En conversación con La Voz de Rusia, el
periodista Carlos Basso, autor de “La CIA en Chile. 1970-1973”, presenta nuevos
antecedentes sobre el rol de la inteligencia estadounidense durante la
dictadura de Augusto Pinochet, a días de cumplirse 40 años del derrocamiento de
Salvador Allende. Entre ellos, un detalle casi desconocido: el plan para
realizar un segundo atentado contra la vida del dictador en los años 80.
El actual debate en Chile respecto a los 40 años
transcurridos desde el golpe militar que derrocó a Salvador Allende e instauró
una dictadura encabezada por el general Augusto Pinochet está al rojo vivo.
No es para menos: la conmemoración oficial de esta fecha
proviene de un gobierno, encabezado por Sebastián Piñera, integrado por una
coalición centroderecha, la primera en administrar el país desde el retorno de
la democracia, e integrada por varios personeros políticos que apoyaron la
administración de Pinochet.
Mientras, una serie de políticos de gobierno y oposición han
salido a la palestra pública pidiendo “perdón” por las acciones u omisiones que
hubiesen hecho posible el golpe militar y la implantación de la dictadura.
Ante ello, el ex presidente Ricardo Lagos hizo una enérgica
diferenciación del gobierno de Allende y Pinochet, destacando que el gobierno
de la Unidad Popular pudo haber realizado políticas equivocadas, pero no
incurrió en una política sistemática de violaciones a los Derechos Humanos,
como sí ocurrió en tiempos de Pinochet. “El gobierno de Allende cometió
errores, pero no horrores", sostuvo.
La intervención estadounidense durante el mandato de Allende
y el apoyo brindado a Pinochet no son un misterio para nadie. Sin embargo, no
fue sino hasta que Estados Unidos comenzó a desclasificar los documentos sobre
su participación durante este período que se produjo una ratificación absoluta
de estos sucesos.
Sobre esta materia, La Voz de Rusia publicó recientemente
una entrevista al periodista chileno Carlos Basso, autor
del volumen “La CIA en Chile. 1970-1973”. Para ahondar en este tema entregamos
nuevas conclusiones de este profesional, centradas en la infiltración de la
agencia estadounidense en la década de los años 80.
En este diálogo surgen algunos detalles inéditos o muy poco
divulgados como la planificación de un segundo atentado contra la vida de
Pinochet, luego del fracaso de un operativo del “brazo armado” del Partido
Comunista chileno, registrado en las cercanías de Santiago en 1986 y que por
poco acaba con la vida del dictador. Además, Basso se refiere a la infiltración
de la agencia en los movimientos de ultraizquierda chilena y revelan un hecho
bastante sorprendente: el análisis que se hizo en tiempos de la URSS para un
eventual reclutamiento del poeta y Premio Nóbel, Pablo Neruda... como agente de
la KGB.
¿Es efectivo que la CIA obtuvo antecedentes de un eventual
“segundo atentado” contra Pinochet, luego del intento infructuoso del 7 de
septiembre de 1986? ¿Pinochet estaba al tanto de esa información?
–Sí, la CIA sabía de aquel segundo intento de magnicidio.
En el Partido Comunista, cuyo brazo armado era el FPMR, se discutió la
posibilidad de un nuevo atentado luego de que fracasara la primera tentativa,
denominada “Operación Siglo XX” y que tuvo lugar en la cuesta Las Achupallas, a
unos 40 kilómetros de Santiago.
Efectivamente, existe un documento de la CIA del 28 de
noviembre de 1986 (es decir, casi cuatro meses después del primer atentado) en
que se señala que un alto dirigente del Partido Comunista (PC) reveló a la
agencia que el Comité Central había autorizado al FPMR a emprender un segundo
intento de homicidio. En dicho cable se dejaba, sin embargo, constancia, que el
“vamos” final a los intentos de ejecución no se daría sino sólo al momento en
que el PC estimara que estuvieren dadas las condiciones políticas para ello.
Sabemos, por un segundo documento de la CIA, fechado en
febrero de 1987, que hasta dicha fecha el PC mantenía la idea de matar a
Pinochet, pero en aquel entonces la duda sobre si intentarlo o no ya no tenía
que ver con las condiciones políticas, sino con el hecho de si el Partido
Comunista sería capaz de resistir la represión que se desataría en su contra.
No tenemos constancia de si dicha información llegó o no
a Pinochet, pero, a mi juicio, no fue así. Las relaciones entre ambos países
eran críticas. Es más, existe un antecedente muy significativo y que también
está en la documentación desclasificada: luego del atentado de septiembre de
1986, Pinochet pensó que detrás de éste sólo podían estar los comunistas… o la
CIA.
Otro aspecto que revela la desclasificación de documentos de
la inteligencia estadounidense es que en los años 80 también se evaluaba un
atentado contra Manuel Contreras, ex director de la Dirección de Inteligencia
Naciona (DINA), cabeza operativa del aparato represivo chileno en los 70 y
líder de la Operación Cóndor. ¿Qué posibilidades reales hubo de concretar ese
atentado?
