase “la democracia debe ir conforme al mercado“. “¡Ningún
político en Francia se atrevería a decir semejante cosa!” exclamó Odent.
La “marktkonformer Demokratie”[17] provocó largas y
acaloradas discusiones en la arena mediática y política germana. El mismísimo
filósofo teutón Jürgen Habermas, un gran defensor del proyecto europeo, criticó
firmemente la política actual de la clase dirigente, calificando las derivas
actuales de la política de Bruselas como “un silencioso golpe de estado” [18] y
acusó al presidente francés Nicolas Sarkozy y a la canciller de Alemania Angela
Merkel de sentar las bases para el establecimiento en Europa de lo que él
bautizó como una “era post-democrática”. “Merkel y Sarkozy parecen haber
impuesto una suerte de compromiso entre el liberalismo económico Alemán y el
estatismo francés [...] gobernado por el Concejo Europeo. Ese sistema haría
posible transferir los imperativos del mercado a los presupuestos nacionales
sin una verdadera legitimación democrática” [19]
En la misma línea de pensamiento Odent considera que “la
democracia misma esta en peligro a partir de la adopción por parte de todos los
estados europeos, del modelo alemán” al mismo tiempo que destacó que este
proceso de europeización forzada de los gobiernos del viejo continente provoca
como respuesta en el seno de la sociedad, el resurgimiento de los populismos y
el crecimiento de las ideas de extrema derecha. “El aumento del sufrimiento
de la población, sumado a un debilitamiento del proceso democrático van de la
mano con el crecimiento del populismo, lo vemos en Francia con el
fortalecimiento del Front National, pero también en el resto de Europa” se
lamentó. Efectivamente, este partido de ultraderecha francés lidera todas las
encuestas sobre intención de voto para las elecciones europeas a celebrarse en
mayo próximo [20].
“Dios ha muerto” aseguraba un desafiante Friedrich
Nietzsche a finales del siglo diecinueve. Si el filósofo alemán se oponía
fuertemente a la sumisión dogmática y doctrinal ejercida por el Cristianismo,
al que acusara de “monotoneísmo”, fuertes son las probabilidades que nuestro
libre pensador estaría hoy en primera fila para protestar contra la nueva
religión de la era moderna, elfree-market. Si corre al menos una gota de
sangre nietzscheniana en las venas de los germanos que pululan hoy por el viejo
continente tal vez podamos ver en los próximos años el nacimiento de espíritus
libres e independientes, una suerte de super-hombres, o super-políticos,
capaces de desafiar al más grande de todos los dioses en estos tiempos que
corren, el Dios Mercado.-
Leonardo Plasencia
Master en Información y Comunicación de la Sorbona de Paris
[1] En español, Los Economistas Aterrados, es una conocida
asociación francesa formada por prestigiosos especialistas e investigadores del
mundo profesional y académico galo que promueven el debate público en miras de
una concientización ciudadana sobre la necesidad de modificar el paradigma
actual (basado en la ortodoxia liberal) de la política económica en Francia y
Europa. “Nosotros pensamos que otras políticas económicas son posibles.
Venga a debatir con nosotros” reza su página de internet, www.atterres.org
[2] Canciller Federal de Alemania (1998-2005).
[3] 23 de mayo de 2013, discurso en ocasión de la
celebración por los 150 años del Partido Social-Demócrata Alemán (SPD,
Sozialdemokratische Partei Deutschlands), liderado por Gerhard Schröder.
[4] Jefe de redacción del mensuario Alternatives Economiques
y autor del libro “Made in Germany : Le modèle Allemand au-delà des mythes,
Seuil, 2013. (Made in Germany : El modelo alemán más allà de los mitos”).
[5] “L’allemagne compte plus de pauvres que la France” (Alemania
tiene más pobres que Francia), 27 de marzo de 2013, L’Express.
[6] “Zone euro: le taux de chômage stable en décembre à
12%”, Le Parisien, 31 de enero del 2014.
[7] El Salario Mínimo Interprofesional de Crecimiento (Smic)
de Francia, establece un piso de 9,53 Euros la hora, o sea 1445 Euros mensuales
(por 35 horas semanales de trabajo)
[8] Jefe del servicio internacional del diario francés de
izquierda L’Humanité y autor de “Le modèle allemand une imposture” (El modelo
alemán una impostura) y “L’Europe en danger” (Europa en peligro). 2013
[9]
“‘Mini-jobs’ don’t work in Germany, and they won’t work in Britain”, 21 de
agosto de 2012. The Guardian.
[10] Presidente de la ONG Weed (Economia mundial, ecología y
desarrollo) y autor del libro “Welche Zukunft für Europa? (Qué futuro para
Europa)
[11] Publicidad del Opel Corsa en la televisión francesa http://www.youtube.com/watch?v=26FgHKKpTqE
[12] “Deutsche Qualität : a-t-on vraiment quelque chose à
envier aux Allemands ?”, Le Parisien.
[13] Exportaciones alemanas en 2012, 1096 billones de euros.
Superávit comercial de 190 billones de euros.
[14] Exportaciones francesas en 2012, 441.657 billones de
euros. Déficit comercial de 67.158 billones de euros
[15] “US
says German export dependence hurts global economy”, CNBC, 30 de octubre del
2013.http://www.cnbc.com/id/101157415
[16] Draghi : “La France doit poursuivre les réformes”, 15
de diciembre del 2013, Le Journal du Dimanche,
[17] “Kapitalismus braucht keine Demokratie”. 12 de enero
del 2012. Süddeutsche Zeitung.
[18] ”
Habermas, the Last European: A Philosopher’s Mission to Save the EU”. 25 de
Noviembre del 2011. Der Spiegel.
[19] Parte de un extracto del libro de Jürgen Habermas, La
crisis de la Union Europea, publicado el 10 de noviembre del 2011 por The
Guardian bajo el título de “Europe’s post-democratic era”.
[20] “Elections européennes : les listes du FN en tête selon
un sondage”. 26 de enero del 2014. Le Monde.
0 comentarios :
Publicar un comentario