La libertad de expresión es un
derecho garantizado en la gran mayoría de las constituciones de los países que
nos autodenominamos como... democráticos.
Sin embargo esta libertad o
derecho, ganada por cierto a través de muchas revoluciones y sufrimientos, no
es tan real como nos quieren hacer ver. Es cierto que todo el mundo puede decir
y publicar “casi” lo que se quiera, otro tema es que esa información sea
accesible a los demás en igualdad de oportunidades, es aquí en donde los medios
de comunicación no cumplen con su propósito, que no es otra cosa que informar
de la realidad de nuestro entorno. Aunque estos medios se enorgullezcan de su
independencia frente a poderes políticos (algo muy refutable), dependen de
manera incuestionable de los poderes económicos de dos formas muy claras, a
través de los consejos de administración (es decir, el control mediante las
acciones), y también por medio de la publicidad. Así, lo que se supone que es
la supuesta libertad de un medio, pues la financiación es a través de la
publicidad, es a su vez la correa que aprieta el cuello de la autocensura. Las
grandes empresas y sus filiales, los bancos, etc.., invierten grandes cantidades
tanto en entrar en el accionariado de los grupos mediáticos, como en
financiarlos mediante la publicidad. Con esto se garantizan una “orientación”
general de los medios de aceptar el mundo como es, sin plantearnos seriamente
porqué en este planeta cada vez hay más desigualdades sociales, guerras de
interés económico o desastres ecológicos. Por supuesto que todos estos
problemas los oímos en muchos medios de comunicación, pero siempre como algo
lejano, algo que no está en nuestras manos, y haciéndonos seguir viviendo en un
mundo ilusorio, alejados de los problemas reales que afecta a una grandísima
parte de la humanidad.
Así, su principal misión se
convierte en distraernos. Los telediarios, portadas de la prensa o tertulianos
radiofónicos hablan casi siempre de lo mismo y de los mismos, lo alternativo o
es radical o es la opinión de unos “bohemios” que no se enteran de cómo
funciona el mundo. La gente con ideas independientes o críticas simplemente es
ignorada o apartada, sin un gran medio que dé a conocer estas ideas a las
masas, esta gente se convertirá en marginados intelectuales que serán sólo
leídos y escuchados en medios minoritarios, o que no estén bajo el control
directo de los poderes económicos, un buen ejemplo de esto es que prácticamente
todas las alternativas serias al capitalismo sólo tienen cabida en Internet o
pequeñas publicaciones con una tirada muy limitada.
El proceso de globalización
neoliberal ha llevado a una concentración de medios a nivel mundial y local, la
supuesta diversidad de opiniones se resume en el control de casi todos los
medios por parte de unas pocas corporaciones mediáticas, AOL-Time Warner, News
Corporation, General Electric, Etc en USA. En España unos buenos ejemplos son
el grupo PRISA, Recoletos, Vocento, Grupo Correo y algunos otros más, por
supuesto todos ellos con bancos, constructoras o cualquier gran corporación
detrás de ellos (Telefónica, Endesa, BBVA, etc..).
Gracias a este control es
prácticamente imposible denunciar a Michelin, Nestlé, o Nike por el expolio y
explotación de los recursos y personas del tercer mundo. Pocas veces oiremos
que los bancos tienen asegurado el control de nuestras sociedades por medio de
nuestro endeudamiento casi eterno con hipotecas o créditos. Al mismo tiempo que
casi no se habla de estos temas, nos echarán cien veces las últimas imágenes de
cualquier accidente, persecución policial o chorrada similar que llene un
telediario. Y sólo hablo de la parte informativa de los medios, la telebasura
merecería un artículo a aparte.
Este control se realiza de formas
muy discretas, la supuesta “libertad” se corrompe sin que la mayoría de la
gente se dé cuenta, así, cualquier periodista independiente y comprometido no
pasará de ser, como mucho, un articulista exótico en algún periódico,. La manipulación
y el control no está en presionar a un periodista para escribir a favor de
algo, sino que en puestos de responsabilidad y decisión sólo acceden los
políticamente correctos.
Este control se traduce también
en objetivos muchos más globales, claros y reales. Buena parte de las cadenas
norteamericanas están controladas por grandes compañías, como por ejemplo la
influencia de General Electric desde los años 50 en los
gobiernos americanos. Esta multinacional, con grandes industrias de armamento y
tecnología militar, lo tenía muy claro cuando un directivo suyo, Charles
Wilson (curiosamente nombrado por Truman para un cargo llamado
“movilización de defensa”) declaraba esto a los miembros de la Asociación de
Editores de Prensa:
“Si el pueblo no estuviera convencido de que el mundo libre está en peligro, sería imposible que el Congreso aprobase las enormes sumas que ahora se están gastando en impedir este peligro. Con el apoyo de la opinión pública, dirigida por la prensa, podremos empezar a trabajar. Nuestro trabajo -el suyo y el mío- consiste en mantener a nuestro pueblo convencido de que la única forma de que el desastre se mantenga alejado de nuestras fronteras es fortalecer el poderío de América”.
A pesar de tener estas
declaraciones 54 años siguen sin duda vigentes.
En la actualidad no creo que haga
falta poner muchos ejemplos, las guerras de Irak y similares, por el control de
los recursos imprescindibles para la maquinaria capitalista, han sido posibles
gracias a un masivo apoyo a posturas inmorales y totalmente beneficiosas para
unos determinados grupos industriales y financieros. Por supuesto este apoyo no
se recibe contando los verdaderos y oscuros intereses, sino que se disfraza con
una retórica infantil pero efectiva, el hecho de repetir una mentira cien veces
hace que la gente la pueda llegar a creer, la manipulación está controlada
milimétricamente, de forma sutil. General Electric se hizo hace tiempo su
propia emisora, la NBC, curiosamente una de las más fervorosas partidarias de
expandir la “democracia” por el mundo.
Otro buen ejemplo es la presión
de grandes corporaciones relacionadas con el medio ambiente. No hace mucho podíamos leer en algún periodicucho como las grandes petroleras estaban “financiando”
a científicos y periodistas para que “influyeran” en los medios de comunicación
a su favor. Así, sólo hay que escuchar a muchos tertulianos ridiculizando los
efectos a medio plazo de este genocidio medioambiental con argumentos estúpidos
como que ahora hay más árboles en España que hace 50 años, cuando cada año se
pierden en el mundo varias españas de bosques tropicales. A pesar de los miles
de documentos de las organizaciones internacionales (ONU, FAO, etc..) que
claman por un cambio total de nuestro tipo de crecimiento económico, estos
señores consiguen con su influencia que mucha gente frivolice con este futuro
desastre, y mientras las grandes compañías pueden seguir ganando miles de millones
durante todo el tiempo que puedan, e hipotecando el derecho a vivir en un mundo
limpio y digno a las siguientes generaciones.
Aunque nos quieran hacer ver otra
realidad, vivimos en el mundo de la desinformación. En la era de la
globalización, la característica principal de la información es que funciona
como una mercancía y, por consiguiente, algo totalmente en contradicción con
las leyes de la información, tal y como se estudian en la Universidad. El
dinero es el que dirige realmente la información que debemos recibir. Dinero
que sirve para alienarnos más en este mundo de consumo insaciable, así como
para aceptar un sistema injusto, insolidario y dirigido por las multinacionales
y sus intereses.
0 comentarios :
Publicar un comentario