–Paralelamente a la evaluación del PC de volver a atentar
contra Pinochet, éste demandó al FPMR “un plan operacional” destinado a
asesinar a Manuel Contreras, ex jefe de la DINA y quien al presente está
condenado en una infinidad de causas por violaciones a los derechos humanos.
Parece ser que el atentado, planificado cupularmente a
fines de 1986 y 1987, nunca se llevó a cabo. Cabe destacar que muchos
dirigentes comunistas –según la CIA- cuestionaron aquel intento de homicidio en
contra de Contreras, debido a la dificultad que implicaba dado su enorme aparataje
de seguridad.
No obstante, un par de años más tarde, luego que el FPMR
se separara en dos facciones, una de ellas, la llamada “Autónoma”, intentó, de
hecho, matar a Contreras por medio de dos motociclistas que se acercaron a su
BMW blindado en una esquina del sector oriente de Santiago, lanzando una bomba
del tipo “lapa” sobre el techo del auto, de la que sólo alcanzó a estallar el
detonador, más no el explosivo, por lo que los daños fueron muy menores
.
Por aquellos días, la agencia también dejaba constancia
de que otro blanco era el general Sergio Arellano Stark, quien comandó en 1973
la llamada “Caravana de la muerte”, comisión militar que viajó por distintas
ciudades del país ejecutando detenidos luego del golpe de 1973
.
¿Qué grado de conocimiento tenía la CIA respecto a la
experimentación con agentes toxicológicos llevada a cabo por científicos de la
inteligencia chilena, como, por ejemplo, Eugenio Berríos? ¿Se pronunció el
organismo sobre el posible envenenamiento del ex presidente Eduardo Frei
Montalva, quien murió en 1982 en circunstancias aún hoy investigadas judicialmente?
–No sabemos si la CIA estaba al tanto de aquello, y
justamente ese es un antecedente que la familia del ex presidente Frei Montalva
está tratando de obtener. En la documentación desclasificada a la fecha no
existe ni una sola referencia al gas sarín ni a la bacteria botulínica o al
talio, que son los agentes químicos y bacteriológicos que utilizó la DINA. Existen
antecedentes de sobra respecto a este punto, no sólo por las declaraciones del
ex agente de este organismo, Michael Townley, a la justicia norteamericana,
sino también por diversos fallos de violaciones a los Derechos Humanos que se
han ido acumulando, como es el caso de la muerte con gas sarín de los agentes
de la DINA, Miguel Angel Becerra (asesinado al interior de Colonia Dignidad), y
Manuel Leyton Robles.
Igualmente, en el auto de procesamiento dictado por el
homicidio del ex presidente Eduardo Frei Montalva también está acreditada la
existencia de agentes de esta naturaleza, y también se cuenta con antecedentes
en este mismo sentido en el caso de presos intoxicados en la Cárcel Pública de
Santiago, en lo que fue una suerte de “prueba” de la bacteria botulínica,
realizada en 1981.
Reiteramos que en su documentación desclasificada la CIA
no cuenta con menciones a Berríos ni al caso Frei. De hecho, llamativamente,
Washington no desclasificó ni siquiera los documentos relativos a la muerte del
ex mandatario chileno. Las únicas menciones a los agentes toxicológicos
disponibles a la fecha se encuentran en un documento del inspector general de
la CIA, quien investigó internamente los intentos de la agencia por asesinar a
Fidel Castro, determinando que entre varios planes para matarlo hubo algunos
que consideraron el uso de talio y bacteria botulínica. Además, varios de los
agentes que estaban en esa fecha implicados en las operaciones anticastristas
en Miami llegaron años después a Chile, pero ello no es motivo suficiente como
para establecer una relación causal entre ambos fenómenos, entre otros motivos
porque no conocemos las identidades de los agentes involucrados en los intentos
de matar a Castro.
¿De qué modo se modificó la infiltración de la CIA en Chile
en los años 80 luego de la desaparición de la DINA y el surgimiento de la
Central Nacional de Informaciones (CNI), sumado ello al desarrollo del
movimiento político opositor y las protestas populares?
–Es difícil ligar los sucesos vinculados al fin de DINA y
la creación de la CNI, y las protestas a la infiltración de la CIA en los 80`s,
la que, en todo caso, se dio fundamentalmente en el Partido Comunista y el
Frente Patriótico Manuel Rodríguez.
Es preciso recordar que luego del crimen de Orlando
Letelier en Washington (1976), las relaciones entre Chile y Estados Unidos
comenzaron a caer en un lento despeñadero de deterioro. Este descenso llegó a
su peor nivel con el denominado “caso Quemados”, ocurrido en 1986, cuando el
joven Rodrigo Rojas Denegri, un residente legal en Estados Unidos, murió luego
de recibir graves quemaduras causadas por personal militar durante una jornada
de protesta nacional en Santiago.
Así, a partir de 1976 el trabajo de inteligencia que la
CIA desarrolla en Chile deja de ser “cooperativo”. Hay varios ejemplos que lo
demuestran. Uno de ellos es que en 1978 la agencia obtiene información sobre
diversas maniobras de compra de armamento que está intentando efectuar el
Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) al régimen libio, con el fin de
infiltrar una columna de guerrilleros chilenos, preparados en Cuba, con la
misión de instalar una guerrilla en la zona de Neltume, al sur de Chile.
Aquello, efectivamente sucedió, dos años después, pero sólo quedó al
descubierto por casualidad, culminando con la ejecución de casi todos los
guerrilleros por parte de comandos militares.
Posteriormente, en 1987, el FPMR secuestró al coronel de
Ejército Carlos Carreño, un caso que mantuvo a todo Chile en vilo durante
semanas. Todos los días aparecía en televisión el fiscal militar a cargo del
caso, aseverando que estaban a punto de resolverlo… y nada. Sólo tres meses
después, Carreño fue liberado en Sao Paulo, Brasil, causando asombro mundial.
Pues bien, más de un mes antes de que eso sucediera existe un documento de la
CIA en que se señala que Carreño sería liberado en el exterior, dato que
obviamente no compartieron con los militares chilenos.
¿Qué información tenía la CIA respecto al accionar de los
grupos de ultraizquierda cuando se recuperara la democracia? ¿Qué opinión
tenían de la futura relación entre el primer presidente electo
democráticamente, Patricio Aylwin, y su futura relación con Pinochet?
–Respecto de los grupos de ultraizquierda, tenían mucha
información. No conocemos –ya que los documentos no lo revelan- cómo la
conseguían, pero lo más probable es que haya sido por medio de informantes
pagados, aunque por cierto no se puede descartar la posibilidad de que -de
algún modo- hayan infiltrado personal de la misma agencia.
La CIA sabía con detalle todo lo que pasaba en las
cúpulas del FPMR, y estaba al tanto de sus planes, su división y pugnas
internas. Incluso, hay un documento donde se menciona el "ajusticiamiento
" de un alto oficial del grupo en Santiago, en 1987. Personalmente, busqué
más antecedentes para tratar de confirmar si aquello fue efectivo o no, pero
hasta la fecha no he obtenido resultados. De todas formas, hay que tener en
cuenta que, con el paso del tiempo, se han ido conociendo diversos antecedentes
que demuestran que, efectivamente, el FPMR cometió varios homicidios internos.
Uno de ellos fue el de Agdalín Valenzuela, en 1995, pero también se han
conocido otros casos semejantes.
En el caso del MAPU-Lautaro pasaba algo semejante en
términos de información. LA CIA tenía datos muy precisos respecto de sus
movimientos y planes.
Respecto al expresidente Patricio Aylwin, desconocemos la
opinión de la CIA. Lo que sí existe es un documento del organismo sobre el FPMR
en que se deja constancia que dicho grupo subversivo continuaría actuando luego
del regreso de la democracia, debido a que estimaba que nada cambiaría con el
gobierno de Aylwin.
LA KGB llegó primero...
Otro de los hechos que revela la desclasificación de la
inteligencia estadounidense respecto a Chile es que había agentes soviéticos en
el país con anterioridad a la llegada de la CIA. Así lo confirma a La Voz de
Rusia el periodista Carlos Basso:
–Hay documentos que muestran que la agencia soviética
operó una fuerte red de espionaje en América Latina durante la Segunda Guerra
Mundial, en la cual varios chilenos tuvieron un papel muy destacado. Incluso
hay un cable del 11 de mayo de 1944 interceptado por la inteligencia militar de
EEUU a la KGB, en que se hablaba de un intento por captar como agente soviético
al entonces cónsul chileno en México, el gran poeta Pablo Neruda. Es más: la
KGB, de acuerdo a los datos que he podido recopilar, instaló una oficina propia
en Santiago en 1969; es decir, ad portas de la elección de Allende.
También hubo una importante presencia
en Chile del HVA o “Primera Administración de Reconocimiento” (cómo se le
conoce en español), el aparato exterior de la inteligencia de la Alemania
Oriental -la Stasi-, que incluso siguió operando después del golpe de Estado.
Así, por ejemplo, fueron agentes del HVA quienes, dirigidos por el espía Paul
Ruschin, sacaron al secretario general del Partido Socialista, Carlos
Altamirano, de Chile, oculto en un automóvil.
No obstante, la mayor presencia de inteligencia en Chile fue la de los servicios secretos cubanos, los que llegaron a tener a 54 agentes operando en el país en la época de Allende, incluyendo a su yerno, el cubano Luis Fernández de Oña, casado con Beatriz Allende Bussi, una de las tres hijas del presidente y Hortensia Bussi.
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